Caleb Zuleta (ALN).- Es una mujer con muchas vidas. Sicóloga clínica, académica por 20 años, fundadora de Ivorypress, esposa del renombrado arquitecto, Norman Foster. Se llama Elena Ochoa Foster. Es española y tiene una manera de observar la familia. Qué hay que hacer para que las familias no se destruyan. En qué hay que enfatizar y qué es lo que hay que construir.
Lo dijo en la revista Mujer Hoy que circula con el diario ABC de Madrid. Elena Ochoa Foster cuenta parte de su vida. Una vida que siempre está en movimiento. Porque, señala, “la única constante es el movimiento”. Es sicóloga clínica pero ya no ejerce. La relación con el famosos arquitecto Norman Foster la llevó a otros derroteros. Se casaron en 1996. Desde entonces está enfocada en el arte. Se lee en Mujer Hoy: Es la creadora de Ivorypress. “Un proyecto que es más que la galería y que, hace 25 años, se convirtió en el germen de su carrera: editora, galerista, mecenas, ojeadora de nuevos artistas”.
Si no ejerce la profesión, al menos hace las veces de sicóloga cuando la periodista, Lourdes Garzón, le pregunta si la familia sigue siendo “lo mejor y lo peor de nuestras vidas”. Aquí es cuando expresa, formula, elementos precisos y lógicos para que una familia no estalle en pedazos. Dice:
“En todas las familias cuecen habas”.
“Pero una cosa es que se cuezan y otra que se quemen”.
De modo que sea la familia que se escoja o la que se construya, si se quiere mantener esa familia, hay que seguir algunas normas.
O evitar que algunas cosas ocurran.
Elena Ochoa Foster explica:
“Si se pierde la confianza”.
Si se pierde “la preocupación por el otro”.
Si se pierde “la ayuda en la necesidad”.
Si “no se ejercita la comprensión en los momentos conflictivos”.
A quién no se le parte el corazón con esto que le pasó a GABO a los 20 años
¿Cuál es la consecuencia? “Cualquier familia, del tipo que sea, se estrella en mil pedazos”.
No le falta razón al enumerar esta serie de factores. Pero más aún, agrega que “si se mata el amor, inmediatamente se abre la puerta a la destrucción y al resentimiento, a la agresión continua, explícita o sibilina. A la culpabilidad, que es la verdadera tortura. Y este círculo maligno, malvado, no tiene vuelta atrás. Así que cuidemos con atención, si vivimos en familia, para que las habas no se quemen…”.
Dice Elena Ochoa Foster que “hay maneras diferentes de sentirse en familia, de construir y participar en una estructura familiar si uno no quiere estar abocado a la soledad extrema”.
Si no se quiere eso, la soledad extrema, pues entonces habrá que aprender y seguir estos consejos. Ella misma señala que el “día que no aprenda, poco o mucho, llegaré a la noche con un aburrimiento fatídico… Y esa situación no es nada divertida”.