Daniel Gómez (ALN).- Nicolás Maduro llega al 10 de enero solo. Sin más apoyo que el de sus incondicionales de Cuba, Bolivia y Nicaragua (Daniel Ortega aún no ha confirmado su presencia en la investidura), afrontará un segundo mandato repudiado por la comunidad internacional, que promete acentuar la presión diplomática contra el régimen venezolano. Ya los países de Latinoamérica han tomado medidas específicas para lo que viene.
Nicolás Maduro, presidente de Venezuela, tiene una cita con la soledad mañana 10 de enero. La asunción de su segundo mandato está huérfana de apoyo. Quienes lo hacen en Latinoamérica se cuentan con los dedos de una mano. Y eso no fue así en 2013.
Entonces Maduro tenía a la Organización de Estados Americanos (OEA) apoyándole. A la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) apoyándole. A la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA) apoyándole. Hoy Unasur y el ALBA apenas tienen voz.
En 2013 a Caracas acudieron las presidentas de dos de las grandes potencias suramericanas: la brasileña Dilma Rousseff y la argentina Cristina Fernández de Kirchner. También fue el mandatario colombiano, Juan Manuel Santos, y el gran referente de la izquierda latinoamericana, el expresidente de Uruguay Pepe Mujica.
Maduro inició aquel mandato como un demócrata. Ahora muchos lo llaman tirano. Incluso “dictador”. El secretario general de la OEA, Luis Almagro, lo catalogó así desde que llegó al cargo en 2015. Y es el propio Almagro quien tratará el tema Venezuela, en una sesión extraordinaria en Washington el mismo 10 de enero.
El 10 de enero, en la investidura de Maduro, sólo estarán los presidentes de Cuba, Miguel Díaz-Canel, y de Bolivia, Evo Morales. Ellos han confirmado su presencia. Quien no lo ha hecho es el otro incondicional de Maduro, el mandatario de Nicaragua, Daniel Ortega.
Argentina: “Este es el momento en que tenemos que dar muestras destinadas a ejercer una mayor presión a los responsables del régimen chavista que asumirán un nuevo mandato que es totalmente ilegítimo”
Ortega, quien lleva 11 años sin apenas moverse de Managua, sigue sin confirmar si se desplazará a Caracas. Mientras mantiene el suspenso, le escribió una carta que dice lo siguiente: “Nicolás, estamos juntos, los pueblos libres y decorosos de nuestra América, asumiendo nuestros derechos y exigiendo, con Bolívar, con Chávez, con Fidel, con Sandino, patria libre”.
Los gobiernos de Montevideo y Santo Domingo también confirmaron su presencia en la asunción de Maduro. Ambos se acogen al principio de no intervención e insisten que su compromiso no es con el presidente sino con el pueblo venezolano.
De hecho, en una reciente intervención del canciller uruguayo, Rodolfo Nin Novoa, criticó a los países del Grupo de Lima que decidieron no reconocer a Maduro. “Me parece que no tienen competencias como para andar calificando y andar pidiéndole a un presidente que asuma o deje de asumir”.
El caso de México es similar. Este enviará al encargado de negocios, Juan Manuel Nungaray.
Presión directa de Perú, Argentina y Uruguay
El resto de los países latinoamericanos repudian la asunción de Maduro porque su segundo mandato viene dictado por unas elecciones fraudulentas, un desastre económico y un éxodo bíblico.
Salvo la excepción de México, que decidió mantenerse a un lado, 13 Gobiernos del Grupo de Lima (Argentina, Brasil, Canadá, Chile, Colombia, Costa Rica, Guatemala, Guyana, Honduras, Panamá, Paraguay, Perú y Santa Lucía) fijaron posición sobre el 10 de enero.
No reconocerán el mandato, seguirán presionando para la celebración de unas elecciones libres, insistirán en la imposición de sanciones, y continuarán movilizándose para llevar a Maduro ante la Corte Penal Internacional. También prometieron medidas de “presión directa” específicas.
El primero en tomar partido en esto fue Perú. Como dijo este lunes el canciller, Néstor Popolizio, nadie que tenga que ver con Maduro (ni funcionarios, ni familiares, ni el propio presidente) podrá ingresar en ese país.
La lista de sancionados es de 93 personas, está encabezada por Maduro, y ya se entregó a la Superintendencia de Migraciones. Además, el Gobierno de Lima está trabajando con las instituciones financieras para congelar, si los hubiera, los fondos de funcionarios chavistas en Perú.
La portavoz del Gobierno de Sebastián Piñera en Chile, Cecilia Pérez, calificó el lunes a Maduro de “dictador”. Insistió en que no reconocerán su mandato y presionarán a la expresidenta chilena Michelle Bachelet, alta representante para los Derechos Humanos de las Naciones Unidas, para que envíe una misión de la ONU a Venezuela.
Por otro lado, reveló al diario Infobae una fuente de la Cancillería argentina que desde Buenos Aires aplicarán la misma solución que Perú. “Este es el momento en que tenemos que dar muestras destinadas a ejercer una mayor presión a los responsables del régimen chavista que asumirán un nuevo mandato que es totalmente ilegítimo”, comentó el funcionario.
Cabe puntualizar que a Maduro la geopolítica también le ha jugado en contra. El desastre de su gestión se agudizó por una Suramérica que ha girado más a la derecha. Ya Argentina no es dirigida por los Kirchner sino por Mauricio Macri, quien, desde 2015, cuando llegó al poder, siempre fue crítico y contundente con el gobierno de Maduro.
“Donde no hay democracia, debemos luchar para que se recupere”, declaró este lunes en relación con Venezuela y con el 10 de enero el canciller argentino, Jorge Faurie.
Se endurecen las posturas en Brasilia y Bogotá
Este 1 de enero también hubo otro vuelco político en contra de Maduro. La toma de posesión de Jair Bolsonaro como presidente de Brasil. La gran potencia de América Latina era de izquierda. Incluso tras la destitución de Dilma Rousseff, cuando llegó al poder de rebote el conservador Michel Temer, su liderazgo nunca tuvo la fuerza suficiente para convertirse en un actor protagonista dentro de la región.
Ahora es de derecha. Y prueba de este liderazgo es el acercamiento de Bolsonaro a Estados Unidos. El presidente no esconde los elogios al presidente, Donald Trump, mientras que la Casa Blanca tampoco oculta su simpatía por el nuevo gobernante. De ahí que el secretario de Estado, Mike Pompeo, le invitara a Washington.
Bolsonaro no deja de enviarle elogios a Donald Trump
Con Bolsonaro, Brasil entra en el juego de las grandes potencias. No sólo defiende el discurso de Estados Unidos contra Venezuela, sino que se presta para el juego de la geopolítica mundial. Si Rusia, todavía aliado de Maduro, hace maniobras militares en Venezuela, a Bolsonaro no le importa que Estados Unidos, si lo necesita, plante sus bases en suelo brasileño.
Para desgracia de Maduro, las cosas también cambiaron en Colombia. Con la llegada de Iván Duque al poder en 2018, Bogotá endureció su discurso contra Caracas. Un discurso que ha promocionado por Estados Unidos, Europa y hasta El Vaticano.
Duque es firme contra Maduro. Más que Santos, quien, como pragmático que se define, se alineó con Caracas para lograr su gran objetivo: la paz en Colombia con la que logró el Premio Nobel.
No todas las izquierdas apoyan a Maduro
Otro cambio de parecer se dio en Quito. El gobierno de Lenín Moreno rompió todo lo que le ligaba con su predecesor, Rafael Correa. Este era un firme aliado del chavismo. Y la prueba son sus fraudulentos y multimillonarios negocios en la Refinería del Pacífico.
Lenín Moreno carga otra vez contra la corrupción de Correa y Chávez
Moreno, quien mantiene un discurso de izquierda, pero liberal en lo económico, también defiende el principio de no intervención que mueve a México y a Uruguay. Por eso no insiste en legitimar (o no) a Maduro. No obstante, cabe recordar que, desde octubre, en Caracas no hay representante diplomático de Ecuador.
Carol Delgado, embajadora ecuatoriana en Venezuela, abandonó el país por unas declaraciones en las que el ministro venezolano de Comunicación e Información, Jorge Rodríguez, acusó a Moreno de “mentir” sobre el número de migrantes venezolanos llegados al país.
En Latinoamérica no todos los cambios fueron en contra de Maduro. En México llegó al poder Andrés Manuel López Obrador, quien incluso invitó a Maduro a su toma de posesión, el 1 de diciembre de 2018.
Respecto al 10 de enero, López Obrador dice que su política exterior es de no intervención. Por eso no se mete en si el gobierno de Maduro es o no legítimo. Aunque, y esto también es significativo, no ha designado embajador en Caracas. Hasta en esto está solo el presidente venezolano. El Ejecutivo de Enrique Peña Nieto sí reconoció su primer mandato.
¿Qué ocurre fuera de Latinoamérica?
El repudio internacional del segundo mandato de Maduro no es exclusivo de América Latina. Están los casos de Estados Unidos y Canadá. Desde Washington se siguen movilizando para acabar con el régimen de Caracas, y por ello contemplan más sanciones. En esta línea también se mueve el gobierno de Justin Trudeau.
Sobre sanciones, el Departamento del Tesoro de EEUU añadió este martes a la lista de sancionados a siete personas. Incluidos la antigua Tesorera de la Nación y exenfermera de Hugo Chávez, Claudia Patricia Díaz, y al dueño de Globovisión, Raúl Gorrín, quien forma parte de la cúpula de Maduro.
Por su parte, la Unión Europa por fin fijó posición. La portavoz del servicio diplomático de Bruselas, Maja Kocijancic, le recordó a Maduro que los comicios de mayo “no fueron libres” y que por tanto las elecciones deben repetirse.
Por otro lado, precisó que a Bruselas no le corresponde reconocer el nuevo mandato de Maduro ya que la UE sólo reconocen Estados, no gobiernos.
Kocijancic recordó que la solución a la crisis de Venezuela debe ser pacífica. Y esto apunta al diálogo, y también a España. El ministro de Asuntos Exteriores, Josep Borrell, fue uno de los que plantearon la creación de un grupo de trabajo en la UE para lograr que oposición y Gobierno en Venezuela se reconozcan.
Lo que queda no es nada nuevo. Rusia y China siguen siendo aliados del régimen de Maduro. Aquí tiene que ver lo ideológico, y también lo económico. Estas potencias saben de la importancia de Venezuela en este sentido. El país latinoamericano, pese a sus problemas de producción, tiene las mayores reservas de petróleo del mundo.
El caso de Turquía es el mismo. El presidente, Recep Tayyip Erdoğan, ha intensificado su relación con Maduro, y le dijo que enviará una delegación de alto nivel al día de la asunción.