Mariveni Rodríguez (ALN).- Chueca es un referente en el mundo. Aun en tiempos de pandemia este es el barrio más tolerante, alternativo y animado de Madrid. Con sus galerías de arte, tiendas, restaurantes, bares, mercados, terrazas, teatro, museo, talleres de tatuajes, librerías especializadas o sex shops, esta céntrica zona no deja de sorprender a madrileños y visitantes por igual. En la calle Barbieri 21, dos jóvenes uruguayos, José Castiella y Vanessa González, han puesto la guinda que le faltaba a este barrio: La Productería, una tienda gourmet donde es obligatorio ponerse al día con las bodegas de vinos naturales exclusivos de España, Argentina, Francia, Portugal, Eslovenia, Austria y Georgia.
La Productería es un pequeño tesoro o un secreto bien guardado que se está dando a conocer, gota a gota -como los buenos vinos-, entre sus vecinos. Abrió en octubre de 2020, por lo que podría decirse que es un negocio “pandemial”. Es un almacén reservado a quienes quieran iniciarse en el mundo de los vinos naturales o para aquellos expertos que ya han sido seducidos, irremediablemente, por un coupage de Syrah, Garnacha Cabernet Sauvignon o Malvasia.
“Esta es una idea familiar. Tuvimos una vinoteca en Uruguay, en el barrio obrero Curva de Maroñas. Tras cerrar ese negocio, mi madre conoció a Pablo Quiroga, el de Sólo el amor salvará al mundo, le habló sobre la idea que teníamos de montar una empresa de vinos y probamos sus caldos naturales. Ese día nos emborrachamos y al siguiente no sentimos nada de resaca. Decidimos entonces que era un buen producto y empezamos a trabajar en el proyecto”, recuerda José Castiella junto a su esposa, Vanessa González, aún con la miel en los labios.
Unos locos valientes que emprenden en tiempos de pandemia
Si la uva fermentada, la agricultura ecológica y ese sabor que deja el vino sin aditivos embriagaron a esta joven pareja de uruguayos, también Madrid ha sido la ciudad que les ha enamorado. “Nos encanta. Es una ciudad hermosa. Nos gusta su arquitectura y su gente, siempre muy abierta a las diversas culturas y nacionalidades. A nosotros los vecinos nos llaman los locos valientes. En realidad, sí, como que somos re-valientes”, comenta Vanessa González con su acento muy uruguayo.
Antes de establecerse en Madrid, González y Castiella hicieron un viaje. Alquilaron un coche y por un mes recorrieron la Comunidad y sus alrededores. “Nos dedicamos a conocer casi todos los comercios de proximidad porque no sólo queríamos vender vinos sino abrir el paladar a productos naturales y de cercanía”, añade González, quien se ayudó con internet para crear esta cesta de sabores gourmet que hoy tiene a la venta en los anaqueles de La Productería.
Mermeladas, quesos, salsas, pasta, arroces, huevos, patés y algunos otros sabores de Galicia, Jaén y otras provincias españolas son el abreboca del mundo que hay frente a estos vinos de La Productería de Chueca. “Todos son productos naturales”, explica González, mientras acaricia un Alba 2019 que recomienda en sus catas con maridajes.
José mira a su esposa. Ella, al principio de la entrevista, no quería hablar por timidez. Pero al salir el tema se entregó, incluso le saltaron lágrimas. Recordó su pueblo en Uruguay: los asados dominicales, la pasta de “La Tana” (madre), caminar por la Rambla, vivir con un presupuesto mínimo pero cerca de los suyos, familia y amigos. “Echamos de menos el fuego, jugar con los sobrinos. Somos re-caseros”, confiesa José un poco aplastado por la nostalgia, pero convencido de haber dado un paso importante.
José y Vanessa trabajaban en Uruguay en DirecTV. Allí se conocieron, allí se enamoraron y desde entonces planificaron un futuro que dista mucho del trabajo en una multinacional. “Había días en que trabajaba 12 o 17 horas en esa empresa. El salario nos daba para vivir bien, pero nos robaba el tiempo para cocinar, viajar o disfrutar de nosotros”, recuerda Castiella.
De pilotear un Airbus en Qatar a catar vinos naturales
Uruguay abarca 176.215 km². Es el segundo país más pequeño de Suramérica. Al limitar con Argentina y Brasil, la economía de Uruguay sufrió también los embates del famoso “corralito”, la dolarización y la espiral de crisis económica de estos países del sur de Latinoamérica. Durante 2002 muchos uruguayos emigraron. José y Vanessa se despidieron de su país en 2019 y se fueron a Qatar. De la olla de tallarines con ragú que la abuela cocinaba para 30 parientes, de sus amigos de la infancia (Marquitos, Marcelo) y de la confitería del barrio con sus bizcochos y membrillo ya no queda sino el regusto de la añoranza.
Sus ahorros -todos- los invirtieron en las horas de vuelo que convirtieron a José Castiella en un primer oficial de aviación, dejando atrás la estela de sus estudios en Finanzas y Administración en la Universidad de la República de Uruguay.
“Me hice aviador. Y conseguí trabajo en Qatar Airways. Pude pilotear un Airbus A320. Eso duró un año. Porque vino el covid-19 y quedé desempleado, como muchos. Era el momento de coger todo lo que logramos reunir en esta ciudad y jugárnosla. Y qué hacemos…”, recuerda animoso José mientras acaricia la idea de llegar a cumplir su gran sueño: vivir de la tierra y ser autosustentable.
De momento tienen su tienda en el Chueca del año de la pandemia. Barrio cool, con gente guay y desconfinados. Todos los días ven pasar por la calle Barbieri a personas que van a sus casas y se detienen a mirar la tienda… Abren la puerta, preguntan por un Rioja o un Ribera del Duero y se hace un silencio… Porque de lo que están seguros José y Vanessa es que de La Productería este cliente se llevará un exquisito caldo Syrah 2019 de Sólo el amor salvará al mundo o un Parellada 2020, un vino mineral hecho en ánforas de barro como hacían nuestros antepasados hace miles de años.
“Porque el vino más preciado es el que menos intervención del hombre tiene y porque demuestra que los caldos jóvenes también tienen que ser respetados”, zanja así José Castiella la discusión entre la fermentación espontánea de uvas naturales y el método tradicional.