Mariveni Rodríguez (ALN).- Para Andrés Cano Niño la actitud es la mejor compañía. Esto, y las dos ruedas de la moto, que lleva consigo a todas partes junto a sus camisetas, gorras, mono y guantes. Bikerstars es la marca con la cual decidió dejar atrás su vida como agente aduanero en Bogotá, Colombia, para mudarse a Canarias, luego a Móstoles, e instalarse, ahora, en Valencia, y vivir de sus accesorios para motociclistas. “Porque en esta ciudad está el puerto y la pista de motociclismo. Esto es mi epicentro”, dice sin titubear.
Ser latino para Andrés Cano Niño es una pregunta que responde rápido y frenético, como un chiquillo apasionado por su gentilicio y por lo que hace con sus diseños personalizados.
“Es alegría, humildad, trabajo duro, tejer lazos familiares porque no hay latino que no sienta nostalgia por dejar su país”, explica mientras confiesa añorar el café, una ensalada de fruta, las arepitas de Colombia; su comida.
Con su marca de accesorios para motociclistas, Bikerstars, Andrés Cano ha querido establecerse en Europa. Las oportunidades las crea. Así, mientras se consolida en este mercado, homologa, en paralelo, su título en Comercio Internacional porque sus metas son dos, no una.
Salí de Colombia antes de que me mataran
“Mi sueño, a la par, es sacar mi emprendimiento y relacionarme con empresas internacionales. Si me dan una oportunidad aquí, en una agencia de intermediación aduanera, sé que saldría bien parado porque yo para el trabajo soy muy verraco”, dice optimista.
Con 41 años, Andrés Cano se fue a España, en 2018. Primero él solo. Y luego su esposa, Yesica Rincón, médico dental y madre de tres criaturas, Giuliana, Lorenzo y Valentino. “A estos dos hijos les dimos nombres de motociclistas”, comenta Cano. “Somos una familia numerosa”, se ríe.
-Soy un hombre de motos. Recorrí muchas ciudades de Latinoamérica conociendo este mundo. Sé dónde están las falencias. Cuando llegué a España me fui a Canarias con la idea de desarrollar mi marca. Pero allí no hay tráfico, y por tanto no hay motociclismo. Aquí en Europa las motos son un producto estacional. No son una necesidad ni un medio de transporte como en nuestros países.
Para Andrés Cano sus inicios en España no fueron fáciles. La competencia y la aceptación de su marca han sido obstáculos que él está aún venciendo kilómetro a kilómetro. Pero no sólo aquí. De Colombia tuvo que salir rápido y furioso por problemas con grupos de delincuentes.
-Recibí amenazas de muerte de las bandas criminales. Me enfrenté a los sicariatos porque yo soy de Bogotá y no quise negociar sus “permisos”; es decir, darles un porcentaje de la boletería, manejar el parking… No accedí y llegaron a mi local. Luego intentaron incendiar la casa de mis suegros.
Para ese momento Cano tenía su marca Bikerstars registrada en Suramérica. Con ella hizo espectáculos de exhibicionismo representando a dos motociclistas franceses (Sarah Lezito y Romain Jeandrot) y al polaco Stunter 13. Todos campeones del mundo de la acrobacia al estilo libre. “Pero los problemas comenzaron cuando llegué a Medellín a realizar estos eventos”, narra.
-Decidí -continúa- que era el momento de salir. Con los guerrilleros no tuve problemas, porque es un secreto a voces que están organizados. Pero con las bandas criminales sí porque tienen repartidas sus zonas en la ciudad, cobran cuotas de seguridad a los negocios y se quedan con buena parte de la ganancia. Así que rematamos casi todo para venirnos y compramos los billetes.
Reafirmé lo que quiero ser
Nacido en el barrio Kennedy de Bogotá, a Cano le han gustado las motos desde pequeño, pero su medio de vida ha sido trabajar con empresas de importación. Un día, uno de sus clientes (chinos) le quiso dar una comisión de 20 céntimos por cada kilo de mercancía que despachara. “Pero yo no entendí porque el chino me hablaba en inglés. Hasta que un día, tras año y medio de trabajo, este chino me dio 2.500 dólares por mi trabajo y con este dinero me compré mi primera moto. Allí empecé a meterme en ese ambiente”.
Después de esto, Andrés Cano se asoció e importó 12 motos que vendieron él y su socio, que no quiso seguir porque tenía otro proyecto. Pero él sí continuó tenazmente. Utilizó su licencia de Comercio Exterior y buscó productos de cuero para motociclistas. “Traté con los pakistaníes. Pero yo no quería hacer réplicas, sino crear mi propio emprendimiento, diseños y producto”, comenta.
Lo demás fue buscar nombre para su marca, desarrollar un logotipo, un manual de marca, registrar y salir a competir.
“Los pakistaníes lo quieren todo y pretendieron quedarse con mis clientes. Entonces diseñé mis productos con un toque personalizado, con tramas más innovadoras, de modo que fuese difícil copiarme y fabriqué piezas con cuero colombiano”, describe Cano, y satisfecho dice: “Reafirmé lo que yo quiero ser”.
Su propósito para el 2021 es fabricar en España. “Llegué a Canarias porque mi madre vive allí. Comencé a trabajar en el parque zoológico de esa ciudad, con interacción entre el público y animales; me encantó. Imagina, tras enfrentarme con delincuentes en Colombia, allí encontré la paz, la playa. Pero estaba olvidando mi emprendimiento. Así que me despedí de nuevo de mi familia y me vine a la Península”.
Con dos maletas llegó para instalarse en Móstoles. Allí conoció a un pastor que le preguntó: “¿Qué sabes hacer?”.
-Pues, aprendí con el pastor a hacer muchas cosas. Trabajé en reformas, como peón, aprendí a montar pladur, pintar y al mes traje a mi familia. Me organicé y empecé de nuevo a importar. Con 1.200 euros pago mi diezmo a la iglesia -porque soy cristiano-, el alquiler de la casa, mantengo a mi familia y voy comprando piezas para tener stock y diseños propios en mi web que también diseñé yo.
Andrés Cano reconoce que participar en la Fundación Tomillo y en la feria de Motorama Madrid le ha abierto puertas. “Logré relacionarme con motoclubes, academias y ferias como las de Valencia y Milán, donde aspiro ir, primero como visitante, y después como expositor. Actualmente algunos clubes me llaman para encargarme monos a medida. Me esmero en el diseño, personalizo sus piezas y envío. Pero al principio fue duro porque todas las tiendas me decían que no; los negocios sólo han querido desmotivarme. Ahora la gente reconoce mi marca”.
Así transcurre su vida en Valencia. Y todo esto porque a Andrés Cano le roncan los motores como a nadie.