Juan Carlos Zapata (ALN).- Llegan estos empresarios a darle la bienvenida al modelo chino. Porque suponen que en ese esquema de dos sistemas en un mismo país, prosperará el capital, y brotará la riqueza, y la economía, y habrá mecanismos de convivencia, porque así lo ha prometido Maduro. ¿No será que estos empresarios ya se rindieron?
Al primero que escuché hablar del modelo chino fue a Ricardo Fernández Barrueco. Estaba en su apogeo. Andaba comprando cuanta empresa y cuanto banco se le atravesara. Quiso comprar Digitel. Me dijo que quería comprar Polar. Negaba que Venezuela se encaminara hacia la cubanización. Me dijo: lo que viene es el modelo chino. A los seis meses, Hugo Chávez lo había sentenciado. Le quitaba todas las empresas. Cuando lo visité en la cárcel me dijo: “Me están matando”. “Me estoy muriendo”.
A un presidente de Fedecámaras le escuché decir en 2014 que los empresarios estaban felices porque estaban ganando dinero. Ese es el concepto de felicidad y empresario de aquel presidente de Fedecámaras. No pensaba en libertad de empresa. No pensaba en los controles. No pensaba en el poder único. Y el control del poder por un solo partido. Ni en la libertad de expresión. Pensaba en ganar dinero. Y ya es posible imaginar cómo se ha ganado dinero en todos estos años de chavismo. No hace falta ser empresario para ganar mucho dinero. Una empresa de maletín. Un contacto en el alto gobierno para arbitrar divisas. Una orden de importación.
Esos que le dan la bienvenida al futuro modelo chino como que no quieren darse cuenta de que el modelo es económico y es político. Que Nicolás Maduro diga a los empresarios que hay que irse “recuperando para construir un nuevo modelo”, es negar la realidad de que el modelo ya existe. Lo nuevo es que el Estado chavista no tiene dinero y está sancionado. Si Nicolás Maduro tuviera el dinero que tuvo Hugo Chávez, estaría amenazando, expropiando, estatizando, y señalando que empresa privada que no se pliegue al socialismo del siglo XXI, es empresa que no tiene el futuro asegurado. Ese es el modelo. Y hay que medirlo partiendo del principio chavista -que es el principio chino y de todo totalitarismo- que lo primero es el poder. El modelo que quería Chávez era él enquistado en el poder y toda la sociedad, la empresa y los ciudadanos, subordinados a ese poder. Cuando tuvo dinero, estableció el rentismo hasta el extremo y los venezolanos viajaban como los chinos; y estableció un modelo de control, distribución, reparto y corrupción y muchos empresarios y banqueros ganaban dinero, mucho dinero. Y los viajeros, felices, y esos empresarios, según la expresión de aquel presidente de Fedecámaras, felices.
Y surgió también la boliburguesía, y los boliburgueses comenzaron a “boliburguesear” -un verbo acuñado por un destacado industrial-, y al hacerlo, la boliburguesía se colocaba en posición de hacerse grande y poderosa, y eso no le gustó a Chávez, que, ya se ha dicho, no quería compartir el poder, como tampoco Maduro quiere compartirlo.
¿Es a este modelo al que apuestan estos empresarios? Los chinos llegaron a ese modelo y les parece bueno porque nunca antes habían conocido el capitalismo ni la democracia como los cubanos tampoco han conocido la democracia. Pero en Venezuela hubo capitalismo, y hubo democracia. Asumir el modelo chino y que lo pregonen algunos empresarios -optimistas anónimos- es claudicar en los principios, reconocer la derrota, e involucionar hasta los tiempos de la dictadura de Juan Vicente Gómez cuando no había democracia, y era empresario quien se acostaba con el régimen. Y que no digan que empresario no se mete en política porque al escoger un modelo de hecho ya se está metido en política.
¿Es a este modelo al que apuestan estos empresarios? Los chinos llegaron a ese modelo y les parece bueno porque nunca antes habían conocido el capitalismo ni la democracia como los cubanos tampoco han conocido la democracia. Pero en Venezuela hubo capitalismo, y hubo democracia.
Lo que hizo Juan Vicente Gómez es lo mismo que quería Hugo Chávez. Una empresa incondicional porque al fin y al cabo, lo decía Chávez, lo dice Maduro, lo decía el ministro de Economía de Chávez, Jorge Giordani, y lo decía el exZar de PDVSA, Rafael Ramírez, el Estado es el dueño de la renta y de los dólares y la renta la da el petróleo. ¿Acaso se les olvidó que Chávez, Maduro, Ramírez y Giordani los acusaron de haberse apropiado de esa renta? ¿De ser empresarios parásitos? ¿Que nunca arriesgaron capital propio para construir una empresa? ¿Que siempre vivieron de los subsidios del Estado? ¿Y que la corrupción comenzaba en la empresa privada? ¿Acaso se les olvidó que por allá en 2000 Chávez y Giordani coquetearon con AES y otras multinacionales para desplazar al empresariado tradicional? ¿O que el control de cambios era un instrumento político para someter a la empresa privada y los ciudadanos?
Con Chávez ni los boliburgueses tuvieron garantías. Al principio se especuló que el propósito era desplazar a un empresariado por otro cercano al chavismo. Pero ni eso. Chávez se benefició porque lo ayudaron a romper el paro petrolero. Lo ayudaron a romper el paro empresarial de diciembre de 2002. Luego ya consolidado en el poder y lleno de petrodólares, consideró que no los necesitaba más. Maduro lo que quiere es que estos empresarios lo ayuden a poner en marcha algunos sectores de la economía, incluyendo el petrolero. En el supuesto de que lo logre, y cuando vuelvan a fluir los dólares, y cuando se sienta fuerte y apoyado, se deshará de ellos, o tendrán que convivir según las reglas de Maduro, no las del capital. La verdad es que a estos empresarios -ingenuos optimistas- les pasa lo que a Ricardo Fernández. Fue el único que se creyó el cuento chino del modelo chino con Chávez. Y ya saben lo que le ocurrió.