Zenaida Amador (ALN).- No importa que el mundo entero haya visto el 23 de febrero el peor rostro del régimen de Nicolás Maduro y la violencia que fue capaz de ejercer para impedir el ingreso de la ayuda humanitaria en el paso fronterizo de Táchira entre Colombia y Venezuela, esa no es la historia oficial. Freddy Bernal justifica cada uno de sus actos que, aunque condenados por la comunidad internacional, son considerados una muestra de heroicidad por el chavismo.
El 23 de febrero el mundo vio escenas de extrema violencia en la frontera entre Colombia y Venezuela. La ayuda humanitaria internacional que Juan Guaidó intentaba ingresar al territorio nunca pudo pasar tras un ataque armado que dejó unos 66 heridos sólo en las primeras horas de la jornada en esa localidad. Civiles con armas de fuego y con los rostros cubiertos tomaron parte de la represión arremetiendo contra quienes intentaban pasar los alimentos y medicinas a Venezuela. Pero esta no es la historia que cuenta el régimen de Nicolás Maduro.
Freddy Bernal, el “protector” del estado Táchira como lo designó Nicolás Maduro, fue uno de los principales estrategas de la contención del ingreso de la ayuda humanitaria. Él asegura que del lado de Colombia “había una mezcla de bandas criminales” que atacaban “con disparos, con molotov, con rocas, con objetos contundentes, con explosivos” y del lado venezolano había “un pueblo desarmado que en su angustia ante el ataque en defender la patria se pusieron durante todo el día a romper rocas”.
Luego de la muerte de Chávez, en 2013, Nicolás Maduro incorporó a Bernal a su tren de Gobierno y lo ha tenido cerca ejerciendo roles diversos, incluso lo nombró comisario general del Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (Sebin). Bajo la cubierta de desarrollar el poder comunal, Bernal siempre ha estado ligado a las estrategias de control social y a las redes de vigilancia política
Según afirma, detrás de la ayuda humanitaria “había cuatro cuadras listas para avanzar sobre Venezuela. Era una vanguardia como de 150 criminales en el puente tratando de romper la defensa venezolana (…) Era un Caballo de Troya (…) Frenamos un ataque contra Venezuela y, por ahora, una guerra civil”.
En Táchira movilizó, según sus palabras, a 2.500 hombres y mujeres de las “tropas populares” al Puente Tienditas, 5.000 al puente de San Antonio y 4.000 al puente Francisco de Paula Santander en Ureña.
Este policía venezolano, que cada vez que puede recuerda que hizo unos cursos de operaciones especiales de inteligencia en Colombia, dice poseer información directa de oficiales de la Policía Nacional colombiana “de que vienen otras agresiones por la frontera colombo-venezolana y están tratando de montar el falso positivo para señalar que es Venezuela quien va a agredir a Colombia”. Todo estaría coordinado por Estados Unidos y eso es lo que requieren para emplear una fuerza militar contra Venezuela.
Por eso advierte “que no van a derrocar a esta revolución, no la van a derrocar, y si en el supuesto negado esa locura llegara a ocurrir será una guerra regional, no será una guerra de Venezuela. Colombia sentirá lo que es una guerra porque una guerra contra Venezuela es una guerra en territorio colombiano”. A su juicio, esa podría ser la oportunidad para que los revolucionarios pasen directamente hasta el Pacífico y así mantener la fuerza en Venezuela y liberar a Colombia de esa supuesta oligarquía que la ha pisoteado durante 200 años.
Sus actos recientes no pasan bajo la mesa. Para Diosdado Cabello, presidente de la Asamblea Nacional Constituyente, Bernal fue el “artífice de la victoria popular” del 23 de febrero, al impedir el ingreso de la ayuda humanitaria. “Gracias hermano”, le dijo. Por su parte Elías Jaua, líder del chavismo, dijo que era necesario hacer “un justo reconocimiento al compatriota Freddy Bernal por la correcta conducción política en la frontera venezolana del Táchira”.
Bernal respondió a los elogios garantizándole a Maduro: “Cuente con estos militantes del amor, para enfrentar cualquier intento de injerencia”.
Pero ¿quién es este hombre que se exhibe con armas largas ante la población y es capaz de lanzar la amenaza de una guerra con Colombia entre los aplausos de la élite del chavismo?
Brazo armado
Freddy Alirio Bernal Rosales, nacido en 1962, ha ejercido distintos cargos desde 1999, cuando Hugo Chávez llegó a la Presidencia de Venezuela. Además de parlamentario, ha sido una pieza estratégica en temas de seguridad y control, rotando por varios puestos en la administración pública, muchas veces a la sombra, pero siempre conectado con los grupos más radicales del chavismo.
Bernal ahora está promocionando una “acelerada formación ideológica, militar, y de entrenamiento concreto de la milicia nacional bolivariana” a escala nacional. Asegura que en Táchira cuenta con 40.000 hombres y es preciso entrenar a 3.000 francotiradores de Dragunov y a 2.000 en lanzamiento de cohetes Igla, con lo cual “haremos un Táchira inexpugnable”
Se le vincula con los llamados colectivos o grupos irregulares de choque que son parte del andamiaje del que Maduro se sostiene en la actualidad, pero que encuentran sus raíces en Hugo Chávez, quien estimuló la creación de un ejército paralelo bajo la excusa de que era necesario profundizar la “revolución venezolana”.
Chávez formó los primeros “Círculos Bolivarianos” en 2001 como defensores revolucionarios y les dio un lineamiento claro desde el primer día: “En esta batalla quien retrocede es un traidor”. Eran sus primeras células de ideologización que rápidamente evolucionaron a fuerzas de choque, ya que eran un sistema de aseguramiento del proceso a largo plazo, porque desde la óptica de Chávez la revolución nunca debía abandonar el poder y era necesario apelar a cualquier mecanismo para lograr el objetivo.
Freddy Bernal era alcalde de Caracas en ese entonces y fue el gran propulsor de esta iniciativa, abriendo espacios en la capital del país para que estos grupos se asentaran y se diversificaran. Luego tomaron zonas estratégicas de la ciudad desde donde coordinan sus acciones tras recibir entrenamiento y financiamiento. En la actualidad operan en al menos 10 estados de Venezuela.
Parte de estos grupos comenzaron a exponerse públicamente en arremetidas contra los “traidores” a la revolución incluso con armas de fuego. Los hechos de los años 2002 y 2003, que involucraron un golpe de Estado contra Chávez y un dilatado paro económico y petrolero en su contra, fueron claras ocasiones en las que estos grupos se presentaron como brazo civil armado al servicio del Gobierno. Freddy Bernal tuvo un rol clave en esos hechos.
El 11 de abril de 2002, cuando una marcha opositora se movilizaba al palacio de Gobierno para exigir la salida de Chávez del poder, Bernal llamó a los civiles revolucionarios a apostarse en las inmediaciones, específicamente en el Puente Llaguno, para hacer frente a la movilización. Otros accesos al Palacio de Miraflores también fueron resguardados por líderes del chavismo. Este episodio violento dejó un saldo de 19 fallecidos.
La población conoció así la existencia de los “pistoleros” de Puente Llaguno, esos civiles armados que podían actuar con impunidad y bajo el cobijo de las autoridades, y que terminaron siendo el denominador común de los colectivos chavistas.
Maduro desata el terrorismo de Estado para atrincherarse en el poder
El miedo como control
Luego de la muerte de Chávez, en 2013, Nicolás Maduro incorporó a Bernal a su tren de Gobierno y lo ha tenido cerca ejerciendo roles diversos, incluso lo nombró comisario general del Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (Sebin). Bajo la cubierta de desarrollar el poder comunal, Bernal siempre ha estado ligado a las estrategias de control social y a las redes de vigilancia política.
Freddy Bernal, el “protector” del estado Táchira como lo designó Maduro, fue uno de los principales estrategas de la contención del ingreso de la ayuda humanitaria. Él asegura que del lado de Colombia “había una mezcla de bandas criminales” que atacaban “con disparos, con molotov, con rocas, con objetos contundentes, con explosivos” y del lado venezolano había “un pueblo desarmado que en su angustia ante el ataque en defender la patria se pusieron durante todo el día a romper rocas”
No en vano es el coordinador nacional de los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP), un sistema de reparto de alimentos que va atado a la “lealtad” de los ciudadanos al chavismo, donde los grupos de control en las comunidades delatan a quienes hablan mal del Gobierno y coquetean con la oposición. En el mejor de los casos esto implica dejar a las familias fuera de las asignaciones de los CLAP.
Para Bernal es simple. “Los CLAP se han transformado en un mecanismo donde se agrupa el poder popular y el poder político, para defender al Gobierno y consolidar la revolución”.
Además, es líder de las Fuerzas de Acciones Especiales (FAES), especialmente en sus actuaciones en el estado fronterizo del Táchira.
Las FAES son uno de los organismos policiales que han desatado la más feroz represión en Venezuela en el último año. Para el Programa Venezolano de Educación-Acción en Derechos Humanos (Provea) se trata de un grupo de exterminio que ha ejecutado centenares de ejecuciones extrajudiciales.
En lo que va de 2019, las FAES se han ocupado de perseguir a quienes han protagonizado las manifestaciones en contra de Maduro en las barriadas populares. En enero, cuando cesó el período presidencial de Nicolás Maduro, fue agresivo el uso de los grupos de exterminio para reprimir, conformados por comandos de las FAES, de la Policía Nacional Bolivariana, la Guardia Nacional Bolivariana y los colectivos paramilitares. El saldo fue de “35 personas asesinadas durante las protestas y otras 8 víctimas de ejecuciones extrajudiciales en allanamientos ilegales a viviendas, donde habitaban personas que presuntamente habrían tenido participación en las manifestaciones”, según el Observatorio Venezolano de Conflictividad Social.
Días antes del 23 de febrero, la fecha fijada para el ingreso de la ayuda humanitaria al país, Bernal se dejó ver en el paso fronterizo trajeado de negro, junto a efectivos de las FAES portando armas largas, mientras aseguraba que no habría acceso al territorio nacional.
Desde tempranas horas continuamos haciendo recorrido e inspección de nuestras zonas fronterizas, nuestro puente «Francisco de Paula Santander» se encuentra en total tranquilidad, bajo el resguardo de nuestra #FANB.
Son #20AñosEnBatallaYVictoria y vamos por más! pic.twitter.com/OHex2v5EUl— Freddy Bernal (@FreddyBernal) 2 de febrero de 2019
Para InSight Crime, fundación que estudia el movimiento del crimen organizado en la región, Venezuela es un país clave en el tránsito de cargamentos de drogas. Ese es el telón de fondo que mueve a estos factores alrededor de Maduro. Asegura que “funcionarios del Gobierno en el estado Táchira crearon el Colectivo de Seguridad Fronteriza, integrando por disidentes de las FARC y el ELN. Su poder y violencia quedaron evidenciados el pasado 23 de febrero, cuando abrieron fuego para impedir el ingreso de la ayuda humanitaria disparando contra los voluntarios y civiles de la oposición”.
No hay que olvidar que Bernal fue incluido en 2011 en la Lista “Kingpin” del Departamento del Tesoro de Estados Unidos, señalado de haber facilitado la venta de armas entre el Gobierno venezolano y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). Además, lo señala como un traficante de narcóticos.
Bernal ahora está promocionando una “acelerada formación ideológica, militar, y de entrenamiento concreto de la milicia nacional bolivariana” a escala nacional. Asegura que en Táchira cuenta con 40.000 hombres y es preciso entrenar a 3.000 francotiradores de Dragunov y a 2.000 en lanzamiento de cohetes Igla, con lo cual “haremos un Táchira inexpugnable”.
“Hay que asumir que estamos en guerra”, afirma Bernal. “Hay que agarrarnos de la consigna ‘sólo el pueblo salva al pueblo’. Y ¿quién es el pueblo? Como decía el comandante Hugo Chávez: el pueblo en armas”.