Daniel Gómez (ALN).- Latinoamérica está en llamas por las protestas en Chile y en Bolivia. Antes fue el alzamiento del pueblo en Ecuador. La crisis en Argentina, otra más en un siglo plagado de problemas para el país. Y Venezuela. 20 años castigada por el Estado cleptocrático creado por el chavismo. ¿Qué está pasando? Los analistas dan respuestas al diario ALnavío.
“Detrás de los problemas de América Latina está la desigualdad económica, la desigualdad estructural, y lo peor: no existe movilidad social. Es prácticamente imposible que un hijo de obrero llegue a gerente de empresa. Hay ámbitos de exclusión que fomentan el auge del populismo. Las diferencias de clase. De raza. Y entonces llega un momento en el que escasean los recursos y todos los problemas afloran”.
Es el diagnóstico sobre Latinoamérica que ofrece al diario ALnavío el director del Instituto Iberoamericano de la Universidad de Salamanca, Francisco Sánchez. Una Latinoamérica golpeada por los estallidos sociales en Chile y Bolivia, estallidos que también se vieron en Ecuador, así como las crisis económicas que arrastran Argentina y Venezuela.
Anna Ayuso, investigadora principal para Latinoamérica del Centro de Relaciones Internacional de Barcelona (Cidob), complementa el análisis de Sánchez diciendo que “faltan estructuras igualitarias en la región”.
“Esta falta de estructuras es la base de las protestas en América. Hubo una época de bonanzas y sí, se redujo la pobreza, pero repartiendo migajas. No se implementaron mecanismos de cambios reales. No se estableció un ascensor social”, explica Ayuso.
La conclusión es que los latinoamericanos padecen un problema de expectativas frustradas. Se ve de forma evidente en Chile, donde la clase media se echa a las calles para pedir reformas por miedo a estancarse, por temor incluso de volver atrás.
“Cuando los pobres dejan de serlo, no quieren volver a la pobreza. Tienen otras aspiraciones y se sienten frustrados por el sistema”, agrega Ayuso.
Bolivia es otro caso de expectativas frustradas. No económicas, sino democráticas. Los bolivianos acudieron a las urnas para expresarse, pero el gobierno de Evo Morales los desoyó hasta en dos ocasiones.
“Ciertos gobernantes creen que la democracia es sólo plebiscitaria. Pero la democracia además de votos, también son normas. Normas que tienen que respetarse, porque si no los problemas sólo van a ir a más y a más”, señala Francisco Sánchez.
El gobierno de Chile no se libra de las protestas
Chile lleva un mes alzado contra el gobierno. “Es la imagen del hartazgo contra un modelo que no garantiza las políticas públicas necesarias. El país es el campeón macroeconómico, pero la población no lo siente así”, explica la investigadora del Cidob.
“En Chile el salario medio es de 500 euros y el país es casi tan caro como España. Además, en Chile se paga por todo. Hay una red de servicios públicos de muy baja intensidad. Se necesita seguro privado. Hay un sistema de pensiones de ahorro personal. El problema es que pocos pueden ahorrar en un contexto de un mercado desregulado e informal”, agrega el director del Instituto Iberoamericano.
El hartazgo en Chile derivó en un movimiento de protestas “descabezado que no sabe muy bien lo que pide”, dice Ayuso. Un movimiento en ocasiones violento, en parte, por “la desacertada decisión de Piñera de sacar el Ejército a la calle”, agrega Sánchez.
Lo anterior también a otro problema como es el de la desconexión de la clase política con los ciudadanos. Como dijo en entrevista con el diario ALnavío el profesor emérito de Política Internacional en la Universidad de Oldenburg, Fernando Mires, las protestas en Chile están marcando las acciones de los políticos, en vez de ser, al contrario.
¿Esto quiere decir que no haya solución? “No. La habrá. Chile es un país serio. Tiene gobierno. Tiene sector empresarial. Detrás de las protestas hay gente preparada. Se ordenarán en algún momento”, apunta Francisco Sánchez.
Aumenta la violencia en Bolivia
En el caso boliviano tampoco se avista una solución pronta. Las protestas están viviendo su tramo más duro. Fernando Camacho, un líder social de Santa Cruz, está canalizando las protestas hacia La Paz, donde se encuentra el palacio del gobierno. Ahí se están produciendo los choques más fuertes, entre seguidores del Movimiento Al Socialismo (MAS), el partido de Morales, y los opositores más radicales.
Que sea Fernando Camacho quien lidere las protestas, y no Carlos Mesa, el contrincante de Evo Morales que derivó de las urnas, pone de manifiesto la enorme polarización que vive Bolivia, dividida entre la población criolla de la sierra, y el sector indígena del altiplano.
“La sierra es un mundo aparte en Bolivia. Son diferentes de los andinos y de los indígenas amazónicos. Son una oblación criolla con un latente un sentimiento de diferenciación, descontentos con el statu quo actual. Hoy Evo Morales ha construido un sistema clientelar en torno a su persona, como en su día lo construyeron los otros”, explica Anna Ayuso.
“Entre estas dos regiones es como si hubiera dos países diferentes”, agrega Francisco Sánchez.
Estos dos países ahora se están enfrentando. Y el motivo son las expectativas frustradas en torno a lo político. La gente fue a las urnas y dijo no a Evo Morales hasta en dos ocasiones. Primero en el referéndum constitucional que desoyó, y luego en las elecciones de finales de octubre, en las que el resultado salió favorable para Morales, pero luego de un recuento dudoso. Tan dudoso que Evo Morales aceptó una auditoría que ahora lidera la Organización de Estados Americanos (OEA), con la observación de España y México.
“Aquí está el factor más interesante en Bolivia. Las protestas sabíamos que se iban a dar. Es un país en esencia violento. Que haya manifestantes que carguen con dinamita ya lo dice todo. Pero el conteo con España y México de mediadores de la OEA será clave. A la larga, esta mediación acabará quedando mal con uno de los sectores en Bolivia, porque los dos consideran que tienen la razón”, explica el director del Instituto Iberoamericano. Y añade:
“Al final es Evo Morales quien tiene el gobierno y el poder. Mientras siga estando ahí seguirá controlando los recursos públicos, y aunque pase mucho tiempo, lo resolverá para su lado”.
Ecuador fue el espejo
Antes de Chile y de Bolivia fue Ecuador. El alza en el precio de la gasolina sacó el pueblo a la calle y, sobre todo, al poderoso y organizado movimiento indígena, representado bajo las siglas de la Conaie. Sus protestas, masivas, organizadas, hicieron tambalear al presidente Lenín Moreno. Incluso se fue de Quito para refugiarse en Guayaquil. Desde allí tuvo que ceder a las protestas del sector indígena, y dar marcha atrás a las reformas, poniendo en riesgo la concesión de un préstamo del Fondo Monetario Internacional (FMI), que necesita el país para resolver el maltrecho estado de sus cuentas públicas.
“Aunque los motivos de estos estallidos sean diversos, no tengo duda que hay un efecto espejo de lo ocurrido en Ecuador en Chile y Bolivia”, dice Anna Ayuso. Incluso este germen puede venir de Hong Kong, como explicó el exministro venezolano Moisés Naím, colaborador del diario ALnavío.
Francisco Sánchez, ecuatoriano, sí que apunta que, a diferencia de Chile, en estas protestas el gobierno de Ecuador sí que quedó “herido de muerte”, ya que sacó a relucir que el equipo de Lenín Moreno “no da la talla”.
Un siglo de crisis en Argentina
En Argentina no hay protestas, pero sí crisis e inestabilidad. El presidente electo Alberto Fernández achaca la situación al mal manejo de la economía por parte de Mauricio Macri. Quien, añade, endeudó al país de forma desproporcionada y propició que se fugaran capitales de Argentina.
Aunque Macri tenga parte de la culpa, no es sólo suya. “Argentina lleva un siglo de problemas. Lleva arrastrando déficit fiscal desde hace un siglo. Es decir, que lleva 100 años gastando más que lo que ingresa. Este gasto excesivo ha hinchado el sector público de una forma medio perversa. Porque luego pasa que un pequeño número de trabajadores sostiene a un alto número de funcionarios públicos y subsidios”, apunta el director del Instituto Iberoamérica.
Es verdad que Alberto Fernández hereda un país arruinado. En recesión. Con crisis de deuda. Con cinco millones más de pobres. Con alta inflación. Pero a Macri le pasó lo mismo. Heredó de Cristina Fernández de Kirchner un país cerrado al mundo. Un país que espantaba la inversión. Y un país con un ineficiente sistema de gasto público.
“Argentina es un país con estructuras defensivas. Siempre que hay una elección hay una crisis. Nadie confía en nadie. Vienen las urnas y se ponen a sacar dinero”, agrega Francisco Sánchez.
Esto hasta Alberto Fernández lo reconoce. En la conversación publicada por RT con el expresidente de Ecuador Rafael Correa el presidente electo dice que desde que surgió el peronismo el país se partió en dos: peronistas y antiperonistas. El analista de este diario, Rogelio Núñez, investigador de la Universidad de Alcalá de Henares, también lo piensa así.
El eterno problema de Venezuela
Las expectativas frustradas, la falta de estructuras igualitarias, la construcción de sistemas clientelares en torno al poder, una clase media sin visos de futuro… Todos estos problemas que hoy golpean Latinoamérica son los que han agitado Venezuela desde que llegó el chavismo hace dos décadas. El resultado es el colapso económico, la crisis humanitaria, y el éxodo más grande que conoce el continente. Pero también la consolidación de un gobierno autoritario.
El informe de la alta comisionada para los Derechos Humanos de Naciones Unidas, Michelle Bachelet, es claro: En el régimen de Nicolás Maduro hay todo un mecanismo pensado para neutralizar a la oposición. A quien piensa diferente se le persigue, se le reprime, se le tortura, e incluso se le mata. Eso dice el informe. Se contabilizan más de 7.000 ejecuciones extrajudiciales. Existe un grupo policial al que se denomina el “escuadrón de la muerte”.
Con Hugo Chávez llegó la esperanza de un cambio. Los pobres se sintieron empoderados. Pero como dijo Anna Ayuso, se repartieron “las migajas”. Y en paralelo, se construyó un sistema clientelar. Una élite que como define el exministro Carlos Tablante, es la de un Estado cleptocrático.
No hay funcionarios de la cúpula de Nicolás Maduro, ni de la cúpula de Hugo Chávez, sobre los que no pese la sombra de la corrupción. Lo último es la denuncia del exjefe del Sebin, Cristopher Fighera. El general que se le fue a Maduro dijo a KonZapata que la criptomoneda petro es un invento del régimen para enriquecerse minando bitcoins y otras divisas digitales.