Daniel Gómez (ALN).- Será porque 2020 es un año de pandemia, pero la mayoría de las tecnologías más prometedoras para el Foro Económico Mundial y la revista Scientific American, se incluyen en el campo de la medicina. Desde agujas diminutas e indoloras, hasta algoritmos y modelos matemáticos que generan pacientes virtuales.
El Foro Económico Mundial y la revista Scientific American acaban de publicar el top 10 de tecnologías emergentes 2020. Y como era de esperar en el año del coronavirus, la mayoría de estas innovaciones se incluyen en el campo de la medicina.
Microagujas. Se trata de agujas diminutas. No más profundas que una hoja de papel y con la misma anchura que un cabello humano. Gracias a ellas se podrían hacer inyecciones sin dolor. Penetrarían la piel, pero sin alterar las terminaciones nerviosas. Se podrían incorporar a las tradicionales jeringas, pero también mezclarse en cremas. Lo mejor es que como “su uso no requiere equipos costosos o altos niveles de capacitación, las pruebas y el tratamiento podrían realizarse en áreas desatendidas, haciendo que la atención sea más accesible”.
Química solar. Para elaborar productos químicos se necesitan combustibles fósiles. Hasta ahora, pues se ha descubierto que la luz solar puede convertir el dióxido de carbono en productos químicos útiles, como medicinas, detergentes, fertilizantes y hasta textiles.
Pacientes virtuales. No se trata de atender al paciente a través del móvil. No. El objetivo es cambiar al humano, al paciente, por simulaciones para hacer que los ensayos clínicos sean “más rápidos, seguros y baratos”. Ya existen modelos matemáticos y algoritmos para generar órganos, cuerpos y sistemas que funcionan como los originales.
Computación espacial. No es sólo hacer una representación digital estática del mundo real. Es ir un paso más allá y conseguir que ese entorno virtual se mueva al mismo ritmo que el físico. “Esta tecnología traerá nuevos desarrollos en la forma en que las personas y las máquinas interactúan, en la industria, la atención médica, el transporte y el hogar”.
Medicina digital. No se trata de remplazar a los médicos ni sus diagnósticos. El objetivo es que aplicaciones y herramientas, como los relojes inteligentes, puedan detectar latidos cardiacos irregulares, trastornos respiratorios, depresión, Alzheimer…
Aviación eléctrica. Empresas como Airbus y la propia agencia espacial estadounidense, la NASA, ya están trabajando en esta tecnología. Hay alrededor de 170 proyectos de aviones eléctricos en desarrollo, principalmente para viajes privados, corporativos y de cercanías. Viajes que reducirían las emisiones de carbono, de ruido y abaratarían los costos del combustible.
Cemento con bajo contenido en carbono. El 8% de las emisiones globales de CO2 las genera la producción de cemento. Por eso muchos investigadores están elaborando nuevas recetas para que esta mezcla sea más sostenible.
Computación cuántica. La computación cuántica ya existe. Pero es cara y difícil de implementar. Por eso cada vez se van desarrollando nuevos sistemas que permitirán que los coches conduzcan por sí solos o incluso, monitorear la actividad cerebral de una persona.
Hidrógeno verde. Hay empresas, como la española Iberdrola, que ya están desarrollando este tipo de tecnología. En la actualidad el hidrógeno es responsable del 2% de las emisiones de carbono que van a la atmósfera. Pero existe una fórmula para convertirlo en una fuente de energía limpia. La clave está en la corriente eléctrica con la que se separa el hidrógeno del oxígeno que hay en el agua. Si esa electricidad proviene de energías limpias, se puede conseguir hidrógeno verde.
Síntesis del genoma. Alterar el material genético de los microbios ya es posible. El objetivo es que se pueda modificar el de cualquier cosa. Esto permitiría a los científicos “diseñar plantas resistentes a patógenos, ayudar a producir vacunas y otros tratamientos, o que nosotros escribamos nuestro propio genoma, abriendo la puerta a un posible uso indebido, por supuesto, pero también a curas para enfermedades genéticas”.