Leticia Núñez (ALN).- Cilia Flores y Rosario Murillo son más que las primeras damas de Venezuela y Nicaragua, respectivamente. Se dice que representan el verdadero poder detrás del trono que ocupan sus esposos: Nicolás Maduro y Daniel Ortega. Lo cierto es que son muy distintas a otras mujeres que han ejercido el poder en América Latina, como Michelle Bachelet, expresidenta de Chile, y Laura Chinchilla, de Costa Rica. Expertos consultados por ALnavío las definen como “autoritarias al punto de tener prácticas nepóticas”.
El Daniel Ortega de hoy no se puede entender sin Rosario Murillo. Su esposa. Su vicepresidenta. De igual forma, tampoco se comprendería bien a Nicolás Maduro sin Cilia Flores. Y es que Murillo y Flores son algo más que las primeras damas deNicaragua y Venezuela, respectivamente. Aunque Flores prefiere que la llamen ‘primera combatiente’. Muchos ven en ellas el auténtico poder. Quienes mueven los hilos en dos regímenes autoritarios, cada vez más aislados a nivel internacional y sin prácticamente más aliados que ellos mismos, Cuba y Bolivia.
Porque Murillo y Flores tienen ansia de poder, pero lo ejercen con puño de hierro. Nada tienen que ver sus prácticas con las del resto de mujeres que han ocupado puestos de relevancia a lo largo y ancho de América Latina. “Son dos mujeres autoritarias frente a las presidentas recientes que se han ajustado al Estado de derecho y no han dado motivos para ser tildadas de tiranas”, explica a ALnavío Alfredo Rodríguez, director del Máster en Políticas Públicas de Seguridad en la Universidad Camilo José Cela (Madrid).
Ahí está Michelle Bachelet, quien gobernó Chile de 2006 a 2010 y de 2014 a 2018, y que acaba de ser nombrada Alta Comisionada de Derechos Humanos ante las Naciones Unidas.
Ahí está también el caso de la expresidenta de Costa Rica Laura Chinchilla, quien precisamente ha denunciado que “Nicaragua y Venezuela están tomadas por las mafias”. A finales de julio, junto con otros seis exmandatarios costarricenses, enviaron un documento a la ONU solicitando una intervención internacional en Nicaragua.
“Son dos mujeres autoritarias frente a las presidentas recientes que se han ajustado al Estado de derecho”
A ninguna otra primera dama latinoamericana se le atribuye un papel despótico. Todo lo contrario. La de Panamá, por ejemplo, recibió en marzo el ‘Premio Liderazgo 2018’ por parte de la Asociación de Mujeres Unidas por la Paz. A Lorena Castillo de Varela, esposa de Juan Carlos Varela, le reconocen su trabajo en la región en la promoción de los derechos humanos y el empoderamiento de las mujeres.
Mientras, la primera dama de Argentina, María Juliana Awada, permanece siempre al lado de Mauricio Macri. Siempre comedida. Haciendo gala de la cercanía y la calidez e interesada por la moda, el arte, la infancia y la alimentación saludable. Y a otras como la primera dama de Perú, Maribel Díaz, apenas se la conoce. Como sus padres, es educadora. El presidente, Martín Vizcarra, apenas se refirió a ella en una ocasión en redes sociales, donde dijo: “Esa profe que está a mi lado y me da fuerzas para seguir adelante. Esa profesora es mi esposa Maribel”.
Por su parte, la mujer de Lenín Moreno, Rocío González, es el rostro social del Gobierno ecuatoriano. Entre otras cuestiones, González es la presidenta del Comité Interinstitucional del plan Toda una Vida, que coordina las políticas públicas en programas como Mis Mejores Años, Menos Pobreza Más Desarrollo, Casa Para Todos, Plan Mujer y Misión Ternura.
María Juliana Ruiz es desde la semana pasada la primera dama de Colombia, donde Iván Duque tomó posesión. Es abogada, trabajó más de 10 años en la OEA y según ha manifestado, está interesada en apoyar a su esposo en temas de educación, cultura y salud. Un caso distinto es el de México. La mujer de Andrés Manuel López Obrador, Beatriz Gutiérrez, rehúsa que le llamen primera dama. Quiere romper con esa tradición. Lo considera algo “clasista”. López Obrador asumirá el poder el 1 de diciembre.
En el extremo opuesto están Murillo y Flores. “Son autoritarias al punto de tener prácticas profundamente nepóticas. Se rodean de familiares en cargos claves para garantizarse fidelidad y obediencia ciega a órdenes que contravienen principios democráticos”, asegura al respecto José Vicente Carrasquero, profesor de Ciencia Política en la Universidad Simón Bolívar. Eso sí, “dejan espacio para que sus maridos luzcan como quienes ejercen el poder por encima de todo”, afirma en declaraciones al diarioALnavío.
“Se dice que Murillo es la verdadera mandataria”
En el caso de Nicaragua, los hijos del matrimonio Ortega-Murillo tienen el monopolio de la televisión estatal. De nueve canales de señal abierta, ocho son controlados por la familia. Sus hijos Maurice, Camila, Luciana, Daniel Edmundo, Carlos Enrique y Juan Carlos dirigen las emisoras 4, 8 y 13, además del sistema informativo de Canal 2. El 6 es gubernamental (Ver más: Los hijos de Ortega tienen el monopolio de la TV en Nicaragua).
Igual que Murillo, en su paso por la Administración pública, Flores ha procurado colocar a sus familiares en puestos clave
“De Murillo se dice desde hace tiempo que es la verdadera mandataria del país y que Ortega es su brazo ejecutor”, señala a ALnavío Alfredo Rodríguez.
Dicen que Ortega carece de la energía y la ambición que a Murillo le sobran. Ambos están obsesionados con el poder. Pero mientras el primero se cree destinado a merecerlo, la segunda trabaja todos los días para conseguirlo, tal como señala el periodistaFabián Medina en La Prensa. Ambos gobiernan con puño de hierro. Desde que estallaron las protestas a mediados de abril, la represión de la policía y fuerzas paramilitares ha dejado más de 440 muertos y miles de heridos.
“Ella es la que manda y él es un florero” y “Rosario es la que se mete en todo y el auténtico poder detrás del trono” son algunas declaraciones que hizo al periódico El Mundo gente cercana a la pareja. Pero no sólo eso. También recalcan que Murillo no tiene escrúpulos a la hora de morder a quien se vuelva un estorbo. Que su marido, simplemente, la deja hacer. Porque nadie como ella para conservar el poder.
Cilia “tiene un carácter, candela pura”
En la línea de Murillo está Flores, la esposa de Maduro. “Estas señoras tienen mucho poder. Diría que Cilia más que Rosario porque Ortega es un líder político de larga experiencia mientras que Maduro es un político de rango medio que llega al poder por herencia y no por lucha propia. El papel de Cilia es más distinguido que el de Maduro”, asegura Carrasquero.
Cilia es un animal político que a lo largo de los años ha conquistado cuotas de poder -fue presidenta de la Asamblea Nacional de 2006 a 2011- en el seno del oficialismo. “Tiene un carácter, candela pura”, reconoció el propio Maduro en una de sus alocuciones. Ambos se conocieron en 1997 en una asamblea en Catia (Caracas). Se casaron en 2013. Para entonces Maduro ya era presidente de Venezuela (cargo que asumió oficialmente el 19 de abril de ese año).
Igual que Murillo, en su paso por la Administración pública, Flores ha procurado colocar a sus familiares en puestos clave. Cuando en 2007 el Poder Legislativo convocó un concurso de credenciales para llenar cargos vacantes, los allegados de Flores, quien entonces era presidenta de la Asamblea Nacional, fueron casi todos seleccionados, como informó el periódico El Mundo. No quedó ahí la cosa: dos de los siete miembros del jurado eran su prima y su nuera y avalaron la contratación de 13 familiares.
Y hablando de familia, cabe destacar que un tribunal de EEUU condenó a dos sobrinos de Flores –Efraín Campo Flores y Francisco Flores de Freitas– en diciembre de 2017 a 18 años de cárcel por narcotráfico. Planeaban ingresar en el país 800 kilos de cocaína.
Según Carrasquero, el único antecedente similar al de Murillo y Flores en América Latina es Cristina Fernández de Kirchner, “aunque con diferencias que vale la pena mencionar y es su capacidad de valerse por sí misma en política antes y después de la muerte de su marido”. Asimismo, el experto destaca que la expresidenta argentina “no tuvo mucho espacio institucional para cometer las tropelías que hemos visto en Venezuela y Nicaragua”.
Cuba retoma el papel de la primera dama
En el caso de Cuba cabe destacar que ni Fidel ni Raúl Castro tuvieron mujeres en cargos relevantes. El término de primera dama era considerado un “rezago del capitalismo”, tal como explica el profesor cubano Carlos Alzugaray en declaraciones a BBC Mundo. Al punto de que Fidel Castro nunca reveló si tenía esposa. En el caso de Raúl Castro, aunque su mujer Vilma Espín sí tuvo cierta relevancia en el panorama político cubano, se negó a ser reconocida con un título que, en la tradición castrista, se asociaba con “el pasado burgués”.
Con el nombramiento de Díaz-Canel como presidente cubano, se retoma la figura de la primera dama
Según Carrasquero, “la mentalidad atrasada de los Castro daba poco espacio para las mujeres. Es más un asunto cultural y hasta machista que meramente político”.
Con el nombramiento de Miguel Díaz-Canel como presidente cubano el pasado abril, se retoma la figura de la primera dama. DeLis Cuesta se sabe que tiene 47 años, 10 menos que su marido, y que estudio en el Instituto de Ciencias Pedagógicas de Holguín, donde hizo una licenciatura y una maestría.
Cuesta comenzó a aparecer ante la audiencia cubana en los últimos tres años, a medida que Díaz-Canel iba ganando protagonismo en la escena política. Recibió la mayor atención el pasado marzo, cuando acudió de la mano de su marido a participar en las elecciones de candidatos a la Asamblea Nacional en Santa Clara.