Pedro Benítez (ALN).- El secretario de Estado de EEUU, Rex Tillerson, admite entre líneas que su país se descuidó con Venezuela. Por años se toleró o ignoró la consolidación de un régimen dictatorial y económicamente desastroso. La gira de Tillerson es el anuncio de que se inicia una nueva etapa para la crisis venezolana.
Que Venezuela sea el centro de las más recientes declaraciones y de la gira de Rex Tillerson, secretario de Estado de un gobierno republicano, donde la mayoría de los miembros son empresarios y generales, encabezado no por cualquier político conservador norteamericano sino por Donald Trump, y que Tillerson venga de ser el director ejecutivo de Exxon Mobil, una de las dos mayores corporaciones petroleras del mundo, parecieran ser suficientes razones para poner en guardia todos los viejos prejuicios anti-yanquis latinoamericanos.
Después de todo, el argumento básico del chavismo consiste en afirmar que todas las dificultades de Venezuela se originan en el interés de Estados Unidos por sus reservas de hidrocarburos.
A primera vista la idea luce redonda y así el señor Tillerson pareciera ser el enemigo perfecto para el régimen de Nicolás Maduro. Pareciera, si no fuera por un detalle:
Los ingresos del gobierno de Maduro están en manos de Estados Unidos. Esa es su gran debilidad estratégica
La producción petrolera de Estados Unidos acaba de rebasar la barrera de 10 millones de barriles al día, superando el nivel de los años 60 del siglo pasado cuando alcanzó el punto máximo de nueve millones, desplazando a Arabia Saudí y a Rusia como los mayores productores del mundo. Pero no sólo eso, el consumo viene disminuyendo de 21 millones de barriles en 2007 a 17 millones en la actualidad. Y además, ya es autosuficiente en gas natural, superando en producción a la Federación Rusa.
De modo que el mayor consumidor de energía del mundo, el que en los últimos 100 años ha sido el principal comprador del petróleo venezolano, depende cada día menos de los hidrocarburos importados.
Nuevamente, como ha ocurrido en los últimos 250 años, la tecnología vuelve a desafiar los pronósticos. En Estados Unidos ha ocurrido un cambio tecnológico que ha revolucionado la explotación de los hidrocarburos no convencionales. La revolución “shale oil” estadounidense. Mediante técnicas de perforación no convencionales como la fracturación hidráulica se consigue incrementar la extracción de gas y petróleo del subsuelo.
Mientras que en Venezuela se pretendía construir el Socialismo del siglo XXI, la industria energética de Estados Unidos conseguía incrementar la extracción de petróleo no convencional en su propio territorio a un nivel equivalente al de toda la producción venezolana en su mejor momento.
Y además, el mundo pareciera estar al borde de otro cambio tecnológico todavía más transcendental con el desarrollo de los automóviles eléctricos. Así se cumpliría la profecía del exministro de petróleo del reino saudí, el jeque Ahmed Zaki Yamani, según la cual la era del petróleo se acabaría y no por falta de este recurso.
La era del chantaje petrolero pasó a la historia
A lo anterior súmese la apertura petrolera en México y el incremento de las exportaciones de ese rubro de países como Colombia y Brasil. Estamos en una etapa del negocio que los expertos en la materia consideran dominada por los compradores. La era del chantaje petrolero que ciertos regímenes quisieron imponer a los países ricos importadores de petróleo pasó a la historia.
Siendo EEUU el primer destino de las exportaciones petroleras de Venezuela (en 2016 le compró aproximadamente 741.000 barriles al día) y su tercer suministrador, esta satisfacía entonces sólo el 9% de las importaciones de la potencia del norte. Los ingresos del gobierno de Maduro están en manos de Estados Unidos. Esa es su gran debilidad estratégica.
Por todos estos motivos la caída de la producción y las exportaciones petroleras venezolanas no ha afectado a Estados Unidos.
De modo que no es oro negro lo que Rex Tillerson busca con Venezuela. Si esa fuera la razón el gobierno de Nicolás Maduro hubiera ya alcanzado un acuerdo de convivencia con Washington, tal como su antecesor, Hugo Chávez, tuvo uno no escrito con Bill Clinton, George W. Bush y Barack Obama, y como él mismo buscó con Trump a su llegada a la Casa Blanca. No por casualidad Citgo, filial de Petróleos de Venezuela S.A. (PDVSA), aportó 500.000 dólares en enero de 2017 al comité responsable de organizar la ceremonia de su toma de posesión. ¿Qué busca entonces?
Venezuela ha pasado de ser un factor de estabilidad a uno de inestabilidad en la región, tal como Tillerson expuso antes de empezar su gira
La insólita crisis venezolana ha puesto al Gobierno de EEUU en el ojo del huracán. No pasa una semana sin que el país sea noticia por una mala razón y a eso se suma un creciente problema para sus vecinos por la creciente crisis migratoria (Leer más: La crisis migratoria desborda la frontera de Venezuela y Colombia).
Venezuela ha pasado de ser un factor de estabilidad a uno de inestabilidad en la región, tal como Tillerson expuso en la Universidad de Texas antes de empezar su gira. Admite entre líneas que su país se descuidó con Venezuela. Durante años se toleró o ignoró la consolidación de un régimen dictatorial y económicamente desastroso. Ahora llegó el momento de actuar, aunque pareciera no tenerse claro cómo.
Además, el jefe de la diplomacia de Washington admitió que China y Rusia han penetrado Latinoamérica amenazando sus valores democráticos y, por supuesto, socavando la influencia de EEUU.
El apuntalamiento político y militar de Rusia puede ser la tabla de salvación del régimen de Maduro, como lo fue para Bashar al-Assad en Siria. Es de suponer que en Washington se han paseado por esa posibilidad.
El funcionario de alto nivel de esa Administración que mejor conoce a Rusia es precisamente Tillerson, quien tiene una relación personal con Vladimir Putin y su asesor Igor Sechin. De hecho, uno los mayores logros de su carrera empresarial fue ampliar los intereses de Exxon Mobil en ese país.
Por otro lado Tillerson coincide en el gobierno de Trump con otro personaje que conoce muy bien Venezuela: el general John Kelly, jefe de Gabinete de la Casa Blanca, exjefe del Comando Sur y probablemente el hombre más poderoso de la Casa Blanca luego del propio presidente.
En los últimos meses la Administración norteamericana ha actuado discretamente, tras bastidores, esperando que las negociaciones entre el Gobierno y la oposición de Venezuela, amparadas por la comunidad democrática latinoamericana, dieran algún resultado. De cerrarse esa posibilidad en las próximas horas, tomarán la iniciativa del problema el empresario y el general, Rex Tillerson y John Kelly.
La gira de Tillerson es el anuncio de que se inicia una nueva etapa para la crisis venezolana (Leer más: Rex Tillerson llama a todos los países a apoyar a los venezolanos frente a Maduro).