Daniel Gómez (ALN).- En la madrugada del 21 de marzo, la Fuerza Armada de Venezuela emprendió un operativo militar contra un grupo irregular de la frontera en La Victoria, estado Apure. Una semana después, 4.741 personas han tenido que abandonar sus casas como consecuencia del conflicto para instalarse en el municipio de Arauquita, Colombia. Esto son más de 1.400 familias con necesidades alimenticias, sanitarias y de protección, según las ONGs que trabajan en la zona.
La situación en la frontera entre Venezuela y Colombia es de caos.
El conflicto entre la Fuerza Armada de Venezuela y un grupo delictivo de la frontera ha provocado el desplazamiento de 4.741 personas de la localidad venezolana de La Victoria hasta el municipio colombiano de Arauquita. Así lo afirma el último censo oficial.
Al principio, los desplazados usaban el paso fronterizo de “Las Canoas”, una ruta fluvial ahora bloqueada por las autoridades.
Como el cruce oficial más cercano se encuentra a 100 kilómetros de La Victoria, la mayoría está recurriendo a cruces informales. Además de las trochas, están atravesando por el río Arauca y otros afluentes menores en canoas de dudosa estabilidad.
A esto hay que sumarle la crisis de la gasolina que azota a Venezuela. Escasea el combustible y esto provoca que muchas embarcaciones no tengan con qué arrancar. Por eso se está usando el combustible como moneda de pago para salir de La Victoria hacia Arauquita.
Con el fin de monitorear la situación de los desplazados venezolanos, la Oficina para la Coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU y el Grupo Interagencial sobre Flujos Migratorios han elaborado un informe para identificar las necesidades de estos migrantes.
Estos son algunos de los datos recolectados:
– Entre los 4.700 desplazados hay 1.427 familias.
– Más de 1.700 son niños y adolescentes.
– Unas 140 son mujeres embarazadas o que acaban de dar a luz.
– El 83% de los desplazados son venezolanos y el 17% colombianos retornados.
Este lunes, las autoridades colombianas del Puesto de Mando Unificado admitieron un subregistro en las cifras. Por lo que la respuesta a esta crisis supone un desafío mayor.
Necesidades alimentarias
Pese a la escasez de datos, las primeras investigaciones hablan del acceso a comida “como una necesidad principal”. Aunque existen suficientes alimentos, la falta de recursos y la lejanía de los mercados principales suponen una complicación.
Uno de los retos que se marcan las ONGs es garantizar el acceso a tres comidas diarias a los desplazados.
“Se requiere tener en cuenta entregas con enfoque diferencial que consideren las necesidades particulares en la alimentación de algunos grupos poblacionales como adultos mayores, personas en condición de discapacidad, recién nacidos, mujeres lactantes y embarazadas. Sigue siendo necesaria la asistencia con kits de lactancia y nutrición para niños, toda vez que hay una alta demanda de estos insumos para la preparación de coladas y sopas”, apunta el informe.
Protección
Una semana después del conflicto, muchos niños y adolescentes no acompañados siguen sin ser identificados. A esto se suman las familias que abandonaron La Victoria sin portar ningún documento de identidad, lo que complica la respuesta de las autoridades y ONGs.
Por otro lado, están los riesgos propios de la frontera. Aparte del conflicto entre el Ejército venezolano y los grupos irregulares, en la zona hay actores armados, así como minas y otros materiales de guerra peligrosos, como municiones sin explotar, en las orillas del río Arauca.
El informe recuerda que, aunque desde Venezuela lanzan mensajes motivando el retorno de los desplazados, “las personas manifiestan sentirse en riesgo e inseguras frente a la veracidad de los mensajes”.
Falta de agua
Quizá el acceso a agua y saneamiento es uno de los puntos que más preocupan. En la comunidad indígena de El Vigía, Colombia, las personas están consumiendo agua directamente del río.
En el área urbana de Arauquita, el alcantarillado está en riesgo de colapso. Además de la crisis migratoria, la temporada de lluvias ha provocado un crecimiento del río Arauca, por lo que hay un riesgo de inundación que podría “contribuir al colapso” de estos sistemas.
Las investigaciones también señalan la falta de duchas y lavamanos en los puntos de concentración. Escasean también productos de higiene básicos como gel de manos, tapabocas, alcohol y jabón.
Riesgos sanitarios
El tema sanitario también preocupa. El 23 de marzo, la Unidad Administrativa Especial de Salud de Arauca emitió una declaratoria de alerta amarilla hospitalaria para el departamento. Lo hizo por “la saturación de los servicios de salud y la contingencia ante posibles emergencias asociadas a la crisis”.
Mientras, la Cruz Roja Colombiana está desplegando una campaña de “atención primaria en salud, entrega de medicamentos, orientación en salud sexual, así como atención en salud mental y apoyo psicosocial”.
Transporte humanitario y alojamiento
Otra de las consecuencias de esta crisis migratoria es el desbordamiento de Arauquita. Por eso, dice el informe que “se debe considerar la asistencia con más colchonetas en los alojamientos temporales, así como la ampliación de estos, en paralelo con la consideración de otras opciones y lugares de alojamiento”.
De hecho, la previsión es que continúe aumentando el número de desplazados, por lo que el riesgo de que esta crisis desemboque en una situación de hacinamiento es real.
El suministro de camas, sábanas, cobijas, colchones, colchonetas, carpas, toldos, ropa, zapatos y plásticos para protegerse de la lluvia es bien recibido en este momento.
Educación
Que haya más de 1.700 niños y adolescentes desplazados hace necesario que en la frontera con Venezuela se habiliten puestos de educación. Ya sean espacios de aprendizaje temporal, o talleres para mantener a los jóvenes activos.
La salud psicológica de los más pequeños también preocupa. “La continuidad de los bombardeos en cercanías de sus lugares de acogida les representa impactos en su salud mental”, agrega el informe.