Pedro Benítez (ALN).- Por sus obras los conoceréis, reza el Evangelio. Para saber el auténtico motivo de la visita a Venezuela de Michelle Bachelet basta con revisar su informe del pasado 20 de marzo de 2019 ante el Consejo de Derechos Humanos de la ONU. Para conocer la opinión que Nicolás Maduro tiene sobre la actual labor de la expresidenta chilena sólo hay que recordar todas las trabas que le ha puesto a esta visita.
Con la alta comisionada de Naciones Unidas para los Derechos Humanos y expresidenta de Chile, Michelle Bachelet, Nicolás Maduro ha intentado reeditar aquella versión de los pueblos falsos con los que el acorazado Potemkin supuestamente engañaba a la zarina Catalina de Rusia.
La autopista que une el aeropuerto internacional de Maiquetía con Caracas fue alumbrada (cosa muy poco usual), se redobló la seguridad en las vías que transitaría la expresidenta en su paso por la ciudad y según la información suministrada por la periodista especializada en la fuente militar, Sebastiana Barráez, las celdas del Servicio Bolivariano de Inteligencia (Sebin) fueron aseadas y pintadas. Eso incluyó un operativo médico, todo con la intención de disimular por algunas horas las auténticas condiciones de los presos políticos.
La intención por parte de los funcionarios de Maduro y la red de medios públicos que controlan es evidente: usar la visita de Bachelet para demostrar que ellos son el gobierno legítimo de Venezuela y sembrar desconfianza sobre la auténtica intención de la expresidenta.
Esta versión es consistente con los esfuerzos de los funcionarios de Maduro por dar una imagen de normalidad del país, al recibir a la expresidenta Bachelet con toda la pompa posible y medidas de seguridad que incluyeron su salida por la puerta trasera de la sede de la ONU en Caracas, a fin de que no se topara con una de las varias manifestaciones ocurridas en la ciudad que pretendían llamar la atención de la ilustre visitante.
El canciller de Maduro, Jorge Arreaza, sólo requirió unos pocos minutos en sus palabras de recibimiento para afirmar una serie de inexactitudes sobre la realidad de Venezuela, sus causas, e incluso sobre la actitud y opinión reciente del régimen acerca de la alta comisionada de la ONU.
La intención por parte de los funcionarios de Maduro y la red de medios públicos que controlan es evidente: usar la visita de Bachelet para demostrar que ellos son el gobierno legítimo de Venezuela y sembrar desconfianza sobre la auténtica intención de la expresidenta.
Pero para que ese propósito sea efectivo es necesario que Maduro engañe a Michelle Bachelet o ella se preste a la farsa.
Tomando en cuenta la abrumadora realidad venezolana y el demoledor informe presentado por ella misma el pasado 20 de marzo de 2019 ante el Consejo de Derechos Humanos de la ONU eso luce imposible. Nicolás Maduro, Jorge Arreaza y compañía pueden en esta ocasión engañar a algún incauto. Pero la dos veces presidenta chilena no lo es.
No necesita entrar a una cárcel o a un hospital de Venezuela para saber qué ocurre adentro. El denominado “informe oral de actualización sobre la situación de derechos humanos en la República Bolivariana de Venezuela” preparado por su equipo es la más completa e importante denuncia sobre el estrepitoso fracaso del chavismo en el poder.
Ese informe arranca con una denuncia de carácter político: “Las autoridades (Maduro y sus funcionarios) se han negado a reconocer las dimensiones y la gravedad de la crisis en materia de cuidados médicos, alimentación y servicios básicos…”. Además de hacerse eco de las denuncias sobre los asesinatos cometidos por las siniestras Fuerzas de Acciones Especiales (FAES).
Esto en boca de una expresidenta con la trayectoria política de izquierda de Bachelet es una condena histórica al chavismo. A cualquiera que quiera hacerle oposición a Maduro le basta con citar ese documento.
En realidad los datos sobre la magnitud de la tragedia venezolana son inocultables y están siendo difundidos por distintos organismos internacionales.
Por ejemplo, según la agencia de la ONU para los refugiados (Acnur) cuatro millones de venezolanos han abandonado el país en los últimos años (cada día 5.000 dejan sus hogares), lo que constituye la mayor crisis de desplazamiento forzoso que ocurre en estos momentos en todo el mundo. Negar esto, como hoy pretende Maduro es como intentar tapar el sol con un dedo. Michelle Bachelet lo sabe.
La portavoz de la condena
Desde que llegó a su primera presidencia en 2006 coincidiendo con el mejor momento del chavismo, a esta parte, ha podido observar el terrible daño que en la sociedad venezolana ha provocado esta versión de la izquierda caníbal.
De todos los presidentes chilenos, con quien el expresidente Hugo Chávez tuvo mejor relación fue con Bachelet. Hoy ella es la portavoz de la condena a las consecuencias de su paso por el poder y también de su sucesor y heredero. Por eso es que desde el año pasado el régimen de Maduro ha colocado todas las trabas posibles para que no fuera.
Aquí están las primeras mentiras que el régimen de Maduro le lanzó a Bachelet
Hoy Maduro hace control de daños aparentando una victoria política y poniendo buena cara ante una visitante incómoda. Sólo la alta dosis de cinismo que caracteriza a los funcionarios chavistas les permite disimular lo que a fin de cuentas debería ser una cuestión de vergüenza para cualquier gobierno de la tierra.
Por su parte, Michelle Bachelet desde su posición en Naciones Unidas no se sumará al coro de los más radicales opositores contra Maduro. No lo necesita. Su presencia en Caracas es una denuncia contra el régimen, no una muestra de apoyo.
Nicolás Maduro no puede engañar a Michelle Bachelet, otra cosa es que la expresidenta quiera aparentar que la engaña. Ese no parece ser su propósito.