Daniel Gómez (ALN).- En los laboratorios de AlgaEnergy trabajan a destajo para conseguir que los biocombustibles de algas y cianobacterias sean rentables. Hasta el punto de que los aviones, responsables de 2,5% de las emisiones de CO2 a nivel mundial, puedan aprovechar esta energía. “Estamos en la buena dirección”, afirma Carlos Rodríguez-Villa, director general de la compañía, a ALnavío. AlgaEnergy es, según la Comisión Europea, una de las pymes más prometedoras del continente.
Las microalgas pueden cambiar el mundo y esta empresa española lo sabe. AlgaEnergy, fundada en 2007, ha desarrollado una gama de productos útiles en agricultura, nutrición y energía. De hecho, sus biocombustibles tienen el potencial de ser usados en aviones.
“Esa es nuestra ambición”, asegura al diario ALnavío Carlos Rodríguez-Villa, director general de AlgaEnergy. Buena parte de sus investigaciones van en esta línea. Buscan un “avance disruptivo” que les permita ser competitivos frente a los combustibles de avión tradicionales.
“Estamos en la buena dirección. En los últimos cinco años hemos logrado abaratar los costes a un tercio del punto de partida. Además, ya sabemos con certeza, y por el resultado de nuestros trabajos, que un biocombustible obtenido a partir de microalgas es eficiente”, comentó el directivo.
Rodríguez-Villa: “Un biocombustible obtenido a partir de microalgas es eficiente”
Los aviones son uno de los vehículos más contaminantes del planeta. Son responsables de 2,5% de las emisiones mundiales de dióxido de carbono (CO2). Por si fuera poco, emiten a la atmósfera otro tipo de gases que son todavía más contaminantes. Como el óxido de nitrógeno, azufre, humo y vapor de agua.
La microalgas son una materia prima de alta calidad. En nutrición destacan por su valor proteico, el mayor del planeta. También son ricas en ácidos grasos. La prueba es que son la fuente original por la que los peces consiguen omega-3. Además, los pigmentos de estos microrganismos contienen un alto contenido en antioxidantes, vitaminas y carbohidratos.
En lo referente a la energía, las microalgas tienen un potencial “de lo más prometedor”. Los motivos, explica Rodríguez-Villa, son dos. Por un lado, su principal nutriente es el CO2. Y por otro, se pueden cultivar utilizando aguas residuales. Esto significa que las microalgas “no compiten con otras fuentes de alimentación al no precisar de terrenos agrícolas”. Además, “son tan productivas que permiten hasta una cosecha diaria”.
Las microalgas también son un ejemplo de economía circular. De reciclaje. En Arcos de la Frontera, Cádiz, en una central de 10.000 metros cuadrados propiedad de la energética española Iberdrola, AlgaEnergy aprovecha el CO2 de las chimeneas de la planta para cultivar microalgas.
El cultivo de las microalgas
Al hablar de algas lo lógico es pensar en el mar. En que esta empresa consigue sus cultivos del agua salada. No es así. Se trata de un proceso de varias etapas que comienza en un laboratorio.
“Ahí se generan y mantienen los inóculos en pequeños volúmenes, con el fin de generar células jóvenes y sanas de las estirpes que han sido seleccionadas en función de la aplicación”, explica Rodríguez-Villa.
Agrega que “el objetivo es disponer volúmenes de cultivo de gran calidad, con densidad celular optima, y en cantidad suficiente, que permitan posteriormente arrancar cultivos a escala industrial”.
De ahí surgen las microalgas y las bacterias que quieren poner en marcha los aviones y otro sin fin de cosas. Uno de los productos más destacados de AlgaEnergy tiene que ver con la agricultura. Se trata de un bioestimulante 100% natural. Asegura el directivo que “es el complemento perfecto para cualquier tipo de cultivo” ya que “optimiza el rendimiento de los terrenos tanto en términos cuantitativos y cualitativos”.
No precisa números, pero confirma que los incrementos de mejora son de doble dígito. Y eso contribuye “a fortalecer tanto la capacidad productiva de los terrenos agrícolas como su rendimiento económico”.
La acuicultura, el cultivo en agua, también se puede ver optimizado con las microalgas. Sucede algo similar con productos de cosmética y nutrición, tanto de personas como de animales. Todo ello se está desarrollando en su laboratorio y en las plantas de Cádiz y de Madrid.
Esta última se encuentra en la Terminal Cuatro del aeropuerto Adolfo Suárez – Madrid Barajas. Se trata de un centro tecnológico de niveles industriales en el que participan Iberia, el Ministerio de Fomento, Aena y la Unión Europea.
Agrega Rodríguez-Villa que «probablemente la herramienta de I+D+i privada más potente y flexible a nivel internacional en el campo de la biotecnología de las microalgas”. En el caso concreto de Aena, “la estrecha colaboración que mantenemos viene impulsada por el interés común que nos une, la obtención de biocombustibles más limpios e inagotables en pro de un desarrollo más sostenible”.
Una pyme con potencial
Dice la Comisión Europea que AlgaEnergy es una de las pymes más prometedoras del continente. Son un referente internacional, que lidera proyectos que totalizan más de 60 millones de euros de inversión. Además, mantiene alianzas con más de 120 empresas y científicos de todo el mundo.
Junto a Iberdrola (socia de la empresa desde 2009), AlgaEnergy ha puesto en marcha el proyecto Cenit Vida, de 19 millones de euros. Un proyecto cuyo “objetivo es poner en valor el inmenso potencial de las microalgas como materia prima de interés”, matiza el ejecutivo.
Aparte de la investigación, la empresa realiza esfuerzos de comercialización con toda su gama de productos. En este sentido, las miras son globales. Confirma Rodríguez-Villa que AlgaEnergy está creando una filial en Japón. “Nuestro interés es crear una marca de referencia en el país asiático”.
La compañía exporta a 21 países, siendo su producto agrícola AgriAlgae todo un referente en Portugal, Italia, Sudáfrica y China. Países con una agricultora muy profesionalizada y con un ecosistema de innovación maduro en estos campos.
Todo lo anterior no sería posible sin el talento. Un talento que además consiguen en España. “El rigor científico es el factor diferencial”, asegura el directivo. “En este campo de la ciencia nuestro país es una referencia a nivel internacional”.
Como no podía ser de otra manera, la semilla de AlgaEnergy es la ciencia y, cómo no, hacer del planeta un lugar más sostenible. Hace 11 años, el emprendedor y hoy presidente de la empresa, Augusto Rodríguez-Villa, contactó con el profesor Miguel García Guerrero, con 40 años de experiencia en el estudio de las microalgas y las bacterias, para sacar adelante este proyecto. Ambos compartían esa misma ambición.
Esa ambición ya es una realidad, la cual, mira hacia dos mercados: el mundo y la Bolsa. “En 10 años, por supuesto, nos vemos en el mercado mundial y probablemente como empresa cotizada”, concluyó el director general.