Rafael Alba (ALN).- Live Nation, la empresa dirigida por Michael Rapino, paga 416 millones de euros para hacerse con el control del 51% de Ocesa, la principal promotora mexicana de conciertos en directo. La operación otorga a la multinacional estadounidense el control de la carrera de artistas como Alejandro Fernández, Morat, Ana Torroja, Miguel Bosé o Sebastián Yatra.
Ya es oficial: Live Nation tendrá a partir de ahora un dominio casi completo sobre el negocio de la música latina. Un objetivo largamente ansiado por el presidente y consejero delegado de la compañía, el canadiense Michael Rapino que, según las hagiografías disponibles en internet, habría pasado de organizar conciertos de bandas juveniles mientras estudiaba en la universidad canadiense de Lakehead, en Ontario, cerca de Tunder Bay, la ciudad donde nació, a controlar prácticamente todo lo que se mueve en el planeta dentro del ámbito de los conciertos en directo. Pero a Rapino, que ya dirigía las carreras de grandes estrellas hispanas como Enrique Iglesias,Pitbull o Shakira –a través de Live Nation Latin, una subdivisión de su compañía, que dirige Hans Schafer-, le quedaba una espinita clavada. Extender el liderazgo mundial de su empresa también al floreciente mercado de la música cantada en castellano.
Una jungla indómita donde se las veía duras para avanzar. Sobre todo por culpa de un competidor muy fuerte: la promotora mexicana Ocesa, la tercera mayor compañía global de un sector donde la consolidación empresarial parece marcar la tendencia del presente y el futuro. Y una empresa controlada hasta hace muy poco en un 60% por la Corporación Interamericana de Entretenimiento (CIE), de los hermanos Soberón Kuri y en un 40% por Televisa, la principal cadena de televisión del país que preside Andrés Manuel López Obrador. Pero esa rivalidad ha dejado de ser un problema para Rapino, porque este depredador financiero canadiense, se ha convertido en el socio mayoritario de su mayor enemigo latinoamericano, gracias a un conveniente asalto a golpe de talonario que, según parece, va a coronar con éxito, si las autoridades de la competencia de México y EEUUno se lo impiden.
Uno más, en una trayectoria triunfal que, de momento, parece imparable. Aunque, en muchas ocasiones, su voracidad y su estilo de gestión se hayan visto salpicados por la polémica. Pero, al parecer, estamos ante un ejecutivo que, al menos según la versión de los propietarios de su empresa, se gana de sobra las retribuciones que recibe. Y Rapino trabaja para unos patronos muy exigentes, porque los dueños de Live Nation, ese gran conglomerado mundial de management, venta de entradas y promoción de conciertos, que dirige y ha hecho grande Michael Rapino, son los accionistas mayoritarios de Liberty Media -la compañía de John Malone y Greg Maffiel, dos voraces tiburones de Wall Street- que comparten el negocio con el Fondo Público de Pensiones de Canadá y un grupo de conocidos inversores institucionales estadounidenses como Vanguard, BlackRock o Fidelity.
El cazador Michael Rapino
Pero Rapino debe tenerlos contentos, porque sus retribuciones tienen muy poco que envidiar a las que obtienen algunos deportistas de élite como Messi o Cristiano Ronaldo. En 2017, por ejemplo, fue el tercer directivo mejor pagado entre los altos gestores de todas las empresas cotizadas estadounidenses, según los datos del portal especializado en transparencia The Conference Board, en su último periodo completo computado. En ese ejercicio, el ejecutivo canadiense obtuvo la medalla de bronce en esa clasificación tan exclusiva tras embolsarse un total de 70,616 millones de dólares (63,377 millones de euros). Un dinero correspondiente a la suma de los 2,417 millones de dólares (2,169 millones de euros) de salario fijo, los 7,767 millones de dólares (6,97 millones de euros) de retribución extraordinaria ligada a resultados que se anotó, y a los 61,3 millones de dólares (55,01 millones de euros) que recibió entre acciones y opciones.
Una cifra que quizá consiga superar al cierre de este ejercicio, al menos si la gran banca de inversión mantiene la apuesta que ha realizado por la firma en el primer semestre de este ejercicio, y que ha permitido que las acciones de Live Nation coticen a 73,13 dólares (65,63 euros) en la Bolsa neoyorquina, tras conseguir una revalorización del 48,77% en su precio en lo que va de año, que casi triplica las ganancias del 16,5% que acumula el índice Dow Jones en el mismo periodo. Y al parecer, según algunos informes de la banca de inversión de EEUU, no es descartable que la buena racha se mantenga. Porque los fundamentos del negocio de la compañía parecen sólidos y la estrategia seguida hasta el momento adecuada, al menos según la mayoría de los analistas. Más aún después de las últimas noticias corporativas que les estamos contando en este artículo. Esas que indican que, una vez más, los millonarios gringos y su armada financiera se han hecho con la joya de la corona de un negocio mexicano de éxito. Algo que pasaba con mucha frecuencia en el ya lejano siglo XX y que parece volver a suceder ahora.
Para conseguirlo Rapino se ha beneficiado en esta ocasión de la reestructuración del negocio de la cadena de televisión mexicana Televisa, que han emprendido Alfonso de Angoitia y Bernardo Gómez, los nuevos copresidentes ejecutivos de esta compañía que han sustituido en la gestión del día a día del viejo imperio, ahora en crisis, a Emilio Azcárraga Jean, el hijo Tigre Azcárraga, el hombre que levantó el imperio. Para Angoitia y Gómez, la posición en Ocesa no era estratégica y les venía bien hacer caja con ella, porque han optado por plantarle cara a Netflix en el subcontinente y piensan apostar fuerte por el negocio de la televisión de pago, tanto en contenidos, como en difusión por cable y por satélite. Así que le han vendido a Live Nation el 40% que tenían en la promotora musical por 5.206 millones de pesos (24,5 millones de euros) más un dividendo adicional correspondiente a su parte de los futuros beneficios de otros 350 millones de pesos (16,5 millones de euros).
Live Nation y su plan de expansión global
Pero Rapino no hubiera entrado en una operación de este tipo para quedarse sólo con una participación del negocio que no le permitiera controlar la gestión. Por eso, además de negociar con Televisa, mantuvo conversaciones con los responsables de CIE, el antiguo socio mayoritario, y consiguió que este grupo le vendiera el 11% restante que necesitaba para acumular el 51% del capital de Ocesa. Live Nation ha pagado 3.629 millones de pesos (171,13 millones de euros) por ese porcentaje. Ahora el antiguo rival del terrible Rapino, el promotor mexicano Alejandro Soberón Kuri, será su empleado. O algo así. Porque se mantendrá al frente de la gestión de la empresa recién adquirida y representará a ese 49% del capital que CIE mantiene en su poder tras la operación. Una manera de hacer las cosas que forma parte del estilo habitual de Live Nation en su estrategia de expansión global y que ya ha puesto en práctica varias veces.
Lo hizo no hace mucho, por ejemplo, en España, cuando su hombre en la Península, el sin par Pino Saglioco, adquirió al Grupo Prisa una participación de control de la promotora de conciertos Planet Events, a un precio aún no desvelado y tras su desembarco, tal y como ya les contamos hace unos meses en este mismo espacio, mantuvo también en su puesto a la directora general de la empresa recién absorbida, la muy profesional Chen Castaño, curtida en los departamentos de promoción de Warner y Sony Music, en la época gloriosa del negocio discográfico y que luego pasó por los departamentos de contratación de macrofestivales como Rock In Rio yStarlite. Una operación que supuso uno de los primeros pasos decisivos en la estrategia de conquista del mercado de la música latina que parecen haber completado ahora tras el asedio y rendición final de Ocesa, compañía que les proporciona también una buena bolsa de estrella latinas con las que empezar a rentabilizar la moda de la música en castellano que YouTube ha ayudado a expandir por el mundo.
Con esta compra Live Nation toma también el control de Seitrack, la filial de management de Ocesa, y pasa a gestionar las carreras de Alejandro Fernández, Miguel Bosé, Ana Torroja, Morat o Sebastián Yatra, entre otros, además de asegurarse el booking (organización de conciertos) exclusivo para el subcontinente de otros artistas supervendedores de entradas como David Bisbal o Juanes, un artista que, además, le servirá a Rapino para estrechar los lazos que ya existían entre Live Nation y Lionfish Entertainment, la empresa que fundó y dirige Rebeca León, también manager de Rosalía y J. Balvin, estrellas emergentes de la música urbana, y que podría ser la próxima pieza que intentará cobrarse este cazador canadiense. Un hábil seductor que ya se ha ganado para la causa, siempre por medio de esas ofertas monetarias que nadie puede rechazar, a artistas de la talla de U2,Madonna o Lady Gaga y que hasta se ha atrevido a plantar su primera bandera en Hollywood, al participar en la producción de A star is born, la película que ha revitalizado la carrera de la diva favorita de Rapino. Las malas lenguas aseguran que este rey mundial de la música en directo tiene pensado ahora conquistar la meca del cine. Algunos ya han empezado a temblar.