Daniel Gómez (ALN).- La ministra de Asuntos Exteriores de España, Arancha González Laya, no descarta el uso de la vacuna rusa en el país. Eso sí, lo condiciona a que la Agencia Europea del Medicamento garantice “los requisitos médicos de eficacia y eficiencia” de Sputnik V. Alemania y Francia dijeron lo mismo.
“Las instituciones comunitarias, además de trabajar para que lleguen vacunas, deben asegurarse de que las vacunas que lo hagan cumplan con los requisitos médicos de eficacia y eficiencia. A partir de ahí, creo que todo productor en el mundo que sea capaz de desarrollar una vacuna que cumpla esos requisitos podrá entrar en el mercado comunitario”.
Esta fue la respuesta de la ministra de Asuntos Exteriores de España, Arancha González Laya, a la pregunta del canal de TV La Sexta de si el país estaría dispuesto a comprar la vacuna rusa, Sputnik V.
Eso sí, Laya condicionó esta decisión al dictamen de la Agencia Europea de Medicamentos, uniéndose a otras potencias de la Unión Europea que han abierto la puerta a Sputnik V una vez pase los controles europeos. Entre ellas Alemania y Francia.
“Si una vacuna es segura y efectiva puede naturalmente contribuir a la lucha contra la pandemia, no importa de qué país proceda”, declaró este domingo el ministro de Salud de Alemania, Jens Spahn, al diario Frankfurter Allgemeine Sonntagszeitung, cuando le preguntaron por la vacuna rusa.
Al portavoz del gobierno de Francia, Gabriel Attal, le hicieron esta misma pregunta el lunes en la emisora Radio France Info. Y respondió: “No estamos mirando la nacionalidad de la vacuna. Lo principal es que sea segura y efectiva. Se estudiará en cuanto el laboratorio solicite el registro de su vacuna en la Agencia Europea de Medicamentos. Y creo que ese es el caso de la vacuna rusa, que se evaluará como las demás vacunas”.
Problemas con las vacunass
El interés repentino por Sputnik V no es casual. Los países de la UE están viendo con frustración cómo los contratos sellados por la Comisión Europea con las farmacéuticas no cumplen con todas las garantías.
La primera en presentar problemas fue Pzifer. El grupo estadounidense dijo que tenían que reducir el ritmo de entrega de las vacunas entre enero y febrero a Europa porque requerían “adecuar sus instalaciones para aumentar su capacidad de producción”.
A continuación, la farmacéutica británica, AstraZeneca, comunicó problemas de producción y le dijo a la Unión Europea que enviaría 60% menos de las dosis prometidas: alrededor de 300 millones. En Bruselas temen que esta empresa esté desviando vacunas a otros países como Reino Unido e Israel porque ambos están pagando más que Europa.
Luego está Moderna. La vacuna del coronavirus fue el primer gran descubrimiento de este laboratorio estadounidense, pequeño si se compara con un gigante como Pfizer. Así que, en este caso, la burocracia y los entresijos legales están entorpeciendo el reparto de la dosis.
El caso es que la falta de abastecimiento está poniendo en duda los plazos de inmunización marcados por la Unión Europea. En España fijaron el objetivo de inmunizar al 70% de la población a final del verano. Al ritmo actual, esto no sería posible.