Pedro Benítez (ALN).- ¿Por qué el ministro de la Defensa, general Vladimir Padrino López, advierte del riesgo de guerra civil en Venezuela? Esta sólo es posible si hay una fractura en el mundo militar. “Estamos para evitar un enfrentamiento entre venezolanos, no es la guerra civil, no es la guerra entre hermanos la que va a solucionar los problemas de Venezuela, es el diálogo”, dijo este jueves el ministro. Qué ocultan las palabras del general que sostiene a Maduro en el poder.
Pasaron casi 24 horas desde que Juan Guaidó asumiera formalmente el cargo de presidente encargado de Venezuela para que el generalato de la Fuerza Armada Nacional (FANB) renovara públicamente su respaldo a Nicolás Maduro.
Por boca del ministro de la Defensa, general Vladimir Padrino López, afirmó que para ellos el único presidente es Maduro. Calificó como reprochable y gravísimo el acto por medio del cual Guaidó asumió la Presidencia con respaldo de la Asamblea Nacional (AN) en medio de un gigantesco “cabildo abierto” en una de las principales avenidas de Caracas.
Flanqueado por los comandantes de la Aviación, el Ejército, la Armada, la Guardia Nacional, la Milicia y los jefes del Ceofanb (es decir, del generalato), Padrino López acusó a la AN, sin nombrarla, de fraguar un golpe de Estado con apoyo extranjero e intentar instalar un gobierno paralelo.
Hasta allí lo previsible. Pero luego del ya trillado discurso de ocasión agregó lo novedoso:
-“Los militares hemos aplaudido la opción del diálogo, porque la guerra no es nuestra opción”.
-“Los que llaman a la guerra no saben lo que convocan, nosotros, los militares, estudiosos de la guerra, sabemos las consecuencias”.
-“Estamos para evitar un enfrentamiento entre venezolanos, no es la guerra civil, no es la guerra entre hermanos la que va a solucionar los problemas de Venezuela, es el diálogo”.
-“Agradecemos la voluntad de los gobiernos que han propiciado un diálogo. Que propician el diálogo”.
Compuesto por civiles, el movimiento antichavista nunca ha contado con grupos armados a su disposición, ni los ha intentado organizar; al contrario del chavismo que no se ha conformado con el control de la FANB y de las policías, sino que además ha organizado o patrocinado grupos paramilitares urbanos
Padrino dio la clave, el temor de los altos jefes militares venezolanos: la guerra civil. No habló de invasión sino de la guerra entre hermanos. Sin embargo, una guerra civil sólo es posible si la FANB se divide. Él lo sabe.
El temor a que un enfrentamiento dentro de la institución entre partidarios y adversarios de un gobernante derivara en una guerra civil fue lo que llevó a los presidentes-generales Isaías Medina Angarita (1945) y Marcos Pérez Jiménez (1958) a abandonar el poder.
En el caso concreto de la Venezuela actual, a los ojos del alto mando militar esa posibilidad se potencia por el apoyo de los gobiernos de Estados Unidos, Brasil y Colombia a la Asamblea Nacional y a Guaidó.
Hasta ahora prácticamente nadie ha hablado con seriedad de esa posibilidad en Venezuela. Son los altos jefes militares los que en este momento la plantean abiertamente.
Compuesto por civiles, el movimiento antichavista nunca ha contado con grupos armados a su disposición, ni los ha intentado organizar; al contrario del chavismo que no se ha conformado con el control de la FANB y de las policías, sino que además ha organizado o patrocinado grupos paramilitares urbanos (los colectivos), aparte de la ya conocida alianza con las FARC y el ELN de Colombia.
Pero por las palabras del general Padrino se colide que eso podría cambiar. Y eso (insistimos) sólo es posible si un sector muy amplio de la institución militar (donde bulle el descontento) no está por defender a Nicolás Maduro, sino por todo lo contrario.
Y así, Padrino vuelve una vez más a recurrir a la carta de la que ya ha hecho uso para mantener alineada a la FANB desde que asumió como ministro en 2014: el diálogo.
A partir del momento en el cual culminó la intervención de Padrino, como si se tratara de un guion, el tono del discurso de los jerarcas del régimen chavomadurista cambió. Pocos minutos después el presidente del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) aún leal a Maduro, Maikel Moreno, invito al Poder Legislativo a que “deponga la actitud de desacato y se incorpore con nosotros”. “Nuestras manos siguen extendidas, esperando de ustedes un entendimiento sano. Esta casa de justicia también es de ustedes”.
Un tono muy alejado del que exhibió el día anterior el presidente de la Sala Constitucional de ese Tribunal, cuando exhortó a la Fiscalía a tomar acciones contra los procedimientos de la AN y su presidente.
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Pero el fiscal general designado por la Asamblea Nacional Constituyente (ANC), Tarek William Saab, no ha hecho (por ahora) eso. En la intervención pública que siguió a la del TSJ remachó su apoyo a Maduro, acusó a Guaidó de golpista, pero no ordenó su captura o el inicio de un proceso penal contra quien supuestamente está dando un golpe de Estado. Eso pese a que desde el 21 de enero, el TSJ le ordenó determinar las responsabilidades penales, civiles y administrativas de los miembros del Parlamento venezolano.
¿Retrocede el régimen? ¿A qué espera? ¿Lo tiene paralizado y sorprendido la reacción internacional y la masiva protesta dentro de Venezuela? ¿Quiere ganar tiempo mientras se prepara para el contragolpe?
Pero por las palabras del general Padrino se colide que eso podría cambiar. Y eso (insistimos) sólo es posible si un sector muy amplio de la institución militar (donde bulle el descontento) no está por defender a Nicolás Maduro, sino por todo lo contrario
En cualquier caso, esta no es la reacción acostumbrada del chavismo, que suele actuar de manera implacable, y que por mucho menos de lo hecho por el presidente Juan Guaidó ha encarcelado a otros dirigentes opositores.
Por su parte Maduro trata de agarrarse del salvavidas que le lanzan gobiernos como los de Uruguay y México: “Estoy de acuerdo en una iniciativa diplomática para el diálogo, para el acuerdo, la negociación. Hablar, oírnos y entendernos y que acudan todos los sectores de la nación”.
No es la primera vez que manifiesta esto y como en otras ocasiones es obvio que trata de ganar tiempo. Espera que sus adversarios bajen la guardia y que la presión, sobre todo interna, se desgaste con el tiempo como ya ha ocurrido en otras ocasiones. Es una de sus conocidas tácticas. Pero, ¿el resto de los dirigentes civiles y militares del régimen lo acompañarán es esta ocasión?
Maduro no es sincero. Suficientes pruebas para llegar a esta conclusión ha dado en el pasado. No obstante, sí puede ser una alternativa política que con pragmatismo asuma tanto el generalato como un sector del chavismo, como los gobernadores Rafael Lacava y Héctor Rodríguez (que esperan tener un futuro político y vienen abogando por esa tesis), siempre dejando claro que cualquier negociación es a partir del punto de reconocimiento de Maduro como presidente.
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Pero desde el lado de los partidos que controlan la Asamblea Nacional, de Juan Guaidó y de los gobiernos del Grupo de Lima y de Estados Unidos, las cartas parecen echadas: Maduro tiene que irse y cualquier negociación es sin él.
Esa negociación es también, por cierto, la opción más razonable para otro actor del drama venezolano: Cuba, hoy sometida a una tremenda presión por parte de Estados Unidos. Sólo queda por ver cuán sincero es el planteamiento del general Padrino.
En resumidas cuentas, el diálogo es la táctica a la que Maduro va a apelar en los próximos días mientras intenta detener la escalada de presión internacional, particularmente de Estados Unidos.
Pero este jueves, mientras expresaba su voluntad de dialogar, con la otra mano sus siniestras Fuerzas de Acciones Especiales (FAES) reprimían y cazaban a manifestantes que han protagonizado los disturbios de las tres últimas noches en los barrios más pobres de Caracas.