Danny Leguízamo (ALN / KonZapata).- “Yo manejo mi conflicto como me da la gana”, le dijo el coronel de la Guardia Nacional Bolivariana, Vladimir Lugo, al presidente del Parlamento de Venezuela, Julio Borges, mientras lo sacaba a empujones del recinto. Se trata de una escena con un mensaje de fondo, puesto que los oficiales de la Guardia Nacional suelen huir de las cámaras cuando cometen atrocidades. El coronel Lugo hizo grabar la escena y, para su desgracia, esto se le revierte porque lo retrata como el prototipo del militar autoritario, antidemocrático y golpista.
La Guardia Nacional Bolivariana, GNB, está desatada en todos los lugares de Venezuela donde encuentra algún sospechoso de cometer el abominable delito de oponerse al régimen de Nicolás Maduro. Apuntan con armas de alto calibre a civiles, incluyendo periodistas. Disparan a quemarropa bombas lacrimógenas, tornillos y metras, además de agredir verbalmente. De manera particular esto último lo han vivido los periodistas que cubren la fuente parlamentaria, quienes al procurar el ingreso al Palacio Federal Legislativo son víctimas de insultos por parte de los uniformados sin justificación de ninguna índole. Pero los oficiales de la GNB, cuando cometen sus acostumbradas atrocidades, intentan que ninguna cámara pueda capturar el penoso momento. Saben que cometen un delito.
Sin embargo, en el episodio de ayer no ocurrió así. No en el episodio entre el presidente de la Asamblea Nacional, Julio Borges, y el coronel Vladimir Lugo. Allí hubo una cámara bien colocada. Mejor dicho, uno de los subalternos del coronel Lugo filmaba el ataque verbal, la agresión gestual, y también el hecho de levantarle la mano y sacar a empujones del recinto a Borges, como si éste último no fuera el presidente de un Poder Público, elegido por el pueblo.
Uno de los subalternos del coronel Lugo filmaba el ataque verbal, la agresión gestual, y también el hecho de levantarle la mano y sacar a empujones del recinto a Borges
La presencia de Borges en el área administrativa del coronel Lugo procedía. Estaba cumpliendo con el deber de un reclamo. Y el reclamo de Borges tenía su origen en que horas antes la Guardia Nacional había introducido a la sede de la Asamblea Nacional material con el membrete del Consejo Nacional Electoral, CNE, el cual se supone tiene que ver con el proceso constituyente que ha convocado Nicolás Maduro. Este proceso, según las encuestas, es rechazado por el 90% de los venezolanos, ha dividido al chavismo, y aún así el régimen quiere imponer la elección a como dé lugar. La operación previamente mereció el reclamo de los parlamentarios, algunos de ellos agredidos por la Guardia Nacional, junto a varios periodistas. De allí la diligencia de Julio Borges. Además, ¿cómo se explica que a un mes de los comicios se introduzca material electoral en la sede de la Asamblea Nacional? ¿Provocación? ¿O acaso una señal inequívoca de lo que le espera al Parlamento una vez Maduro imponga la Constituyente? Lo cierto es que la operación con el material electoral, la cámara, y el reclamo de Borges, confirmaron el perfil autoritario y antidemocrático del coronel Lugo.
El coronel Lugo y el autoritarismo militar
En la secuencia, la escena entre Borges y el coronel Lugo fue interrumpida por otro oficial:
-¿Qué pasó aquí?
Y de inmediato otro oficial le indicó que hiciera silencio, como para que no actuara como elemento distractor de la penosa escena. Borges volteó a ver a ese oficial y prosiguió con el reclamo. Pero era el coronel Lugo quien se imponía con un discurso envalentonado cuando el presidente de la Asamblea Nacional le observó que la cámara dispuesta para grabar presagiaba la puesta en escena de un show. Entonces el coronel dijo:
-¿Ah, las cámaras, un show? ¿Un show? (…) Está bien. Yo soy el comandante de la unidad. ¡El comandante de la unidad! Usted puede ser el presidente de lo que sea. ¡Yo soy el comandante de la unidad militar! Bueno. Le agradezco que se retire. Ya hablé con usted. No. No importa. No importa. Yo manejo mi conflicto como me dé la gana.
A continuación puso la mano en el pecho de Borges:
-Vaya. Vaya. ¡Vaya!
Y cuando Borges iba de retirada, el coronel Lugo le propinó un empujón que el diputado no contestó de ningún modo.
¿Qué quiso demostrar Lugo? Que los militares mandan. Que en Venezuela impera una dictadura militar. Y que en ese país cualquiera puede ser “presidente de lo que sea”, pero que un “comandante de unidad” maneja el conflicto “como le dé la gana”. O lo que es lo mismo: la supremacía de lo militar sobre lo civil. El mundo al revés. Sin Constitución.
También quiso demostrar el coronel Lugo que a la hora de defender el régimen y la causa es de los que están dispuestos a hacerlo por las malas. Se recordará que ayer Maduro dijo que lo que no se ganaba por los votos se ganaba por las armas. Para ello le servirá el vídeo al coronel Lugo, con empujón incluido. Para demostrar genuflexión a la dictadura. Y que puede tratar al presidente del Parlamento como sea, pues él maneja sus conflictos como le dé la gana.
Nunca un militar se había atrevido a tanto. La agresión al presidente del Parlamento viola todas las normas de convivencia
¿Va Lugo camino de un ascenso luego de la escena? ¿O más bien es Lugo el prototipo del “Pinochet bolivariano”? Hay que apuntar que el Pinochet bolivariano es la “figura funesta” sobre la que ha advertido -no se descarta un golpe de Estado en Venezuela- uno de los ministros más poderosos de la Era Chávez, Jorge Giordani, quien ahora se opone al gobierno de Nicolás Maduro. Nunca un militar se había atrevido a tanto. La agresión al presidente del Parlamento viola todas las normas de convivencia. En el vídeo, el coronel de la Guardia Nacional -el cuerpo que ha estado al frente de la represión en los más de 80 días de protestas que sacuden a Venezuela- se define a sí mismo como “el comandante de la unidad” que se supone está a cargo del resguardo de las instalaciones del Parlamento y, por ende, de la protección de los parlamentarios. Sin embargo, el coronel Lugo, con gestos, manoteos, con el verbo tropero y el rostro del cuartelario, rememora al coronel Antonio Tejero que irrumpió en el Congreso español en 1981, o cualquier militar golpista del Cono Sur. Antes a los militares golpistas se les calificaba de “gorilas”. ¿Superará el «Pinochet bolivariano» esa etiqueta?