Antonio José Chinchetru (ALN).- Aunque sin llegar a los extremos de Venezuela, Turquía está inmersa en una grave crisis económica. A pesar de eso, el presidente Recep Tayyip Erdogan seguirá en el cargo tras obtener 53,2% de los votos en las elecciones de este domingo. Erdogan se diferencia de su aliado Nicolás Maduro en que goza de una alta popularidad. Ambos tienen en común el desmantelamiento progresivo de la democracia en los países que gobiernan, las restricciones al poder de los Parlamentos y la represión de la libertad de expresión.
En medio de una crisis económica de gran magnitud, y tras un periodo de fuertes recortes en materia de libertades y Estado de derecho democrático, el presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, logró una abultada victoria (53,2% de los votos) en las elecciones presidenciales y autonómicas de este domingo. Erdogan es uno de los pocos, y más firmes, aliados que le quedan a Nicolás Maduro en el mundo. Aunque existen importantes diferencias entre ambos mandatarios, abundan los paralelismos entre ambos.
Tanto Maduro, que aceleró los ritmos de un proceso iniciado por Hugo Chávez, como Erdogan han ido desmantelando de forma constante los mecanismos del Estado de derecho y las libertades políticas para avanzar hacia un régimen autoritario con algún maquillaje democrático (Ver más: Maduro y Erdogan caminan en paralelo para instaurar la dictadura en Venezuela y Turquía). Una diferencia fundamental es que el turco disfruta de una popularidad interna muy alta, justo al contrario que el venezolano, que es rechazado por gran parte de la población.
Maduro se enfrentó a la realidad de una Asamblea Nacional dominada por la oposición. Ante ello, impulsó la creación de una Asamblea Nacional Constituyente de obediencia chavista que asumió de forma ilegal las atribuciones del Poder Legislativo legítimo. También decidió convocar unas elecciones diseñadas a su medida, rechazadas tanto por la mayor parte de los políticos opositores como por la comunidad internacional.
Dada la altísima participación en las presidenciales de Turquía (85,7%), el 53,2% de votos significa que 43,92% de los electores optaron por renovar el mandato de Erdogan. Sobre los sufragios emitidos, el opositor Muharrem Ínce, del socialdemócrata y kemalista Partido Republicano del Pueblo (CHP), logró 30,67% de los votos.
En proporción de las papeletas depositadas, el apoyo a Maduro en las presidenciales de mayo fue mayor, de 67,84% según los datos oficiales. Sin embargo, puesto que hubo una abstención de 53,3%, en realidad tan sólo votó por él 30,42% de los ciudadanos.
Erdogan optó por recortar las atribuciones de la Gran Asamblea Nacional (el Parlamento) para dejarla en la práctica sin casi poder alguno. Lo hizo en previsión de que en los comicios de este domingo venciera la oposición. Esto último, sin embargo, no ha ocurrido. El islamista Partido Justicia y Desarrollo, liderado por el presidente turco, logró 293 diputados (con 42,5% de los votos). Con 50 representantes obtenidos por sus aliados del Partido de Acción Nacionalista (11,1%), la coalición gubernamental consiguió 342 de los 600 escaños, con lo que supera de forma conjunta la mayoría absoluta. El CHP logró 22,7% de los sufragios, que se tradujeron en 146 asientos; mientras que el kurdo Partido Democrático de los Pueblos se hizo con 67 escaños al lograr el apoyo de 11,6% de los electores.
Florentino Portero: “El país está divido entre la Turquía del interior, islamista, y la Turquía del exterior o costa, que es más cosmopolita”
El director del Instituto de Política Internacional de la Universidad Francisco de Vitoria de Madrid, Florentino Portero, dijo a ALnavío que la cómoda victoria de Erdogan en los comicios del domingo se debe a que “en estos momentos la economía no es el elemento clave”. Explicó que el país está dividido entre “la Turquía del interior, islamista, y la Turquía del exterior o costa, que es más cosmopolita”. Señaló que “como en otros países musulmanes, lo que existe en la actualidad es una tensión muy fuerte entre formas de entender el islam y formas de entender la globalización”. Portero explicó además que “el interior se movilizó junto con Erdogan para lograr una Turquía islamista frente los sectores de la costa, que están más centrados en la economía”.
Crisis económica y represión de la libertad de prensa
Sin llegar al abismo en el que ha sumido el régimen de Maduro a Venezuela, la situación de la economía en Turquía es grave. Según los datos oficiales, la inflación interanual se situó en mayo en 12,5%, de acuerdo con el Instituto Estadístico Turco. El alza de los precios fue de 11,14% en 2017 y se espera que en 2018 sea de 11,39, según las previsiones del Fondo Monetario Internacional. A esto se suma que la moneda local, la lira, ha entrado en barrena desde principios de año. Desde que arrancó el ejercicio ha perdido cerca de 25% de su valor frente al dólar estadounidense. El índice de desempleo alcanza 10,1%, y aumenta hasta 17,1% entre la población juvenil.
Uno de los puntos de coincidencia entre los dos autócratas es la represión de la libertad de prensa (Ver más: A Maduro y Erdogan les molesta el periodismo libre y por eso lo reprimen con ferocidad). Como en Venezuela, en Turquía se combina el acoso a los periodistas no afines al poder, el uso partidista extremo de los medios públicos y la sumisión al Gobierno por parte de la mayor parte de los medios privados, que han sido adquiridos por empresarios progubernamentales.
Reporteros Sin Fronteras (RSF) denunció que desde que Erdogan convocó las elecciones “los principales medios impresos y canales estatales llevan todo este tiempo difundiendo propaganda sin fin a su favor, resultado del control sin precedentes del Gobierno sobre los medios. La venta del mayor grupo de medios de Turquía, Doğan Media, a un conglomerado progubernamental, Demirören Holding, el pasado mes de marzo, ha supuesto la muerte completa del pluralismo mediático en Turquía”.
RSF citó los datos del Observatorio de la Propiedad de los Medios, según los cuales nueve de los 10 canales de televisión con más audiencia, y nueve de los 10 periódicos de mayor importancia, están en manos de empresarios oficialistas. A esto se suma que el régimen de Erdogan ha clausurado al menos 150 medios de comunicación desde la declaración del estado de emergencia en julio de 2016.
Rechazo a la democracia occidental
Las situaciones en Venezuela y Turquía responden a fenómenos distintos, según Florentino Portero. El académico dijo que “para entender a Erdogan hay que entender las tensiones en el islam, que son fundamentalmente de orden cultural, mientras que con Maduro se trata de algo distinto, no hay una religión de fondo”. A pesar de estas diferencias, ambos mandatarios presentan en común el autoritarismo de corte populista. Uno y otro rechazan el sistema democrático occidental. Además, señalan a un enemigo exterior, o varios, al que culpan de todo lo negativo que ocurre en sus países. Erdogan se centra sobre todo en la Unión Europea, mientras que Maduro apunta fundamentalmente a EEUU (aunque también, en menor medida, a Colombia y España).
Maduro y Erdogan son firmes aliados integrados en una red de intereses compartidos con otros gobernantes de dudosas credenciales democráticas
Erdogan y Maduro no sólo presentan coincidencias a la hora de ejercer el poder de forma autoritaria, y en sumir a sus respectivos países en graves crisis económicas de diferente magnitud. Además, son firmes aliados integrados en una red de intereses compartidos con otros mandatarios de dudosas credenciales democráticas. Ambos mantienen lazos estrechos con el sirio Bashar Al-Assad y el iraní Hasán Rohani, así como con el ruso Vladimir Putin.
El presidente turco y los ayatolás iraníes, de hecho, han jugado un papel fundamental para que el venezolano encuentre en el mundo musulmán una vía de escape a su creciente aislamiento internacional (Ver más: El superviajero Nicolás Maduro ya no tiene quien le reciba con los brazos abiertos). Apartado de los principales encuentros multilaterales americanos e iberoamericanos, Maduro comenzó a acudir el año pasado a las cumbres de la Organización de Cooperación Islámica (OCI). En una de ellas, celebrada en Astaná (Kazajistán), pidió y logró el ingreso de Venezuela en la OCI como miembro observador.