Zenaida Amador (ALN).- Rusia es el aliado estratégico que el régimen de Nicolás Maduro exhibe ante el mundo cuando la escena global le juega en contra, es el espaldarazo necesario frente al cerco de Estados Unidos y el contrapeso en el tablero de la geopolítica. Pero no es todo lo que el chavismo espera y necesita, al menos no con la urgencia que lo demanda.
En los últimos dos meses se han dado reuniones de alto nivel entre funcionarios de ambos países que han implicado viajes a Moscú para tal fin, incluyendo al propio Nicolás Maduro que logró sostener un encuentro personal con Vladímir Putin, y más recientemente la visita a Caracas del viceprimer ministro ruso, Yuri Borisov. De cada reunión surgen declaraciones que ratifican los lazos binacionales de unión y largas listas de acuerdos, pero no se ven resultados concretos, aunque la sombra rusa no deja de acompañar a Maduro.
En agosto pasado, la vicepresidenta ejecutiva de Maduro, Delcy Rodríguez, al viajar a Moscú aseguró que habían suscrito múltiples acuerdos y que de inmediato llegarían al país “delegaciones en el ámbito económico, de la minería y agricultura”, para seguir desarrollando el plan conjunto de beneficio mutuo, algo que sigue en espera y que ahora depende de la evolución de los acuerdos que se gesten en la Comisión Intergubernamental de Alto Nivel entre ambos países.
Borisov, por su parte, afirmó que el comercio binacional tiene una tendencia creciente. “En 2018 el comercio entre los dos países aumentó en un 24,7% frente al año 2017, y fue de 85,3 millones de dólares”. Según reseñas de la prensa oficialista venezolana, la expectativa es que al cierre de este año el intercambio aumente a 150 millones de dólares. Léase bien: 150 millones de dólares.
Para la instalación de esa comisión llegó la semana pasada Borisov a Venezuela, ocasión que sirvió para exponer a Tareck El Aissami, vicepresidente de Economía de Maduro, en roles de anfitrión y de negociador, algo que le restringen las sanciones internacionales que pesan en su contra.
El Aissami fue quien hizo un primer balance de la actividad y aseguró que la misma contribuyó “a la construcción de una sólida y robusta hermandad que se ha materializado con la firma de numerosos acuerdos y seguimiento de nuestras alianzas estratégicas (…) así como un importante crecimiento del 10% en el intercambio comercial en los últimos meses”.
Borisov, por su parte, afirmó que el comercio binacional tiene una tendencia creciente. “En 2018 el comercio entre los dos países aumentó en un 24,7% frente al año 2017, y fue de 85,3 millones de dólares”. Según reseñas de la prensa oficialista venezolana, la expectativa es que al cierre de este año el intercambio aumente a 150 millones de dólares. Léase bien: 150 millones de dólares.
Vale decir que en el primer trimestre de 2019 las exportaciones totales rusas sumaron 104.900 millones de dólares y las importaciones llegaron a 53.800 millones de dólares.
En el caso venezolano no hay estadísticas actualizadas, en el tercer trimestre de 2018 las importaciones rondaban los 15.000 millones de dólares, según datos del Banco Central de Venezuela. Las cifras hablan por sí mismas.
El factor petrolero
También en el marco de la Comisión Intergubernamental de Alto Nivel, El Aissami informó que los acuerdos suscritos se traducen “en grandes proyectos en el sector energético con inversiones rusas por el orden de los 4.000 millones de dólares”.
Si bien se trata de una cifra de peso para un país abrumado por la crisis económica, también es un monto que parece repetirse en el tiempo y al que es difícil hacerle un seguimiento de ejecución. De hecho, en diciembre de 2018 Maduro afirmó haber pactado “inversiones por más de 5.000 millones de dólares para elevar la producción petrolera con nuestros socios rusos en las empresas mixtas (…) Sólo me queda decirle: ¡Gracias, presidente Putin! ¡Gracias al pueblo ruso! Y seguimos avanzando… en esta alianza Rusia y Venezuela, más unidas que nunca”.
Qué le pasó a Maduro que sale de Rusia más solo que nunca
Fuera de los montos que parecen solaparse y que nunca son explicados en detalle por parte de las autoridades, en términos prácticos Rusia se ha convertido en el principal operador del petróleo venezolano a través de Rosneft, y con ello es una de las pocas grietas a través de las cuales el régimen de Maduro puede seguir moviendo parte de su menguado negocio de hidrocarburos en el marco de las sanciones internacionales.
Ratifica así que es un aliado estratégico, pero también que es por esta vía como puede garantizar el cobro de las deudas pendientes de Venezuela y que, en directo, conoce y maneja el pulso de la languideciente industria petrolera venezolana.
El trasfondo estratégico
Durante la visita de Borisov, Nicolás Maduro detalló que “hemos visto la cooperación técnico militar que marcha de acuerdo al cronograma de manera perfecta y hemos renovado todos los contratos de apoyo, asesoría y avance en el aspecto técnico-militar”. Aseguró además que se fortalecieron “las relaciones estratégicas de cooperación para el desarrollo y la paz”.
No hay que olvidar que en agosto el ministro de Defensa de Maduro, Vladimir Padrino López, viajó a Moscú y en ese momento la agenda militar era el foco de la atención. Venezuela estaba en medio de tensiones de todo tipo, donde incluso el Comando Sur de Estados Unidos decía estar “listo” para actuar en el caso venezolano.
Entonces los funcionarios de Maduro hicieron gran alarde del acuerdo suscrito con Moscú para permitir visitas de buques de guerra a los puertos de Rusia y Venezuela. “Hemos firmado un acuerdo que nos permite a ambos países calar buques de nuestras armadas en los respectivos países, eso va a incrementar este relacionamiento, así como ya hemos experimentado este tipo de ejercicios con aviones estratégicos, bombarderos estratégicos rusos de tipo Túpolev, allá en Venezuela”, informó el propio Padrino López.
Se trata de una ficha valiosa que colocar en la mesa para jugar al contrapeso.
Adicionalmente, según aseguró Delcy Rodríguez a propósito de su viaje, se trazaron “estrategias conjuntas para la defensa del multilateralismo y para la defensa del Derecho Internacional (…) Dos países en una alianza geopolítica internacional sin precedentes”.
Otro peligro para Maduro: la excesiva confianza que pone en Rusia y Putin
Ahora el viceprimer ministro ruso, Yuri Borisov, ratifica el sentido estratégico de los acercamientos. “Las medidas unilaterales de Estados Unidos (contra Maduro) brindan a Rusia una oportunidad única para construir nuestra cooperación”.
La semana pasada el primer ministro ruso, Dimitri Medvédev, señaló en La Habana que para su país “la región de América Latina y el Caribe es uno de los ámbitos clave de nuestra cooperación internacional. No es un patio trasero de Estados Unidos para nosotros. Es en nuestro propio interés que la región sea estable y económicamente eficiente”.