Pedro Benítez (ALN).- El colapso provocado por el régimen de Nicolás Maduro ha llegado al sector clave que lo sostiene: el Ejército. ¿Qué puede pasar ahora? El exembajador de Estados Unidos en Venezuela y exsubsecretario de Estado, Otto Reich, señala dos posibles escenarios aunque advierte un desenlace impredecible.
El pasado 2 de marzo el escritor y presentador de televisión peruano Jaime Bayly entrevistó al exembajador de Estados Unidos en Venezuela y exsubsecretario de Estado de la Administración de George W. Bush, Otto Reich. En ese espacio este diplomático y político republicano, muy conocedor de la actualidad venezolana, ante una pregunta advertía: “Una cosa que he aprendido en muchos años en el Gobierno de Estados Unidos es que no se puede predecir lo que va a ocurrir con este tipo de crisis como la de Venezuela”.
“Durante muchos años nadie predijo cómo iba a terminar la Unión Soviética (…) pero todos sabíamos que era una institución podrida por dentro, igual que el Gobierno de Venezuela. Cualquier día puede ocurrir en Venezuela lo que ocurrió en la Unión Soviética”, agregó.
Tal como lo anota Reich la situación venezolana es impredecible y, agregamos nosotros, sorprendente porque efectivamente el régimen de Nicolás Maduro da señales todos los días de su descomposición interna.
Poco después de esa entrevista el propio Gobierno venezolano anunció haber descubierto una extensa conspiración en el Ejército. Según la versión oficial sería la segunda desarticulada en menos de un año.
Pero lo más grave para Maduro es que en esta última conspiración estarían involucrados oficiales activos, con mando de tropa e importante poder de fuego en el Ejército, todos considerados leales al chavismo. Hasta ahora están detenidos y sometidos a investigación por la Dirección General de Contrainteligencia Militar (Dgcim) más de 80 oficiales.
A raíz de la detención del exministro del Interior, general Miguel Rodríguez Torres el pasado martes, el mayor general Alexis López Ramírez expresó en Twitter su solidaridad con él.
Mi solidaridad con mi hernano Rodtor, sus hijas y toda su familia. Todo pasará y Venezuela recuperará el carácter republicano que nos legó Bolívar y la democracia que tanto esfuerzo, sufrimiento y sangre nos costó consolidar en el siglo pasado. Viva Bolívar, viva Venezuela…!
— Alexis López (@AlexisALopezR) 14 de marzo de 2018
Por su parte, la experta Rocío San Miguel ha advertido sobre “la peor crisis militar desde 1992”, año en el que se produjeron los dos intentos de golpe de Estado de Chávez.
No dudo en señalar que el gobierno de Venezuela enfrenta la peor crisis militar desde 1992. La del 2002 fue palaciega de allí la diferencia pic.twitter.com/fgQQ623q4A
— Rocío San Miguel (@rociosanmiguel) 14 de marzo de 2018
Para un Gobierno que prácticamente se sostiene gracias al respaldo militar estos son síntomas muy graves. Tal como lo había advertido el exsecretario de Estado Rex Tillerson el 1 de febrero en la Universidad de Austin, Texas: “En la historia de Venezuela y otros países suramericanos, muchas veces el ejército es el agente del cambio cuando las cosas están tan mal y el liderazgo ya no puede servir a la gente”.
Tanto Reich como Tillerson dejaron entrever que una invasión militar estadounidense es poco probable, entre otras razones porque es más factible que el desenlace a la crisis venezolana se dé por causas internas. Hoy todo parece indicar que ese escenario es cierto.
¿Qué ocurre? Pues que el descontento generalizado de la población con el colapso económico y social del país ha llegado a los cuarteles (Leer más: La crisis económica provoca ruido de sables en Venezuela).
¿Qué puede pasar ahora?
La Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB), que reúne a los cuatro componentes militares –Ejército, Aviación, Marina y Guardia Nacional-, es el auténtico pilar del régimen de Maduro. Sin el apoyo popular con el que contó Hugo Chávez, sin el auge de la renta petrolera (consecuencia del declive de la producción interna) y cada vez más aislado por la comunidad democrática internacional, la FANB es el pilar real en el cual se apoya Maduro.
Tanto es así que, conocedor de esto, le ha dado aún más participación en el Gobierno a los militares activos que la que le había dado Chávez.
Desde hace años manejan un banco (el de la Fuerza Armada), empresas de construcción, organismos encargados de fiscalizar precios; oficiales activos o retirados figuran en los ministerios de Finanzas, Alimentación, Industria, Energía Eléctrica, Vivienda, en el manejo de empresas estatales como la Siderúrgica del Orinoco (Sidor) y el Órgano Superior de la Economía.
A todo eso Maduro agregó Petróleos de Venezuela (PDVSA), la joya de la corona, presidida desde noviembre de 2017 por el mayor general de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB) Manuel Quevedo, exministro de Vivienda.
No es exagerado afirmar que Venezuela es como se decía de Prusia en el siglo XIX: “No un país con un ejército, sino un ejército que tiene a un país”.
No por casualidad la propaganda oficial insiste en la unidad cívico-militar. Pues bien, hay suficientes datos para afirmar que esa unidad hoy está en crisis. Maduro lidia para sofocar el descontento en los cuarteles.
El análisis de Otto Reich, probablemente con la misma información que manejaba Tillerson, apunta al corazón del régimen que encabeza Maduro.
Pero además, en esa entrevista aporta una segunda posibilidad y es que también este tipo de regímenes puede poner a la cabeza a un Mijaíl Gorvachov. Es decir, un reformista. Otro escenario que en el impredecible régimen chavista-madurista no se puede descartar.