Pedro Benítez (ALN).- El controversial economista anarcocapitalista Javier Milei es el personaje de moda en buena parte del mundo. El impacto de su victoria en las Primarias, Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO) que tuvieron lugar el pasado domingo ha constituido un sismo político en Argentina y ha traspasado, con mucho, sus fronteras, dividendo a las redes sociales entre sus entusiasmados simpatizantes y sus detractores.
Para los que a los dos lados del Atlántico manifiestan alarma y desazón por el fenómeno Milei o no habían nacido, o eran muy pequeños, o se les olvidó que en 1989, también en medio de otra crisis económica, emergió de manera (también inesperada) un candidato que daba mucho más miedo. Nos referimos al dos veces presidente de esa nación, y por entonces gobernador de la provincia de La Rioja, Carlos Menem.
El año anterior, para sorpresa de propios y extraños, con el cabello largo, patillas muy pronunciadas e imitando al caudillo del siglo XIX Facundo Quiroga, Menem ganó la primaria presidencial dentro del peronismo, llenando así el vacío de liderazgo que había dejando el general Juan Domingo Perón desde su fallecimiento en 1974.
En medio del caos socioeconómico de aquella época, Menem hizo una campaña presidencial absolutamente demagógica ofreciendo un “salariazo” y “la revolución productiva”, mientras se rodeaba de una variopinta alianza que incluía antiguos montoneros (la guerrilla de extrema izquierda de los sesenta y setenta), ejecutivos del grupo empresarial Bunge & Borg (el más rico del país) así como lo peor del sindicalismo argentino. Para muchos su triunfo electoral equivalía al fin del mundo. Menem era la encarnación del peronismo salvaje en estado puro.
Ajustar a la “casta política”
Sin embargo, una vez en la Casa Rosada dio un sorpresivo giro de pragmatismo, haciendo todo lo contrario de lo que había prometido. Se excusó aclarando que si hubiera dicho lo que realmente pensaba hacer no le hubiesen votado. La mayoría de los electores lo recompensaron reeligiéndolo por amplia mayoría seis años después. Muchos en Argentina tienen hoy la esperanza que, de ganar, Milei haga algo similar; después de todo, ha manifestado su admiración por los dos gobiernos de la era menemista (1989-1999) donde el vuelco hacia el libre mercado fue tan audaz y profundo que hizo palidecer las reformas de Margaret Thatcher en el Reino Unido.
Milei ofrece ajustar a la “casta política”, pero no dice que el ajuste que se propone hacer consistirá en eliminar los subsidios generalizados a los servicios públicos, así como la gigantesca nómina estatal creada por la pareja Kirchner a lo largo de la últimas dos décadas, origen del inmanejable déficit fiscal que se financia con inflación. Esto, él lo sabe. Pero al igual que Menem en el 89 ofrece soluciones sencillas a problemas complejos.
Pero así como éste ganó en medio de la descontrolada hiperinflación y caos social que obligó a Raúl Alfonsín a entregarle la banda presidencial por adelantado, el ascenso electoral de Milei (que ninguna encuestadora del país austral vaticinó), ha sido directamente proporcional al incremento en el precio del dólar blue (el paralelo). Y por lo que está ocurriendo con la economía argentina a nadie extrañe que el episodio se repita nuevamente.
¿Podrá ganar Milei la Presidencia?
No obstante, hay diferencias cruciales entre los personajes y sus circunstancias. Menem en 1989 era un viejo zorro de la política que había aprendido mucho de los métodos de Perón y conocía a la perfección los entresijos del poder en Argentina. Eso le permitió que el peronismo lo apoyara en cosas que en otro tiempo hubieran sido insólitas. Por ejemplo, al mismo Perón, en la cumbre de su poder allá en 1954, se le formó un cisma en su movimiento cuando firmó un contrato con la Standard Oil of California (hoy Chevron) para explotar petróleo, pues muchos diputados peronistas consideraron aquello como traición a la patria; Menem se dio el lujo de privatizar la estatal de hidrocarburos YPF.
Éste arrancó su gobierno con un capital político (apoyó en el Congreso y en las provincias) que Milei, en el escenario de ganar la Presidencia, no va a tener, a menos que pacte con los que hoy quiere derrotar. Que la economía argentina se dirige a un súper ajuste es algo que saben todos; la cuestión es cómo y quién lo hará. Es decir la gobernabilidad.
Es aquí donde entran en juego dos actores que han sido fundamentales en esta campaña y que lo seguirán siendo por un tiempo más en la política de ese país. Se trata de Cristina Kirchner y Mauricio Macri.
Pugna en el kirchnerismo
Desde hace una década vienen protagonizando un duelo no declarado. Ninguno de los dos es candidato a un cargo público, tampoco tendrían chance de haber competido por la Presidencia; pero los dos son los jefes de sus respectivas coaliciones. Coaliciones que no quedaron bien paradas en las PASO de este pasado domingo, con el segundo y tercer lugar detrás del outsider Milei, pero que concentran el grueso del poder político de ese país.
En esa pugna el kirchnerismo (el oficialista peronismo de izquierda) luce más débil. Ha perdido entre las PASO 2019 y la de este domingo pasado el 50% de sus votos. Algo así solo le había pasado a la centenaria Unión Cívica Radical (UCR) luego de la caída de Fernando de la Rúa en diciembre de 2001, cuando se le fueron el 60% de sus votantes. Aquella fue una debacle de la que no se ha recuperado aún.
Por paradojas del destino las PASO (un proceso único en el mundo) fueron creación de Néstor Kirchner como medio para alinear al dividido peronismo de 2009 bajo su mando. Con la excusa de obligar a los partidos y coaliciones a abrirse a la consulta de los electores, en realidad se han convertido en la primera vuelta de las elecciones presidenciales. Una especie de gran encuesta que revela las preferencias del electorado. El invento se ha vuelto contra de su viuda y heredera.
Cada quien obtuvo lo que más quería
En las previsiones se creía que Milei (candidato único de su grupo) obtendría entre el 20 y 25% de los sufragios lo que anticiparía un importante tercer lugar que decidiría la elección final en favor de Juntos por el Cambio (JxC), la coalición creada por Macri que reúne a su propio partido el PRO, a la UCR, Coalición Cívica y peronistas anti kirchneristas. Es decir, todos contra el candidato kirchnerista. Pero, como hemos visto, ha ocurrido lo contrario; estas PASO han puesto a Milei al frente de la carrera, quitándole votos a los dos grupos.
No obstante, cada quien obtuvo lo que más quería. La señora Kirchner consiguió que Axel Kicillof, actual gobernador de la provincia de Buenos Aires, ganará su consulta interna, pues sabe que perderá el gobierno nacional pero espera que sus huestes se atrincheren es la que es la principal plaza electoral del país como base de oposición al próximo presidente. Por su lado, Macri aseguró para su primo Jorge Macri la candidatura de su coalición al gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, tradicional bastión de la clase media antiperonista. También logró la victoria de Patricia Bullrich, su ex ministra de Seguridad, a la candidatura presidencial.
En esos dos lugares, electoralmente cruciales en Argentina, Milei estuvo por debajo del 30% que fue su promedio nacional. Mientras que en la provincia de Buenos Aires, donde se ubica el grueso del empobrecido conurbano bonaerense y granero de votos del peronismo, alcanzó el segundo puesto con un sorprendente 24% detrás del candidato del kirchnerismo Sergio Massa. En la capital, individualmente, llegó de tercero con el 17%, y su candidato a jefe de gobierno de cuarto.
El inesperado ascenso de Milei
Su gran e inesperado ascenso se dio en el interior del país, particularmente en las 14 provincias gobernadas por caudillos peronistas, que como estratagema de sobrevivencia, a fin de no ser arrastrados por la ola nacional, adelantaron sus elecciones regionales desvinculando sus respectivos procesos de las PASO nacionales y dejando a Massa a la buena de Dios.
Si esos resultados se repitieran en la elección de primera vuelta del mes de octubre, donde se renovará la mitad de los diputados y un tercio de los senadores, JxC obtendría 107, el kirchnerismo 94 y la Libertad Avanza (el grupo de Milei) 40 de un total de los 257 escaños de la Cámara de Diputados. El resto se lo reparten peronistas independientes y la izquierda socialista. En el Senado Milei solo tendría 10 de las 72 bancas.
De modo que de ser elegido Presidente, se tendría que casar con la gente de Macri. Es decir, se repetiría el escenario de Jair Bolsonaro que se tuvo que poner en manos de la derecha tradicional brasileña. Si escoge el camino de la confrontación con el parlamento terminará como el próximo Pedro Castillo de Suramérica.
Por lo momentos, lo más probable es que pase a la segunda vuelta con el kirchnerismo y JxC peleando el segundo lugar. Como la crisis económica corre en contra del gobierno también es factible que el kirchnerismo quede de tercero repitiendo en la primera vuelta de octubre un resultado similar a las PASO.
Milei, un problema para el peronismo
En ese caso, ¿a quién le interesa el kirchnerismo que gane la elección presidencial en Argentina? ¿Javier Milei o Patricia Bulbrich? Si es coherente con el discurso que en estos momentos está presentado, según el cual hay que oponerse a la amenaza que para la democracia constituye la derecha radical (léase Milei), pues debería apoyar a Bulbrich. Pero si lo que quiere es ver el cadáver de su enemigo, jugará a la victoria del controversial economista.
Por lo momentos, intenta polarizar con Milei dejando a Bulbrich y a la coalición macrista en la incómoda posición de moverse entre los dos extremos.
Como vemos Milei se ha convertido en un problema para el peronismo y en una amenaza para JxC.
A todas estas, con el peso argentino acercándose a los mil por dólar y con el remarcaje de precios todos los días, queda pendiente una pregunta por responder: ¿Argentina pone fin al populismo o cambia de populismo?