Zenaida Amador (ALN).- No ha concluido el primer mes de 2019, pero para los venezolanos es como si ya hubiera transcurrido un año entero, no sólo por la abrumadora cantidad de acontecimientos registrada sino también por la velocidad a la que se profundiza el deterioro económico. Y es que mientras se gestiona la transición política y Nicolás Maduro sigue resistiendo a su salida del poder el país va quedando sumergido en la parálisis, la escasez y la hiperinflación.
Aunque Juan Guaidó asumió las competencias del Ejecutivo Nacional como presidente encargado de Venezuela la operatividad del país sigue en manos de Nicolás Maduro, quien en la última semana ha reiterado que seguirá adelante con su estrategia económica contra viento y marea. “Yo no descuido ni un segundo mi labor como Presidente, jefe de Estado, jefe de Gobierno, todos los días estamos atendiendo la actividad económica”, afirmó sin atisbo de cambios en su plan de control económico y de hegemonía estatal.
Ante esto, Guaidó ya anunció que en febrero llegará ayuda humanitaria internacional para atender necesidades básicas de la población. “Ya iniciamos con un monto inicial, 20 millones de dólares es el monto logrado inicialmente, vendrá mucha más ayuda, nos hemos comunicado con los países de Chile, Colombia, Brasil, Paraguay, Panamá y pare de contar, todos, España, todos decididos a respaldar porque saben que nuestra gente la está pasando muy mal, saben que es el motivo de la migración, saben que es el motivo de la muerte y mortalidad infantil”.
Aunque Juan Guaidó asumió las competencias del Ejecutivo Nacional como presidente encargado de Venezuela la operatividad del país sigue en manos de Nicolás Maduro, quien en la última semana ha reiterado que seguirá adelante con su estrategia económica contra viento y marea
Esta ayuda humanitaria, según explicó, inicialmente será gestionada a través de organizaciones no gubernamentales como Cáritas y la Cruz Roja, así como de la sociedad civil organizada y la Iglesia Católica, a fin de darle celeridad a su manejo tras seis años de negativa del Gobierno de Maduro a recibirla.
Desde las filas de Nicolás Maduro consideran que en Venezuela no es necesaria dicha ayuda y así lo han expresado sus funcionarios incluso ante instancias internacionales, aun cuando la crisis humanitaria ha sido uno de los principales motores de la diáspora de más de 3 millones de venezolanos en los últimos años.
Pero mientras el mundo fija posición sobre la situación política venezolana y se sigue impulsando la salida de Maduro del poder, que asumió de forma ilegítima el pasado 10 de enero, las protestas populares colman las calles no sólo para reclamar un cambio de Gobierno sino también un cambio en la política económica.
Tan sólo en los primeros 15 días de enero los precios presentaron una variación de 132,11%, según el Centro de Divulgación del Conocimiento Económico, Cedice Libertad. En 2018, según las estimaciones de la Asamblea Nacional, la inflación del año fue de 1.698.488% y para 2019, como mínimo, el Fondo Monetario Internacional la ubica en 10.000.000%.
Los venezolanos no dudan de estas cifras porque viven en carne propia el rigor de la hiperinflación, que devora con furia el poder de compra. El pasado 14 de enero Maduro aprobó un aumento de 300% con el cual el salario mínimo escaló a cerca de 6 dólares al mes, un monto que tan pronto fue decretado ya era insuficiente para atender las necesidades alimenticias mínimas.
Incertidumbre y parálisis
A la paralización típica del inicio del año, por las vacaciones colectivas que se suelen dar en diversos sectores por causa de las festividades navideñas, se suma la incertidumbre generada por la crisis política y por las manifestaciones callejeras que, en algunos casos, han terminado en saqueos, lo que acentúa la escasez. De allí que muchos supermercados estén abiertos, pero prácticamente sin mercancía y los pocos productos que llegan para la venta no pueden ser comprados por la mayoría debido a sus precios.
El aparato productivo está paralizado y las perspectivas, en caso de que no haya un cambio de rumbo, es que en 2019 la contracción del PIB será de 30%, según cálculos de Ecoanalítica. Entre 2013 y 2018 ya se perdió 53% de la actividad económica en uno de los más oscuros períodos de crisis que ha vivido Venezuela.
Esta postura de Maduro hoy le pasa una factura sin precedentes y pareciera ya no tener margen de maniobra para permitirse el giro que le permita sostenerse en el poder sin seguir asfixiando al aparato productivo y, en consecuencia, a la población
No en vano Oscar Schemel, uno de los miembros de la Asamblea Nacional Constituyente, le ha lanzado una alerta urgente a Maduro en su intento por “salvar” la revolución. “La política económica es el talón de Aquiles, que debilita la defensa y protección de nuestra nacionalidad y nuestra independencia. El presidente Nicolás Maduro debe entenderlo de una vez por todas que ahí está la gran debilidad de la revolución. Y que necesita acciones inmediatas, urgentes, en el terreno de la política económica para superar los problemas de hiperinflación y desabastecimiento, producción y crecimiento económico del país. Yo creo que ya está bueno. Hay que tomar cartas en el asunto. No pueden demorar más las decisiones definitivas y contundentes… en el campo económico”.
Vale decir que tales decisiones han sido retrasadas desde 2013, cuando Maduro llegó a la Presidencia, y aunque todos los sectores de la vida nacional han clamado por un cambio en el modelo, para evitar el colapso de la economía, la decisión final ha sido seguir adelante sin rectificación para evitar la pérdida del control político. Esta postura de Maduro hoy le pasa una factura sin precedentes y pareciera ya no tener margen de maniobra para permitirse el giro que le permita sostenerse en el poder sin seguir asfixiando el aparato productivo y, en consecuencia, a la población. Y esto sin tomar en cuenta las restricciones asociadas a las acciones de los países que desconocen su Gobierno y que facilitarán el proceso para un cambio liderado por Guaidó para llamar a elecciones legítimas.