Redacción (ALN).- Rudy José Arzolar Olivero llora desde hace semanas una pena que nunca sanará: uno de sus hijos murió por comer basura en el estado venezolano de Monagas, donde la pobreza contrasta con la enorme riqueza petrolera de esta región.
«(En Venezuela) es más rentable ir al basurero que trabajar», dijo el hombre a la BBC con la tristeza dibujada en el rostro.
El trágico suceso ocurrió el pasado 7 de abril cuando su hijo, Manuel Arzolar, de 12 años, murió tras ingerir basura en un vertedero cerca de su casa en Caicara de Maturín.
Como lo hacen muchos habitantes de este sector del país, Rudy fue con su familia al basurero para recoger vidrio, plástico y hierro que luego venden por unos cuantos bolívares para subsistir.
Pero allí, el joven ingirió comida de la basura, se cree que envenenada, y perdió la vida. El niño estaba allí junto a su padre y algunos de sus hermanos.
Fue precisamente una hermana quien avisó a Rudy que el niño estaba en peligro.
«Al terminar, yo me vine para mi casa y mis hijos se quedaron. Poco después, mi hija vino corriendo y gritando: ‘Papi, creo que Manuel está envenenado porque está tirado en el suelo sin poder moverse’».
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