Pedro Benítez (ALN).- A pocas semanas de una derrota electoral inédita, en medio de un creciente caos económico y con la advertencia de que al país solo le queda un mes de reservas internacionales, el Frente de Todos, coalición que respalda al presidente argentino Alberto Fernández, se anota una victoria política. Su lideresa, la vicepresidenta Cristina Kirchner, ha logrado el sobreseimiento de dos causas judiciales que tenía abiertas por corrupción y lavado de dinero, evitando así el incómodo proceso que la obligaría a un juicio oral.
En una decisión de dos votos contra uno, los jueces del Tribunal Oral Federal 5 decidieron descartar las llamadas causas Hotesur y Los Sauces, que vinculan a la expresidenta y a sus hijos Máximo y Florencia.
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La familia Kirchner era acusada de beneficiarse por alquilar hoteles de su propiedad al Estado argentino mientras Cristina Kirchner ejerció la primera magistratura de la nación. No obstante, las causas, que habían sido elevadas a juicio oral hace más de tres años, nunca llegaron a celebrarse.
Este año, la Justicia argentina ya había desestimado otro caso en el que se le acusaba de fraude a través del mercado de venta de dólares a futuro. Y el pasado mes de octubre, también fue sobreseída de la causa que la señalaba por conspirar con Irán para encubrir la presunta participación de ese país en el atentado contra la Asociación Mutual Israelita en Buenos Aires en 1994; caso que en su momento llevó el malogrado fiscal Alberto Nisman.
Con estas decisiones de los tribunales, la vicepresidenta ha reducido a la mitad el número de procesos judiciales que tenía abiertos cuando Alberto Fernández llegó a la Presidencia argentina en diciembre de 2019.
Por entonces, había ocho expedientes por corrupción elevados a juicio oral, dos procesamientos en instrucción y cinco pedidos de prisiones preventivas en contra de la señora Kirchner.
Un logro… para Cristina Kirchner
Hoy solo cuenta con cuatro juicios abiertos. Estos son, sin lugar a dudas, los principales, cuando no los únicos logros de la coalición de izquierda peronista que gobierna en Argentina. Después de todo, ganar su guerra judicial (es decir, su impunidad) fue la principal motivación de Cristina Kirchner para organizar el Frente de Todos en 2019 e impulsar a Alberto Fernández como candidato presidencial.
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No fue nada oculto. Ella ha dejado eso claro desde el principio. En diciembre de 2019, siendo vicepresidenta electa, hizo uso de sus conocidas habilidades histriónicas al desafiar a jueces y fiscales del Tribunal Oral Federal 2, al comparecer por un caso de asociación ilícita y fraude en la adjudicación de 51 contratos de obras públicas en la provincia de Santa Cruz.
En esa oportunidad, se negó a responder a las preguntas e hizo un largo monólogo donde acusó al tribunal de emprender contra ella una guerra jurídica con fines políticos, a los fiscales de “corsarios judiciales”, y cerró con: “La historia me absolvió. Y a ustedes seguramente los va a condenar la historia”.
El ataque al Supremo
Un año después, publicó una extensa carta en sus redes sociales atacando abiertamente a la Corte Suprema de Justicia argentina. En la misiva acusó al máximo tribunal de ser parte de la “articulación mediática-judicial” que se dedicó a perseguirla a ella y a sus colaboradores, y cuestionó el origen mismo de su legitimidad y la naturaleza de su papel como salvaguarda ante los otros dos poderes:
“De los tres poderes del Estado, sólo uno no va a elecciones. Sólo un Poder es perpetuo. Sólo un Poder tiene la palabra final sobre las decisiones del Poder Ejecutivo y del Poder Legislativo”.
La vicepresidenta se ha declarado víctima de un lawfer. Guerra judicial en su contra impulsada por los medios de comunicación y el Gobierno del expresidente Mauricio Macri.
Justicia mala, si la investiga; Buena, si la absuelve
Sin embargo, como se podrá inferir, la misma Justicia que cuando la investiga para algo es mala, si la absuelve es buena. Por cierto, un poco más al norte una historia parecida se ha dado con su ex colega y hoy candidato presidencial Luis Ignacio Lula Da Silva. Mientras la justicia brasileña le abrió cinco procesos por corrupción y lo condenó en diversas instancias en dos, él la acusó de ser instrumento de la derecha.
Toda la izquierda de Brasil y de Latinoamérica cantó al unísono la misma versión. Pero esa ha sido la misma Justicia que, por medio del Tribunal Supremo de brasileño, anuló todas las condenas en su contra.
Por supuesto, Lula tenía una carta fuerte a su favor: ocho de los once magistrados del Supremo de su país fueron nominados por él y su sucesora Dilma Rousseff cuando ocuparon la Presidencia de Brasil.
Una economía que se hunde
En Argentina, la historia ha sido parecida, aunque la expresidenta nunca ha sido condenada ni enviada a prisión. Pero la larga hegemonía que ella y su fallecido marido ejercieron desde la Casa Rosada (sede el Poder Ejecutivo) no fue en vano. Algo quedó de la politización de la Justicia a su favor.
Mientras tanto la economía argentina se hunde. En un momento en el cual en el resto del mundo abundan los dólares, en el país austral nuevamente escasean, razón por la cual el Gobierno de ese país volvió a imponer más restricciones a la compra y venta de divisas. El temido cepo cambiario.
Por su parte, los controles de precios y las fiscalizaciones sobre el comercio minorista amenazan con provocar una ola de desabastecimiento. Es decir, el presidente Alberto Fernández se crea nuevos problemas a los que ya tiene, más pendiente de salvaguardar, lógicamente, su propia gobernabilidad que depende del apoyo, disminuido, pero aún importante de la jefa espiritual de una parte del electorado argentino.
Durante estos dos años de gobierno esta guerra personal de Cristina Kirchner ha sido más importante para sus partidarios que la inflación, la deuda y el covid. En el kirchnerismo hay prioridades. Esto ocurre en un país en el cual la independencia del Poder Judicial ha demostrado ser tan o más importante que la independencia del Banco Central, la disciplina fiscal o la transparencia en el manejo de los fondos públicos.
@Pedrobenitezf.