Redacción (ALN).- El deterioro de los principales indicadores económicos en Venezuela se acelera a una velocidad de vértigo, haciendo florecer los peores escenarios sin que todavía se tengan claras las líneas de acción que perfilará el Gobierno en esta nueva etapa, ni la naturaleza ni el alcance de las sanciones internacionales a las que se expone el país. Aun así, Nicolás Maduro no intenta corregir los problemas sino que, por el contrario, parece haber decidido alimentar la escalada inflacionaria sin importar el costo social de su estrategia.
Tres elementos marchan de la mano y ponen en evidencia la gravedad de la crisis económica de Venezuela: la emisión de dinero inorgánico que se potencia semana a semana, el dólar paralelo que ha repuntado cerca de 90% en menos de un mes y la escalada inflacionaria que ya se traduce en abruptos cambios de precios con escasos días de diferencia.
Esto se va registrando mientras el gobierno de Nicolás Maduro avanza en el desmantelamiento de la institucionalidad democrática en medio de su impopularidad y del cuestionamiento internacional a su gestión, lo que agrava la incertidumbre y la inestabilidad, complicando aún más las proyecciones económicas para Venezuela.
La actuación del Gobierno ha alimentado las distorsiones que provocan el deterioro económico y que presagian una inflación sin precedentes
La agenda política ocupa la atención de las autoridades que no han hecho amago alguno por corregir los factores que están devorando el poder de compra del dinero y empobreciendo a los venezolanos. Al contrario, tras el lanzamiento de la Asamblea Nacional Constituyente en mayo pasado toda la actuación del Gobierno ha alimentado las distorsiones que provocan el deterioro económico y que presagian una inflación sin precedentes.
La economía lleva tres años consecutivos de contracción y se estima que en 2017 habrá una caída adicional de 12% con respecto al cierre de 2016. Esto es consistente con las estimaciones de los gremios empresariales, según las cuales el sector manufacturero está operando en promedio por debajo del 30% de su capacidad.
Aun así, el Gobierno expande la emisión de dinero para poder financiarse debido al déficit de ingresos que experimenta la nación. No se trata de una masa monetaria que responde a la evolución de la actividad productiva, sino que en buena medida se trata de dinero inorgánico emitido directamente por la llamada “maquinita” del Banco Central de Venezuela (BCV) para atender las necesidades fiscales.
En los últimos 12 meses, que han estado determinados por la recesión económica, el cúmulo de dinero emitido creció 666%. Destaca de ese aumento la asistencia financiera dada por el BCV a PDVSA y a otras empresas públicas, que al 23 de junio (última cifra disponible) llegaba a 32,7 billones de bolívares y un año antes era de 1 billón de bolívares.
El Gobierno con el aval del BCV está echando a la calle bolívares que no tienen respaldo productivo alguno, lo que termina empujando el alza de los precios
Es decir, que el Gobierno con el aval del BCV está echando a la calle bolívares que no tienen respaldo productivo alguno, lo que termina empujando el alza de los precios. En el preámbulo de la “elección” de la Asamblea Nacional Constituyente la base monetaria llegó a expandirse a un ritmo de 13% semanal.
La CEPAL en su más reciente informe sobre la evolución de la economía de América Latina y el Caribe hace una mención particular a este fenómeno. Destaca que durante 2016 el aumento creciente de los agregados monetarios y, en especial, de la base monetaria tiene su origen en el financiamiento del BCV al sector público, en particular a PDVSA. “Entre junio de 2017 y diciembre de 2016, el desglose de la base monetaria del Banco Central de Venezuela muestra que el financiamiento otorgado a empresas públicas no financieras se incrementó un 486,8% y representó 2,86 veces el saldo de la base monetaria”.
El Gobierno motoriza la inflación por esta vía y luego intenta compensar a la población con aumentos salariales, que terminan convirtiéndose en otro elemento de presión alcista de los precios, con lo cual solo acentúa los problemas.
La inflación está por encima de 20% mensual, según las estimaciones de varios economistas y firmas especializadas, que son las que han asumido la labor de seguir la conducta de este indicador dada la ausencia total de datos oficiales por parte del BCV. Con este repunte inflacionario mes tras mes es posible proyectar una tasa anual por el orden de 700%.
Sin embargo, en los últimos meses la presión inflacionaria ha crecido y, dada la coyuntura actual plagada de incertidumbre e inestabilidad, podría producirse una escalada histórica. Para Torino Capital la inflación de junio llegó a 22,2%, convirtiéndose en la variación mensual más elevada desde marzo de 1989 (21,3%). En la medida en que la inflación mensual se aleja de la media de 20% se incrementa la proyección anual hacia un nivel muy próximo a los cuatro dígitos.
Precios congelados, hiperinflación disparada
Otro factor que entra en la coctelera inflacionaria es el dólar paralelo, que describe saltos diarios abismales, y que está condicionado por la masa de bolívares en circulación, por el escaso flujo de divisas a la economía y por el propio escenario de incertidumbre, pues no se sabe si las reglas económicas cambiarán abruptamente con la Constituyente, si países como Estados Unidos aplicarán sanciones que asfixien los ingresos de la nación o si Venezuela incumplirá sus pagos de deuda, con todas las implicaciones que esta situación genera, entre otros múltiples elementos que pesan sobre todos los actores de la vida nacional.
Sin las sanciones y con relativo margen de maniobra en manos del Gobierno, ya la economía estaba agobiada por la falta de divisas. De hecho, durante el primer semestre las liquidaciones de divisas al sector privado promediaban menos de ocho millones de dólares diarios y hace tres años rondaban los 160 millones por día. En las 10 primeras subastas del Dicom, recientemente activadas, se ha asignado un promedio de 26,7 millones de dólares a la semana.
Este débil hilo de divisas no satisface las necesidades del país, lo que sigue reflejándose en la contracción de las importaciones, con lo cual el sector productivo cada vez dispone de menos insumos para producir. Torino Capital sostiene que en mayo las importaciones tuvieron una caída interanual de 33,4%, equivalente a un desplome de 84% con respecto a las reportadas en 2012.
La experiencia práctica muestra que es imposible sostener los precios congelados, pero el discurso político apunta en esa dirección
De allí que se estén juntando elementos para fomentar el recalentamiento del mercado negro de divisas. En este sentido, el economista Ricardo Hausmann observa que el valor del dólar paralelo se duplicó en los últimos 23 días, por lo que se puede esperar que registre un alza de 60.000% en un año.
El economista Steve Hanke, de la John Hopkins University, hace un seguimiento diario del movimiento del dólar paralelo para sostener sus cálculos sobre la inflación, los cuales van saltando con cada ajuste que registra el mercado negro. Al 2 de agosto, tomando en cuenta este método, la tasa anualizada de inflación en Venezuela era de 1.135,22%. “El bolívar está muerto”, afirmó.
Esta proyección de hiperinflación es una condena para un país donde más del 82% de los hogares se encuentran por debajo de la línea de pobreza y ante la magnitud de estos problemas las medidas oficialistas no pintan bien.
Mientras el Gobierno sigue estimulando la inflación su única acción es fomentar una falsa congelación de precios en ciertos rubros y servicios sobre los que ejerce un férreo control, algo que se evidenció con la prohibición de ajuste tarifario a las empresas de telecomunicaciones. Sin embargo, es laxo ante otros aumentos descontrolados de precios, como es el caso del pasaje del transporte colectivo donde cada línea de autobuses impone una tarifa diferente.
La experiencia práctica muestra que es imposible sostener los precios congelados, pero el discurso político apunta en esa dirección. La promesa de Maduro es que tan pronto se instale la Constituyente se emitirá una nueva ley de control de precios cargada de sanciones severas para quienes la incumplan. La experiencia de 14 años de control de precios y un sinfín de leyes similares ya augura el fracaso de la medida y la profundización de los problemas, con la temida embestida de la hiperinflación sobre los venezolanos.