Rafael Alba (ALN).- La compañía sueca ha denunciado a la empresa californiana ante la Comisión Europea por un presunto abuso de posición dominante. El propio Daniel Ek, fundador y consejero delegado de Spotify, se ha implicado en una batalla en la que, por el momento, permanece ausente Tim Cook, el director ejecutivo de Apple.
La primavera se anticipa lluviosa y llena de precipitaciones y sobresaltos en el interior de los cuarteles generales de las principales compañías de la industria de la música global. Aunque, en general, los números han sido buenos para todos, o casi, algunas de las incertidumbres que afectan el futuro de las inestables bases del nuevo modelo de negocio que se ha instaurado tras la irrupción de internet han vuelto a manifestar su capacidad para generar dolores de cabeza a la concurrencia. Son minucias, en apariencia, pero afectan a todo el entramado de comisiones, pago de derechos, precios al consumo y generación de ingresos, ahora vigente, e introducen desequilibrios estructurales que requieren de una larga negociación, un acuerdo entre partes, y unos sistemas de reparto justos para que se desactive, de una vez por todas, su potencial destructivo. Pero la solución no se percibe aún en el horizonte inmediato. Más bien al contrario, las batallas entre sectores de actividad, gremios y compañías rivales se multiplican y enconan por momentos.
La última batalla en llegar, con gran virulencia y máxima expectación de los medios, enfrenta ante los tribunales europeos y la opinión pública mundial a Apple y Spotify, dos de las grandes empresas tecnológicas básicas para el buen funcionamiento de los engranajes de la actual cadena de valor
La última en llegar, con gran virulencia y máxima expectación de los medios, enfrenta ante los tribunales europeos y la opinión pública mundial a Apple y Spotify, dos de las grandes empresas tecnológicas básicas para el buen funcionamiento de los engranajes de la actual cadena de valor del sector. Ambas se juegan mucho en este envite. Y no sólo hablamos de asuntos evanescentes como el prestigio o la imagen de marca. Esto se trata de dinero más bien. De mucho dinero. Y, además, de un dinero indispensable hoy para las dos empresas. Más allá de la rivalidad evidente que supone el hecho de que la compañía californiana lanzara hace tres años un servicio llamado Apple Music, que compite directamente con el que proporciona la empresa sueca, hay otros motivos aún de más peso para esta guerra corporativa. Spotify necesita desesperadamente aumentar su base de clientes premium y estar presente en todas las nuevas gamas de artefactos con conectividad que van apareciendo en esta era del Internet de las cosas, desde las consolas digitales que pondrán banda sonora a los próximos automóviles, a los relojes de pulsera como el ya famoso Apple Watch. Y su máximo responsable, Daniel Ek, pretende hacerlo sin que el coste de las comisiones que paga para estar presente en los principales ecosistemas de descarga recorte excesivamente los beneficios.
Pero a la vez, Tim Cook, el jefe de Apple, es consciente de que con el estancamiento de las ventas que ha afectado últimamente a los iPhones, el dinero que puede conseguir gracias a las comisiones y el cobro de los servicios que se proporcionan a las empresas interesadas en comercializar productos a través de Apple Store, empieza a ser una aportación vital para la cuenta de resultados de la empresa. De modo que tonterías las justas. Porque ninguno de los dos titanes empresariales que acaban de tomar el centro del ring va a salir indemne de la pelea. Ek, por si acaso, ha golpeado primero y ha presentado una denuncia ante la Comisión Europea, la auténtica bestia negra de las tecnológicas estadounidenses, como sabe muy bien Google, por ejemplo, en la que Spotify acusa a Apple de un presunto abuso de posición dominante y de mantener una clara estrategia de competencia desleal en las condiciones que impone a las empresas competidoras a la hora de permitirles usar su ecosistema de distribución de productos. Sobre todo cuando hay alguna transacción económica de por medio.
La tarifa de Apple Store
El principal motivo de queja de los responsables de Spotify es la tarifa del 30% que Apple aplica a cada una de las transacciones relacionadas con la plataforma de streaming sueca que los usuarios del sistema operativo iOS, asociado a todos los teléfonos inteligentes que fabrica la marca de Cupertino, realizan a través de App Store. Entre otros, por ejemplo, el abono de la suscripción mensual al sistema premium, que es una de sus fuentes de ingresos esenciales. De hecho, en 2018, último periodo completo disponible, esta partida sumó 4.717 millones de euros, cifra que supone un porcentaje del 89,69% del total de la facturación que se situó en 5.259 millones de euros. Y esa suerte de impuesto que el fabricante de los iphones aplica a las ventas que los competidores en el negocio musical realizan a través del ecosistema sobre el que funcionan estos teléfonos inteligentes afecta al 16% de los propietarios de smartphones del mundo, que son los clientes potenciales del servicio de la compañía de Ek y sus competidores. Entre ellos, Apple Music, la plataforma de streaming de Apple que, como decíamos antes, es también la principal competidora directa de Spotify.
Spotify necesita desesperadamente aumentar la base de clientes premium y estar presente en todas las nuevas gamas de artefactos con conectividad que van apareciendo en esta era del Internet de las cosas. Y su máximo responsable, Daniel Ek, pretende hacerlo sin que el coste de las comisiones que paga recorte excesivamente los beneficios
Tras la presentación de la demanda, los contendientes han iniciado una batalla de declaraciones para movilizar a la opinión pública en línea con sus intereses. Ek ha explicado su posición en una sustanciosa entrevista exclusiva concedida al diario británico Financial Times, una de las cabeceras de referencia de la prensa económica mundial y en unas cuantas comparecencias públicas, tan relevantes como la Conferencia Internacional sobre la Libre Competencia que se ha celebrado en Berlín, donde el gurú sueco de internet figuraba como orador invitado. En estos foros, el ejecutivo empieza por curarse en salud y afirma que si Spotify no consigue con este litigio que Apple recorte las tarifas, a la compañía que lidera no le va a quedar otro remedio que aumentar el precio de su servicio premium. En esas condiciones, Ek afirma que, desde su punto de vista, resulta más que probable que muchos de los usuarios actuales del servicio de pago ofertado por su compañía opten por pasarse a la competencia ante la diferencia de precio.
Y quizá lo hagan aún siendo conscientes de que la calidad del sonido y de las funcionalidades de que disfrutan como usuarios de Spotify es muy superior al que les aporta la compañía californiana. Al fin y al cabo, es obvio que el coste es uno de los factores esenciales que pesan sobre la toma de decisiones de los consumidores a la hora de optar por la contratación de una de las ofertas de streaming de pago disponibles en el mercado. Una desventaja competitiva evidente que habría obligado también a la empresa sueca a penalizar a otros grupos implicados en el negocio, para reducir sus gastos. Entre ellos, los distintos tenedores de derechos de las canciones, desde las discográficas a los sufridos autores de los temas, con quienes Ek ha iniciado recientemente otro litigio de gran relevancia pública en EEUU, al apelar la decisión de la Comisión de Royalties y Copyright de aplicar una subida de al menos 44% a las retribuciones que las plataformas de streaming deben pagar a los compositores por el uso de su repertorio. Un aumento considerable que, sin embargo, Apple Music ha acatado sin rechistar.
Apple acusa a Spotify de mentir
Ahora Spotify puede justificar todos estos movimientos y un eventual endurecimiento futuro de las negociaciones con las discográficas en los procesos de renovación de los contratos de licencias, globales y territoriales, echándole la culpa a las presuntas prácticas desleales de Apple que acaba de denunciar. Una decisión que se ha conocido también pocas semanas después de que EK iniciara otro pulso más, esta vez contra Warner Music, a cuenta del coste de uso del repertorio de sus artistas en India, donde la empresa sueca acaba de lanzar su servicio y se niega a pagar a la discográfica las tarifas que esta exige para permitir que las canciones de su editorial se incluyan en la oferta. Ahora parte de la culpa de esa discrepancia también la tendrían las tarifas abusivas de Apple Store, impuestas por una empresa que es a la vez parte y árbitro del gran partido mundial del streaming. Un argumento que suele funcionar a la hora de convencer a los funcionarios de Bruselas, que siempre se han mostrado muy sensibles en las cuestiones que tienen que ver con los esquemas de competencia desleal.
Tim Cook, el jefe de Apple, es consciente de que con el estancamiento de las ventas que ha afectado últimamente a los iPhones, el dinero que puede conseguir gracias a las comisiones y el cobro de los servicios a las empresas interesadas en comercializar productos a través de Apple Store, empieza a ser una aportación vital para la cuenta de resultados
Y para completar esta estrategia de comunicación, la empresa sueca ha lanzado un portal de internet específico, denominado Timetoplayfair.com, en el que pone en blanco sobre negro todos sus argumentos de forma sencilla y comprensible, para que puedan ser consultados fácilmente por cualquier consumidor interesado en conocerlos. Además, Spotify se ha encontrado en el camino con el apoyo interesado de otras empresas que también sufren estos supuestos abusos de Apple y que también compiten directamente con Apple Music, como Deezer y Anghami, la empresa líder del sector en Oriente Medio y el norte de África. Apple, por su parte, ha utilizado otros sistemas para defenderse de estas acusaciones. En un principio, las figuras relevantes del equipo directivo optaron por mantener un perfil bajo con relación a este asunto y evitaron hacer declaraciones públicas. Por lo menos hasta ahora, pero eso no significa que no hayan respondido con fuerza y efectividad a los ataques recibidos.
Apple está obligada a jugar más fuerte contra YouTube y Spotify
Porque lo que sí hizo inmediatamente la compañía de Cupertino fue lanzar a la batalla a su ejército de blogueros afines, que son legión. Un equipo entusiasta que tomó por asalto las redes sociales, los foros de usuarios y algunas publicaciones especializadas de renombre como, por ejemplo Applesfera, del grupo Weblogs SL, muy popular entre los usuarios españoles de los productos de la empresa californiana. Estos opinadores espontáneos, o no tanto, han esparcido por todo el planeta el argumentario elaborado por Tim Cook y su equipo para contrarrestar las acusaciones de su rival sueco. Punto por punto, además. Una secuencia que, finalmente, ha quedado expuesta también en un comunicado oficial de Apple difundido el pasado 15 de marzo, en el que se acusa a Ek de basar su estrategia comercial en medias verdades, de actuar con deslealtad con respecto a las plataformas que le han permitido crecer y convertirse en un negocio rentable y, como guinda del sabroso pastel, se asegura que Spotify más que ayudar a los creadores basa su modelo de negocio en exprimir a los artistas. Casi nada, ya ven. Todo parece indicar que, de momento, sólo estamos en las maniobras iniciales de una guerra en la que todavía quedan muchas balas dialécticas por disparar. Y gane quien gane, podemos indicarles ya que los principales beneficiarios de la contienda volverán a ser los de siempre, esos grandes bufetes de abogados que están presentes siempre en este tipo de fiestas.