(EFE).- El 4 de febrero de 1992, Hugo Chávez encabezó un golpe de Estado que se convertiría en bandera de lo que más adelante se denominaría La Revolución del siglo XXI.
Chávez entendía que la simbología jugaba un papel importante para la transmisión de su mensaje revolucionario. A tres décadas de ese hito fundacional, los objetos de esta simbología se acercan más al museo que al campo de batalla ideológico.