(EFE).- El suelo y las paredes crujen, la inclinación se vuelve natural y la humedad es la regla. Así son las casas frágiles que habitan cientos de ciudadanos en favelas de Venezuela que fueron declaradas en riesgo, pero nunca desalojadas, y ahora se hunden ante el abandono del Gobierno, aseguran sus habitantes.
Pese a que, hace poco más de una semana, el Ejecutivo venezolano entregó -según el presidente Nicolás Maduro- la casa número 4.100.000 de su plan habitacional bandera, la Misión Vivienda, quienes residen en zonas declaradas en alto riesgo aseguran llevar años esperando la adjudicación de un inmueble que los saque de las ruinas y les permita vivir en paz.
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No obstante, manifiestan que se han topado con «promesas vacías» y se ven obligados, por falta de recursos, a vivir en sus casas a la espera de que las soluciones lleguen antes que los inminentes derrumbes.
Entre lágrimas, Irene Castillo explicó a Efe que, hace cinco años, parte de su inmueble se derrumbó luego de que la comunidad en la que vive, una barriada del céntrico estado Miranda, colapsara y varias casas y edificios se desplomaran.
A LA ESPERA
«Quedarte sin nada de la noche a la mañana no es fácil (…) ya son cinco años esperando por ellos (el apoyo del Gobierno), entonces qué es lo que esperan», dijo esta madre de dos menores, con los que vive en el estacionamiento de su vivienda, la única parte de la casa que quedó en pie tras el derrumbe.
En el sector en el que reside Irene, las casas parecen estar torcidas. Al caminar, es posible percibir la inclinación del suelo y observar los derrumbes de alrededor, como la prueba de que una falla estructural se come el terreno como un monstruo insaciable.
Irene relató el periplo de su familia y las otras 47 que están dentro y fuera de la comunidad, que viven con familiares, de alquiler, que invadieron terrenos o que se fueron a los refugios habilitados por el Gobierno como «albergues provisionales» para las personas cuyas casas son inhabitables.
PELIGRO ANUNCIADO
Con cada grieta nueva, el peligro se anuncia en estas zonas que no están cuantificadas por falta de datos oficiales, pero de las que se puede tener una idea a partir de datos de la Encuesta de Condiciones de Vida (Encovi) de la Universidad Católica Andrés Bello 2021, que señala que el 13,4 % de los hogares venezolanos están asentados en casas «inadecuadas».
Andrés Aparicio, quien vive en una zona del oeste de Caracas, cuyo terreno, hace seis años, amenaza con hundirse, confirmó los datos.
«En principio, nos declararon zona de riesgo y mandaron a desalojar a algunas familias, pero (…) todos se quedaron y están a la espera. Ha venido gente, han prometido, han dejado, han hecho cualquier cantidad de comentarios, de reportes, pero hasta ahora todo igual, todo se ha mantenido igualito», indicó Aparicio.
En esta zona, la falla es tan grave que, además del colapso de las casas, las principales calles debieron dejar de ser transitadas por vehículos ante el peligro de debilitar aún más este terreno en el que se ubican al menos tres escuelas públicas y viven más de 5.000 personas.
Los venezolanos que son protagonistas de estas historias, y no tienen recursos para alejarse del peligro, están condenados a ver el paulatino, pero constante, deterioro de sus hogares.
María del Carmen Hernández bromeó y dijo a Efe que a su casa, ubicada en un sector al norte de Maracaibo, en el estado Zulia, «le dio una trombosis», pues la mitad está inclinada y marcada por una enorme grieta que la atraviesa.
A ella, como a las 160 familias residentes de este sector que tiene 35 años de construcción y más de 10 en riesgo, las autoridades de Protección Civil le ordenaron desalojar, pero no tiene a dónde ir.
«Yo vivo con el corazón en la boca (…) ya esto tiene como más de 10 años que empezó, pero ahora se puso peor (…) se ha abierto más, se caen pedazos», contó esta mujer que solo alcanza a usar la palabra «miedo» para describir su estado actual.