Pedro Benítez (ALN).- El super popular presidente salvadoreño, Nayib Bukele, finalmente ha retrocedido en su carrera por concentrar cada vez más poder político su persona. La semana pasada la Asamblea Legislativa de El Salvador, donde sus partidarios cuentan con mayoría calificada (64 de los 84 diputados), derogó parcialmente la polémica ley mordaza que, en medio de las críticas de la prensa nacional y extranjera, aprobó en abril de 2022.
La citada legislación imponía penas de hasta de 15 años de prisión a quienes difundieran “mensajes, señales, denominaciones, propagandas, o cualquier tipo de manifestación escrita que haga alusión” a las maras. Un claro indicativo de que para el flamante mandatario hay algo que es todavía más importante que dar seguridad en las calles a sus conciudadanos: dar sensación de seguridad.
Por supuesto, no faltaron los que vieron en ello la excusa de Bukele para controlar a la siempre díscola prensa independiente, una vez que consiguió el control casi absoluto de los poderes públicos de su país, luego de las elecciones legislativas de febrero de 2021 donde su partido, Nuevas Ideas, se impuso de manera abrumadora a los antiguos y desprestigiados ARENA y FMLN.
En abril de 2022 los parlamentarios de Nuevas Ideas y sus aliados reformaron el Código Penal y la Ley de Proscripción de Maras a fin de que ningún medio de comunicación, escrito y/o digital, pudiera difundir ningún mensaje cuya creación fuera atribuible a las pandillas. Según los legisladores bukelistas se pretendía censurar los murales callejeros con los que los pandilleros delimitan sus territorios.
Amenazas al periodismo en el Gobierno de Nayib Bukele
No obstante, la redacción de la reforma dejó sin definir a qué se refería con eso de “crear zozobra”, y dejando abierta la posibilidad de restringir la libertad para informar. La Asociación de Periodistas de El Salvador las calificó como una clara censura.
Un dato no menor a destacar es que la reforma parcial de la ley mordaza de la semana pasada contó con el aplauso casi inmediato del gobierno de Estados Unidos que la estimó como un “paso positivo”, en un mensaje difundido por su embajada en El Salvador.
Asimismo, la División de las Américas de Human Rights Watch (HRW), saludó la decisión del legislativo y celebró “la valentía del periodismo salvadoreño que ha seguido reportando a pesar de las amenazas”. Esto es, sin duda, una gran victoria para la Asociación de Periodistas salvadoreños que mantiene una pelea sin tregua con Bukele y se ha convertido en la última línea de resistencia a su creciente poder dentro del país.
Remesas, el 28 % del PIB de El Salvador
Sin embargo, no hay que llamarse a engaño, la única razón por la cual Bukele ha retrocedido esta vez (la ley entró en vigencia hace 18 meses) es Estados Unidos, del cual la pequeña y dolarizada economía salvadoreña depende casi totalmente. El Salvador recibe por concepto de remesas entre 500 y 600 millones de dólares mensuales que sus trabajadores afincados en la república del norte envían a sus familias. Eso es el 28% de su PIB y es superior a todas sus exportaciones.
En 2022, exportó 7.100 millones de dólares y recibió 7.800 millones en remesas. El 93% de ese monto procede de Estados Unidos. Para que nos hagamos una idea de la conexión entre los países digamos que prácticamente no hay un salvadoreño que no tenga un familiar viviendo en el área metropolitana en Los Ángeles, California.
Además, desde 2006 El Salvador es parte de un Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos que recibe el grueso de sus exportaciones de azúcar, etanol y textiles, y la presencia de sus multinacionales es abrumadora. Eso por no recordar que su moneda de curso legal es el dólar estadounidense.
Nayib Bukele no puede alejarse de la sombra de Washington
En resumen, pese a que ha coqueteado con China, no hay forma ni manera de que Bukele pueda alejarse de la sombra de Washington. Por cierto, lo mismo puede decirse de casi todos los demás países centroamericanos, como se va constatar en la actual crisis política en Guatemala. La excepción sigue siendo, por ahora, Nicaragua.
Cuando llegó a la presidencia en junio de 2019 en la Casa Blanca estaba Donald Trump y El Salvador muy lejos de la atención de sus funcionarios, lo que al novel mandatario le dio bastante libertad de acción. Pero en febrero de 2020 hizo ingresar soldados armados en la sede de la Asamblea a fin de presionar para que los diputados le aprobaran el financiamiento para su plan de seguridad. Por esos días la oposición controlaba el legislativo y la insólita audacia de Bukele prendió las alarmas en el hemisferio.
Al año siguiente llegó un nuevo presidente a la Casa Blanca y desde entonces las relaciones diplomáticas entre los países han sido un tira y afloja constante, con continuos pronunciamientos del subsecretario de Estado para Asuntos del Hemisferio Occidental, Brian Nichols o de la embajada en San Salvador.
Investigación en EEUU
Además, la Fiscalía estadounidense tiene abierta una investigación en una corte federal de Nueva York, en donde aparecen involucrados dos altos funcionarios de Bukele implicados en una presunta negociación con 13 líderes de la Mara Salvatrucha (MS-13) en la que se habrían comprometido en una reducción de homicidios a cambio de beneficios procesales entre los años 2019 a 2021. Esa es otra acusación que El Faro, uno de los medios de comunicación centroamericanos más prestigiosos, ha venido haciendo en sus reportajes de investigación contra la gestión de Bukele.
Con los partidos políticos salvadoreños que hicieron los acuerdos de Paz de 1992, y que luego se alternaron en el Gobierno durante casi tres décadas, impotentes ante la hegemonía electoral bukelista nuevamente hay que voltear a mirar al Tío Sam.
Un tanto a favor de Bukele, desde la perspectiva estadounidense, es que los salvadoreños ya no aparecen entre las caravanas de inmigrantes que ilegalmente intentan ingresar por la frontera. Algo que sus no pocos simpatizantes entre los senadores republicanos no han dejado de recordar por estos días.