Daniel Gómez (ALN).- El caso de Uruguay demuestra que la influencia política y económica vale poco en un terreno de juego. Esta pacífica y pequeña nación sometió a Rusia a una auténtica tortura futbolística. Sí, a Rusia, todo un gigante político y militar que además es el anfitrión en este Mundial. Pero el de Uruguay no es el único ejemplo reseñable.
México se impuso a Alemania, Uruguay sometió a Rusia, y Estados Unidos y China no juegan la Copa del Mundo. Basta con estos tres ejemplos para pensar que la geopolítica y el fútbol juegan en estadios diferentes. Dicho de otra manera: el terreno de juego es el único lugar en el que las potencias y los países pequeños son iguales. Parten con las mismas opciones.
Por mucho que le pese a los diplomáticos, el poder de seducción del fútbol es mayor que el de la política. Los datos no mienten. La FIFA representa a 209 países y las Naciones Unidas a 193.
El fútbol también unió lo que la política, de momento, no ha podido. Hace dos semanas, la FIFA anunció que el Mundial de 2026 lo organizará la candidatura United, liderada por Estados Unidos, Canadá y México. Los tres países que conforman el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), el acuerdo comercial más importante de la historia que sigue en vilo por la falta de entendimiento de los mandatarios.
En el Mundial de Rusia estas diferencias han sido más que obvias. El delantero mexicano Hirving Lozano, de 22 años, anotó el gol más celebrado del Mundial. Hasta un pequeño sismo causó cuando 75.000 compatriotas saltaron a la vez en el Zócalo de Ciudad de México para celebrar el gol frente a Alemania. El partido terminó 1-0 a favor de los mexicanos.
Las diferencias entre estas dos naciones son notorias. En términos futbolísticos, Alemania es tricampeona del mundo y actual defensora del título tras proclamarse vencedora en Brasil 2014. México, en cambio, jamás ha pasado de cuartos de final en un Mundial.
En lo que a política y economía se refiere, Alemania es uno de los países más influyentes del mundo. Es la primera economía de Europa, la cuarta del planeta y cuenta con multinacionales de primera línea como el grupo automovilístico Volkswagen y la energética E.ON. México no puede competir con semejantes registros. Sólo el magnate Carlos Slim puede imponerse al empresariado alemán por su astronómica fortuna: 67.100 millones de dólares, según la revista Forbes.
La democracia del fútbol
Si bien se antoja difícil que México le plante cara a Alemania en términos geopolíticos, en fútbol, en cambio, sí es posible la confrontación. Pocos lugares son más democráticos que una cancha de juego: 90 minutos, 11 contra 11 y un equipo arbitral ultrapreciso gracias a los avances tecnológicos que la FIFA ha empezado a aplicar en Rusia.
El España-Marruecos jugado el lunes también demostró que en el fútbol no hay barreras. Como potencia geopolítica, Madrid supera a Rabat. Como equipo, basta con ojear los planteles para atisbar las diferencias a favor de La Roja. ¿Quién lo diría en vista del partido que jugaron? Fue un intercambio de idas y venidas que acabó con un justo 2-2. La cosa sigue en empate. Como el duelo histórico que mantienen estos dos países en el apartado diplomático.
Este lunes también se vio cómo una pequeña nación tumbó a un gigante. Rusia, la anfitriona del Mundial, un gigante político y militar, cedió ante la pacífica y pequeña Uruguay. En el campo cambiaron de roles. La agresividad uruguaya, casi bélica, desbordó a una Rusia estéril y blanda. Así fue como los charrúas golearon 3-0.
El brexit también pasará de lo diplomático a lo futbolístico en el Inglaterra-Bélgica
Otras imágenes insólitas tienen que ver con Irán. Un régimen repudiado en el panorama internacional y celebrado por su buen papel en la Copa del Mundo. También es destacable que, dentro de cuatro años, el Mundial se disputará en Qatar.
En Rusia el brexit también pasará de lo diplomático a lo terrenal en el Inglaterra-Bélgica del próximo jueves. 90 minutos en los que Londres y Bruselas abandonarán su particular guerra fría para disputar uno de los encuentros más esperados en el Mundial.
Por si fuera poco, la Copa del Mundo también anotó otro gol en el plano económico. El Banco Central de Perú calculó que el PIB (Producto Interior Bruto) de ese país crecerá 1% después del paso de la selección peruana por Rusia. Así de fuerte agitó el consumo el regreso de Perú al Mundial. 36 años de ausencia que valieron para proyectar la economía nacional.
Y, mientras tanto, las estrellas de la geopolítica, las economías más poderosas del planeta, Estados Unidos y China, contemplan el Mundial desde las butacas. De forma literal. Según la FIFA, casi 89.000 estadounidenses y más de 40.000 chinos acudieron a Rusia para disfrutar de las 32 grandes potencias del fútbol mundial.