Pedro Benítez (ALN).- El de Maduro es un régimen que desafía constantemente los fundamentos del conocimiento humano: lo ha hecho en política, en economía, en ingeniería petrolera y ahora le tocó el turno a las matemáticas. Mientras la Vicepresidenta Ejecutiva, Delcy Rodríguez, y el vicepresidente para el Área Económica, Tareck El Aissami, afirmaron que el gobierno había logrado reducir en 130% los precios de algunos productos básicos, el presidente de Petróleos de Venezuela celebró una misa para pedir a Dios aumentar la producción petrolera.
La Vicepresidenta Ejecutiva de Nicolás Maduro, Delcy Rodríguez, en una inspección al Mercado mayor de Coche, ubicado al sur de Caracas, afirmó que por acciones de fiscalización llevadas a cabo por parte del gobierno se había logrado reducir en 130% (sí, leyó bien, 130%) los precios al consumidor de una serie de productos básicos.
Esa fiscalización forma parte del Plan de Abordaje a los mercados nacionales a fin de inspeccionar y corregir a la baja el marcaje de los precios en medio de un desbocado proceso hiperinflacionario.
Después, el vicepresidente para el Área Económica, Tareck El Aissami (quien había acompañado a Rodríguez en la citada declaración) repitió la misma “información” en la cuenta de Twitter del despacho a su cargo.
📣 @TareckPSUV: «Medidas contundentes para la estabilización de los precios en el mercado. Puedo informar que se disminuyó el precio de algunos rubros en un 130%, permitiendo un equilibrio y sanear la especulación». #SieteLineasEstratégicas 🇻🇪👏@NicolasMaduro @ViceEconomia pic.twitter.com/n4gnGs2X72
— MinPPIBES (@MinPPIBES) 6 de julio de 2018
¿Qué quisieron decir exactamente estos dos altos funcionarios? Por más vueltas que se le quiera dar al asunto, la respuesta a la pregunta de matemática simple que implica la afirmación realizada no da margen a dudas: no saben lo que dijeron. Bien sea por un breve error involuntario, bien sea porque no saben de matemáticas.
Que hayan insistido sin rectificar públicamente el ‘desliz’ indica ignorancia y soberbia. Dos males que en gobiernos autoritarios, es decir, que no responden a la lógica de aquellos obligados a atender a la presión pública, suelen ser devastadores.
Este es el caso de la Venezuela de Maduro, con las consecuencias a ojos vista.
Sus cinco años de dominio sobre Venezuela se han caracterizado por un monumental desprecio a todo conocimiento que contradiga su convicción política.
El gobierno no hace nada para detener la hiperinflación
No obstante, la declaración citada nos da una pista del funcionamiento interno del régimen de Maduro: Venezuela está en medio de una descontrolada hiperinflación (que amenaza con ser la mayor registrada nunca en el hemisferio occidental) sin que su gobierno haga absolutamente nada para detenerla porque sencillamente no sabe cómo hacerlo. Y, muy probablemente, porque tampoco tiene conciencia de lo que está ocurriendo.
La declaración de Delcy Rodríguez y Tareck El Aissami es una muestra evidente de esto, así como una dramática revelación de la pobreza profesional e intelectual del círculo de mayor confianza del presidente, que entre otras cosas explica la incapacidad oficial para rectificar.
Los 5 años de dominio de Maduro se han caracterizado por un monumental desprecio a todo conocimiento que contradiga su convicción política
Otro ejemplo es la eucaristía efectuada el pasado domingo en la sede de la petrolera estatal PDVSA a solicitud del ministro de Petróleo y presidente de la estatal, el mayor general Manuel Quevedo, para pedir a Dios aumentar la producción petrolera. El general Quevedo, sin experiencia profesional en la actividad, no ha podido detener la continua caída de la producción de la industria pese a todas las promesas hechas a inicios del año. Por el contrario, todas sus acciones parecen haber acelerado el deslave.
Quevedo seguramente es un oficial militar muy leal a Maduro, pero sencillamente no sabe qué hacer para recuperar la industria petrolera. Desde que ejerce los cargos de mayor responsabilidad del negocio petrolero venezolano no se le han escuchado planes o políticas concretas. Con el debido respeto a las creencias religiosas, celebrar una misa parece más bien una señal de desesperación.
Cada vez son más las voces dentro del chavismo, como los exministros de Finanzas Rodrigo Cabezas y Jesús Farías (este último diputado de la Asamblea Nacional Constituyente), que claman por que Maduro dé un giro drástico a su actitud ante la economía.
Aunque corresponsable por haber contribuido a gestar el desastre económico actual, Cabezas apunta a la médula del problema dentro del régimen cuando afirma que está guiado por un “dogmatismo estéril (…) alejado de la ciencia económica”.
Por su parte, Farías recomienda por enésima vez para abatir la hiperinflación las mismas medidas por las cuales los economistas críticos del chavismo en Venezuela tienen años reclamando: eliminar el control de cambio, unificación cambiaria y volver a los mecanismos del mercado para restablecer los equilibrios.
Aunque estas acciones son imprescindibles, cada vez está más claro que no son suficientes para revertir la destrucción que tanto la economía petrolera como la no petrolera han padecido en estos años.
Pero Maduro está dominado más que por convicciones, por sus actitudes frente al fenómeno económico que no atisba a comprender. El problema para Venezuela es que él ha tenido y tiene el poder de imponer esas actitudes.
La influencia de Serrano Mancilla en Maduro
Esa circunstancia es lo que explica la enorme influencia que Alfredo Serrano Mancilla, asesor económico vinculado a Podemos, ha tenido sobre Maduro. Titulado como doctor en Economía por parte de la Universidad Autónoma de Barcelona (España), Serrano ha negado que el proceso de aumento constante de precios en Venezuela tenga algo que ver con la emisión descontrolada de dinero sin respaldo.
Maduro, que más de una vez ha calificado a Serrano Mancilla como el “Jesucristo de la economía”, ha atendido a sus razones y consejos. Mientras tanto (en espacios de tiempo cada vez más breves) decreta nuevos aumentos de los salarios nominales que rápidamente la tasa de inflación -ya por encima de 100% mensual- pulveriza.
Pero es coherente con lo que Serrano Mancilla afirma: no importa que las mismas sean totalmente contrarias a lo que las escuelas de economía en el mundo y en Venezuela enseñan.
Así el país se ha convertido, contra todo pronóstico, en el primer exportador de petróleo que ha caído en hiperinflación.
Esta descripción nos lleva a identificar otro dato que puede ser clave para el futuro inmediato de Venezuela: Maduro y su gobierno van por detrás de la crisis. O lo que es lo mismo, esta va mucho más rápido que ellos. No tienen capacidad de respuesta y es sólo cuestión de tiempo que se traduzca en una crisis política que amenace su estabilidad.
Eso no quiere decir que ante el peso de las evidencias Maduro rectifique. Dada su concepción del mundo, del grupo humano del que se ha rodeado y sobre todo de su estilo despótico alérgico a las críticas, esa posibilidad se ve difícil.
Hasta ahora, en los cinco años como presidente, no lo ha hecho. Rodeado de un grupo que no tiene claro elementos de matemáticas que se aprenden en la educación básica le será más difícil.