Leticia Núñez (ALN).- El catedrático y analista político Luis Verdesoto dice que el escándalo Odebrecht ha generado “una incomodidad enorme” en el país, pero señala que “son apenas 50 millones de dólares frente a los 2.500 millones que se espera que se puedan descubrir en varios niveles”. En declaraciones al diario ALnavío, sostiene que si el gobierno de Lenín Moreno “no limpia este mar de corrupción, esto podría conducir de un Estado mafioso a un Estado fallido”.
El terremoto Odebrecht, cuyos temblores sintió toda América Latina, tiene en vilo a Ecuador. El vicepresidente, Jorge Glas, fue condenado a más de seis años de prisión por presuntamente haber recibido 13,5 millones de dólares en sobornos. Ahora, se enfrentará a un juicio político. “Hay una incomodidad enorme en el país”, reconoce Luis Verdesoto, catedrático de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales en Quito y analista político, en entrevista con el diario ALnavío.
No obstante, Verdesoto apunta que Odebrecht apenas ha aflorado 50 millones de dólares en corrupción, “la punta del iceberg”, y que se espera que se puedan descubrir otros 2.500 millones de dólares “en varios niveles”.
Por ello, advierte que uno de los retos para el presidente ecuatoriano, Lenín Moreno, “es limpiar este mar de corrupción”. Una lacra que, en su opinión, ha motivado la ruptura entre Moreno y el exmandatario Rafael Correa, a quien califica como “un conspirador activo contra la democracia”.
– ¿Ha sido 2017 un año decisivo para Ecuador?
– Sí, ha sido un año que si lo divides en dos partes, la de corte electoral sirvió muchísimo para registrar los cambios que se habían operado en el país luego de la etapa del auge y del manejo populista. Ha servido para que la sociedad ecuatoriana pueda expresarse con mayor transparencia y comenzar a desmontar este modelo económico y político autoritario que rigió en el país en la última década. Y la segunda mitad ha valido básicamente para que empiece a depurarse el partido hegemónico del país, que operó a través de este populismo caudillista que hemos tenido. Para que puedan darse pasos hacia la transición a la democracia. Ecuador todavía no empieza una transición clara hacia la democracia, pero estamos en ese proceso y la consulta popular del 4 de febrero dará inicio a este proceso de modo decisivo.
– ¿Qué opinión le merece la consulta que promueve Lenín Moreno?
– Es una consulta que tal vez comenzó con una ruta equivocada, que fue tratar de responder a todas las preguntas que había formulado la sociedad ecuatoriana. Se hizo una recolección de sugerencias de preguntas y la concreción en siete cuestiones finales no termina de satisfacer las necesidades de toda la sociedad. Está estructurada en tres preguntas fundamentales para el rediseño institucional del país, que son rebajar el híper presidencialismo a través de desmontar la posibilidad de reelección indefinida del presidente de la República, lo que implica sacar del escenario a Rafael Correa. Segundo: reproducir una evaluación del funcionamiento de al menos 16 instituciones fundamentales del Estado que fueron electas por el Consejo de Participación. Y la tercera es la relativa a la corrupción. Tiene que ver con la muerte civil para quienes han cometido algunos delitos enumerados en las preguntas.
Verdesoto: “La oposición lo primero que tiene que hacer es volver a existir”
– Este año Rafael Correa se despidió tras una década en el poder, por un lado, y, por otro, Lenín Moreno ganó las elecciones. ¿Está sorprendiendo Moreno a Ecuador y a América Latina con la actitud que mantiene?
– Se muestra una voluntad y esa voluntad es la que está presente y está movilizando a la sociedad ecuatoriana. El tema básico que se trató de ver con el audio que reveló la trama interna de la disputa por el liderazgo muestra cómo Correa pretendió imponer una candidatura vicepresidencial y no le importaba extremadamente ganar o no el Ejecutivo si podía conservar el control de las otras instituciones del Estado. Dicho rápidamente: al presidente Correa le interesaba la protección de la corrupción y el control del Estado, aunque no sea desde el Ejecutivo. Un presidente populista lo único que quiere es evitar la transmisión, la herencia de las masas que controla hacia nuevos liderazgos. Esto determina que Moreno profundice la necesidad tanto de asumir los temas de corrupción de un modo más serio y consecuente.
– Entonces, ¿la llegada de Moreno marca un punto de inflexión?
– Sin duda ninguna. Lo que ocurre es que en ese punto de inflexión tiene una tarea muy fuerte. No se trata de un cambio de autoridad y que ese cambio de autoridad refleje intenciones. Se trata de hechos, de romper con algunos aspectos de la continuidad de un modelo político autoritario, que se pueda reconstruir el tejido social duramente afectado por el populismo, que haya una reubicación internacional clara porque Ecuador se sometió a un alineamiento del ALBA que ha sido tremendamente negativo y que finalmente se restablezcan principios elementales de organización que han estado sometidos por el régimen de Correa.
– ¿Se esperaba tal divorcio entre Correa y Moreno? ¿Y tan pronto?
– Algo que se notó fuertemente es que quien provocó y aceleró la ruptura fue el mismo vicepresidente Glas a instancias de Correa y esto se debe, según se puede deducir del audio, a que Correa pretendía gobernar a través de Glas, lo cual ponía en peligro no sólo la estabilidad del Gobierno sino hasta la estabilidad emocional y física del presidente. Esto es un hecho que determinó la celeridad con la que Moreno responde. En esta conjunción, básicamente lo que ocurre es que Moreno dejó que operara la Justicia en relación a Glas e intenta recuperar dosis de autonomía.
– Por tanto, ¿la corrupción ha sido el factor determinante en la ruptura entre Correa y Moreno?
Verdesoto recuerda que está en curso la investigación sobre los sobreprecios en la venta de petróleo a China
– Sí, es el factor catalizador. Sin el hecho de la corrupción, habría quedado simplemente como un conflicto de liderazgos o como un conflicto por el remplazo de una nueva clase política. La corrupción desarma los temas de un modelo político que aseguró corrupción y que aseguró autoritarismo. La corrupción puede ser controlada de mejor modo cuando tienes formas democráticas de control social de la gestión pública.
– Todo ello con el vicepresidente Jorge Glas de por medio, condenado a seis años de cárcel por el caso Odebrecht. En pocos meses, Ecuador ha vivido la llegada de un nuevo presidente, la ruptura con el anterior mandatario y un vicepresidente destituido por corrupción. No se puede pedir más…
– Lastimosamente tenemos que pedir más porque hay un modelo constitucional que afianza las estructuras autoritarias, confunde modelo de desarrollo con modelo de gobernanza y esta confusión lleva a que toda la parte orgánica de la Constitución sea un estímulo a formas autoritarias e híper presidenciales. Tenemos que cambiar mucha legislación. Fundamentalmente, la que tiene que ver con comunicación. La ley de comunicación ecuatoriana es la más nociva de toda América Latina en términos de control de los medios de comunicación. Lo que pasa con Ecuador es lo que pasa con estos vendavales populistas que no tienen el menor escrúpulo en destruir instituciones. Ecuador se encuentra metido en este camino. En el corto plazo ha dado pasos importantes con la destitución del vicepresidente. El problema de Correa obviamente es el de tratar de evitar que le impliquen en cualquier caso de delito contra los bienes públicos porque tendría imposibilidad de presentarse a otras elecciones.
– ¿Cuáles han sido los efectos del escándalo Odebrecht en Ecuador? ¿Ha puesto el país patas arriba?
– Hay una incomodidad enorme por lo ocurrido. Lo que pasa es que apenas se ve la punta de un iceberg. El gasto público representa el 50% de la economía. Lo que estamos viendo es apenas un pedacito de corrupción en inversión pública. Algunos especialistas de corrupción plantean que lo que ahora estamos viendo con Odebrecht son apenas 50 millones de corrupción. Aplicada esta cifra a la magnitud de la inversión pública, estaríamos hablando de 2.500 millones de dólares de corrupción. 50 contra 2.500 millones que se espera que se puedan descubrir en varios niveles.
Está en curso la investigación sobre los sobreprecios en la venta de petróleo a China. Se juntan otras muchas cosas como los 10.000 millones para la construcción de carreteras. Y ello teniendo en cuenta que en Ecuador no ha habido licitaciones abiertas sino convocatorias directas, lo que ha implicado un mar de corrupción muy grande al que se suma otra forma de corrupción que es el desperdicio. Eso todavía está por venir. Si Ecuador no limpia ahora este mar de corrupción, si no lo limpia sabiendo con claridad hacia dónde va, muy probablemente esto pueda conducir de un Estado mafioso a un Estado fallido.
– Parece que Moreno tiene mucho trabajo por hacer…
– Tiene mucho él y no sólo él, también la sociedad ecuatoriana.
– Mientras, la oposición no podía tener un papel más cómodo.
– La oposición lo primero que tiene que hacer es volver a existir. Está desaparecida y hay que crear condiciones de estímulo para que reaparezcan organizaciones políticas que densifiquen a la sociedad. Una sociedad sin un mínimo de entramado social y político es una sociedad a expensas de la conspiración de Correa. Correa es un conspirador activo contra la democracia y la única forma de inocularte a la conspiración populista es desarrollar instituciones públicas, políticas y económicas sólidas, y de representación social.