Pedro Benítez (ALN).- Inesperada y sorpresivamente el encanto de la mayoría de los chilenos con el Gobierno de su presidente Gabriel Boric se ha esfumado. Los analistas de ese país daban por descontado que la inexperiencia del flamante presidente y su equipo, así como la imposibilidad de cumplir las expectativas y promesas, tarde o temprano le pasarían su respectiva factura.
Lo que no estaba en la cuenta de nadie es que eso ocurrirá a menos de cuarenta días de su toma de posesión. Según la más reciente encuesta de la consultora de opinión pública de Cadem (una de las más prestigiosas de ese país) la desaprobación del presidente Boric llegó al 50%, mientras que su aprobación bajó cuatro puntos para situarse en 40%.
Esa misma encuestadora ya había señalado que la desaprobación del joven mandatario había crecido 21% en las primeras tres semanas al frente de su cargo, para ubicarse en 44% de aprobación versus 41% de desaprobación. De manera que estamos ante una clara tendencia de opinión pública.
Este es un fenómeno que no se había dado con ningún otro presidente chileno desde el retorno de la democracia en 1990. Sus dos antecesores comenzaron a perder apoyo público luego de varios meses. Tanto la presidenta Michelle Bachelet (2014-2018), como en el caso de Sebastián Piñera (2018-2022) el descenso empezó luego de nueve meses, lo que fue relativamente rápido.
Sin embargo, lo usual es que los electores les den a los presidentes que se estrenan un periodo de gracia. Por su juventud, novedad y símbolo de nuevos tiempos, era esperable que así fuera en el caso de Boric. Pero como vemos, su luna miel presidencial ha sido casi inexistente y algún analista con cierta malicia indica que los problemas empezaron la misma noche nupcial.
Esto se ha visto reflejado en la primera derrota que Boric se ha llevado en el Congreso. La Cámara de Diputados negó esta semana la aprobación del proyecto que su Gobierno proponía para un retiro acotado (limitado) de los controversiales fondos de pensiones.
Este tema, que ha sido una de los caballos de batalla de la izquierda chilena, ha terminado por crear la primera división en la coalición que llevó a Boric a ganar las elecciones presidenciales. Un grupo de diputados de ese sector habían presentado por su lado otro proyecto a la Cámara que buscaba permitir el retiro anticipado, masivo y sin condiciones del 10 % de los fondos privados de pensiones del país.
De haberse aprobado, hubiera sido el quinto retiro de este tipo desde que empezó la pandemia que paralizó por meses la economía chilena. Los cuatro primeros se dieron en contra de la oposición del presidente Piñera, a quien el Congreso, la opinión pública y la calle le pasaron por encima.
Equipo inexperto
Aunque en aquella oportunidad Boric fue un inclemente crítico de Piñera y con entusiasmo apoyó los retiros, ahora que pasó de candidato a presidente su opinión sobre el tema ha girado 180 grados.
Con la inflación más elevada en lo que va de siglo (como está pasando en muchos otros países) un nuevo retiro implicaría lanzar más gasolina al incendio inflacionario y por eso Boric se opone.
No obstante, esta contradicción con lo que antes proclamó parece que ha sido el detonante de su caída en el aprecio ciudadano.
A lo anterior hay que sumar las reiteradas pifias de su equipo más cercano, todos tan jóvenes e inexpertos como él en las tareas de Gobierno. Izkia Siches, ministra del Interior y Seguridad Pública, de 36 años; Giorgio Jackson, ministro Secretario General de la Presidencia, 35 años; y la más conocida Camila Vallejo, ministra Secretaria General de Gobierno.
Desgaste
Ese es su núcleo duro, pero que por un motivo u otro han dado pasos en falso, realizado acusaciones de las que se han tenido que retractar públicamente, o no han podido manejarse con su propia colación en el Congreso. Concretamente han patinado en temas que los chilenos ven con urgencia: la crisis migratoria en el norte, la violencia política en el sur, y la inseguridad en las calles. Al parecer creyeron que con solo llegar al Palacio de La Moneda los dos últimos problemas se podrían resolver instantáneamente. Pero tal como le pasó al Gobierno anterior están demostrando su impotencia ante los mismos.
Pero por otro lado, Boric está pagando también el precio político del desgaste que ante la opinión pública está teniendo el trabajo de la Convención Constituyente (CC), dominada ampliamente por la izquierda más radical
Convocada en 2020 con la tarea de redactar una nueva Constitución, la CC ha venido dado un espectáculo cada vez preocupante y eso también lo están reflejando las encuestas.
Boric, amarrado a la Convención
Según un reciente sondeo, 45% de los encuestados dice que rechazaría en el plebiscito de salida la nueva Constitución que proponga la CC. Mientras que el Apruebo alcanzó un 38% y un 17% no sabe o no responde.
Aquí el desgaste ha sido similar y paralelo al de Boric, y no por casualidad. Él y la CC son parte del mismo proceso de cambio profundo que se apoderó de Chile luego del denominado estallido social de octubre de 2019. Pero ocurre que Boric no controla la Convención, pero está amarrado a ella.
En el fondo, lo que parece estar ocurriendo es que la mayoría del electorado chileno no ha girado a la izquierda. Esa es la ilusión que crean los sistemas electorales de segunda vuelta. Boric ganó más por rechazo a su adversario de la derecha más conservadora, José Antonio Kast, que por un voto hacia él y su proyecto político. En primera vuelta llegó de segundo con el 25% de los votos. Esa, debería ser su base dura, comprometida y movilizada en el propósito de instaurar un nuevo régimen político en Chile.
Jadue ya olió la sangré
Pero resulta que el resto del país, las tres cuartas partes que votaron por otras candidaturas más lo que no votaron, no necesariamente comparten esa ilusión.
Una ilusión que, previamente, fue reforzada por la elección de la Convención Constituyente (CC) elegida en medio de una importantísima abstención, donde los partidos de derecha no se movilizaron a votar, aunque ahora controlan la mitad del Congreso.
Y todo esto ocurre con una derecha que le ha hecho muy poca oposición a Boric y ha venido actuando con mucha cautela. Pero por el flanco izquierdo, el antiguo rival del joven presidente, el dirigente comunista y el alcalde de la comuna Recoleta, Daniel Jadue ya olió la sangre, por lo que se permitió lanzar sus primeras críticas a través (y no por casualidad) de la televisión oficial venezolana.