Leticia Núñez (ALN).- Ni la amplitud de los comicios ni los llamamientos de los políticos chilenos consiguieron ahuyentar el fantasma de la abstención. Apenas 6,6 millones de ciudadanos de los más de 14 que estaban habilitados ejercieron su derecho a votar. Es una de las participaciones más bajas de toda América Latina. “La gente no cree que el país se juegue la vida en las elecciones”, aseguró al diario ALnavío el sociólogo chileno Patricio Navia.
Ni el conservador Sebastián Piñera. Ni tampoco el socialista Alejandro Guillier. El verdadero ‘ganador’ de la primera vuelta electoral en Chile fue la abstención. Se impuso a todos los candidatos. De los 14,3 millones de chilenos habilitados en los comicios presidenciales, apenas 6,6 millones ejercieron su derecho al voto. Es decir, más de la mitad de la población optó por quedarse en casa. Frente al 53% de abstención, Piñera obtuvo un 36,6% de apoyos y Guillier, un 22,6%. Ambos se medirán el 17 de diciembre en la segunda vuelta.
Y todo a pesar de la amplitud de los comicios. Chile celebró elecciones presidenciales, parlamentarias y de consejeros regionales, y ni siquiera esto fue un verdadero aliciente. Cerca de 7.700.000 ciudadanos no asistieron a las urnas. Algo que Patricio Navia, sociólogo chileno y profesor de Ciencia Política en la Universidad de Nueva York, achaca a que “la gente cree que independientemente de quien gane, el país no va a cambiar mucho”.
En una entrevista con el diario ALnavío, Navia señaló que “si bien las elecciones son importantes, Chile es una democracia bastante consolidada y no hay gran nerviosismo ni preocupación sobre lo que va a ocurrir”. Dicho de otra manera: “Los ciudadanos piensan que, si bien un gobierno de derechas y otro de izquierdas van a implementar políticas distintas, el país no va a tomar un giro radical hacia la izquierda o hacia la derecha. En definitiva, no creen que el país se juegue la vida en los comicios”.
El peor dato de participación en unas elecciones en Chile se registró en 2016: sólo votó un 34% de los ciudadanos
Desde que en 2012 el voto pasó de obligatorio a voluntario, la abstención ha sido la principal protagonista en los diversos procesos electorales hasta la fecha. En las municipales de ese año, los primeros comicios con voto voluntario, un 57% de personas no acudió a las urnas. En la primera vuelta de las presidenciales de 2013, la participación se quedó en 49%. El escenario empeoró en la segunda vuelta, que enfrentó a Michelle Bachelet y Evelyn Matthei, cuando la abstención llegó al 58% del padrón.
Sin embargo, el peor dato llegó en las últimas elecciones municipales, las de 2016. Apenas un 34% de los electores ejerció su derecho al sufragio. De un padrón de 14,1 millones de personas, sólo votó un tercio.
Por otro lado, la baja participación fue el único elemento en el que acertaron unas encuestas que no supieron ver el ascenso del izquierdista Frente Amplio. Liderado por la periodista Beatriz Sánchez, terminó con un 20,3% frente al 14% que le daban los sondeos. Tampoco apreciaron el escaso margen por el que se impuso Piñera. Todos los informes de opinión pública le situaban cerca de la mayoría absoluta y, sin embargo, terminó con un 36,6% de apoyos.
¿Y en la segunda vuelta electoral?
Los expertos contemplan dos escenarios. Según Valeria Palanza, profesora del Instituto de Ciencia Política de la Pontificia Universidad Católica de Chile, si el Frente Amplio opta por apoyar a Guillier, algo que ve “improbable”, se prevé que haya una mayor participación dado que Sánchez movilizaría a su electorado para evitar que la derecha regrese a la Presidencia.
Sin embargo, si Sánchez no se alía con Guillier, no habrá ningún llamamiento a votar. “¿Para qué?”, cuestiona Palanza, quien ve más factible que el Frente Amplio pase directamente a la oposición puesto que es un partido que surgió como alternativa a la izquierda más tradicional. Por ahora, el partido de Sánchez no se ha entregado al candidato oficialista y se ha dado de plazo hasta finales de noviembre para tomar una decisión. En este sentido, la docente agrega: “En cuatro años podrán conformarse como alternativa de gobierno. Creo que ese es el cálculo estratégico que se vislumbra”.
No obstante, aunque ambas formaciones de izquierda acaben uniendo fuerzas, Palanza tampoco descarta que muchos ciudadanos opten directamente por no votar. “Hay un segundo escenario: que la gente sienta que ninguno de los dos candidatos la representa y se abstenga”. En ese caso, sostiene, la derecha se vería favorecida.