Valentina Álvarez (ALN).- Rentables, experimentadas y corruptas, las grandes constructoras de Brasil se van replegando por los embates del Lava Jato, la prisión de sus ejecutivos y la falta de liquidez. Más de uno espera para comprarlas a precio de saldo, mientras las constructoras extranjeras se van quedando con grandes negocios. Tres años después de la deflagración de la operación judicial conocida como Lava Jato, que destapó una inmensa red espuria de financiamiento ilegal de la política alimentada con desvíos de recursos de obras sobrefacturadas, las constructoras protagonistas del escándalo luchan para defender su liquidez desprendiéndose de activos a cualquier precio.
El sector de la construcción civil, la ingeniería y la logística de Brasil fue golpeado por una crisis sin antecedentes. Se redujeron los negocios, se multiplicaron los despidos y aparecieron los primeros pedidos de protección judicial por bancarrota. También se acabó el crédito barato.
Antes de la implosión del Lava Jato, el país se caracterizaba por un acelerado crecimiento del sector de la construcción civil gracias a obras millonarias licitadas para erigir represas, carreteras, puertos, ferrovías, terminales aeroportuarias y grandes instalaciones deportivas para eventos como el Mundial de Fútbol 2014 y los Juegos Olímpicos Río 2016.
Odebrecht tiene planes de venta de activos por unos 4.000 millones de dólares
Los protagonistas de esa era dorada eran nombres como Odebrecht, Camargo Correa, Andrade Gutierrez, Engevix, OAS, Galvao Engenheria y UTC, entre otros, que habían avanzado en la diversificación de sus negocios en áreas como saneamiento, industria naval y administración de aeropuertos.
Odebrecht, la mayor constructora de Brasil, con proyectos en gran parte de América Latina, África y Estados Unidos, tiene planes de venta de activos por unos 4.000 millones de dólares y la agencia Fitch la puso en su foco por presentar un riesgo de crédito “muy alto”. Uno de sus dueños, Marcelo Odebrecht, está preso hace ya casi dos años.
Otra gran constructora involucrada en ilícitos, Engevix, vendió sus participaciones en los aeropuertos de Brasilia y Natal, mientras que Camargo Correa se desprendió de la gigante textil Alpargatas (dueña de marcas globales como Havaianas) y de una compañía de distribución de electricidad. A su vez, OAS, Galvao Engenharia, Schahin y Mendes Júnior, otras grandes del sector, están bajo protección judicial por bancarrota.
Michel Temer estuvo presente como invitado de honor en la firma con State Grid / Flickr: Michel Temer
En un país con 12 millones de desempleados, solo la construcción eliminó más de un millón de puestos de trabajo y los empleos del sector que totalizaban 3,57 millones en octubre de 2014 eran apenas 2,4 millones en diciembre del año pasado. A su vez, el Producto Interno Bruto (PIB) de la construcción civil retrocedió 5,2% en el 2016 ante el año previo. La cámara del sector, Sinduscon, calcula que la actividad de las constructoras cayó un 18,2% en el 2016.
GO Associados, consultora que lidera el economista Gesner Oliveira, afirma que el Lava Jato le restará al PIB de Brasil 3,6 puntos porcentuales por año entre 2015 y 2019, principalmente por causa de la baja de las inversiones de la petrolera estatal Petrobras y las pérdidas de facturación en el área de ingeniería.
Llega el capital extranjero
En ese escenario, economistas como Oliveira pronostican el ingreso de constructoras y grupos de infraestructura extranjeros a Brasil, aumentando la casi inexistente competencia en el sector.
Una de las primeras fue la china State Grid (la mayor empresa eléctrica del mundo), que pagó unos 1.900 millones de dólares en septiembre de 2016 por el 23% de CPFL Energía, un paquete accionario que pertenecía a la constructora Camargo Correa. En la firma del contrato estuvo como invitado de honor el presidente Michel Temer.
“Si Odebrecht pusiera sus acciones en la Bolsa de valores, desde luego estudiaría la compra”, confirmó hace poco el inversor del fondo Templeton, Mark Mobius, cuando le preguntaron si compraría la notoria constructora, investigada en media docena de países. “Odebrecht es una empresa con gran capacidad técnica, que se ve obstaculizada por la falta de gobernabilidad”, y agregó que realizó “trabajos muy difíciles en América Latina y África, sabe cómo operar en los mercados emergentes”.
Una prueba de que las constructoras locales ya no son profetas en su tierra fue la reciente subasta por la concesión de los aeropuertos de Porto Alegre, Fortaleza, Florianópolis y Salvador, que quedaron todos en manos de extranjeros.
El Lava Jato le restará al PIB de Brasil 3,6 puntos porcentuales por año entre 2015 y 2019
La alemana Fraport ganó las concesiones de los aeropuertos de Fortaleza y Porto Alegre; la francesa Vinci se quedó con la administración y operación del de Salvador) y la suiza Zurich ganó el de Florianópolis, en una pulseada que dejó casi 500 millones de dólares en las arcas oficiales. Se espera que los aeropuertos subastados reciban inversiones por unos 2.200 millones de dólares por contratos de hasta 30 años, mientras que para atraer a los inversores el Gobierno debió crear una especie de seguro de cambio contra eventuales desvalorizaciones de la moneda local, el real.
Las subastas aeroportuarias previas -durante el gobierno de Dilma Rousseff– habían contado con la presencia de constructoras brasileñas como Engevix, Carioca y Odebrecht, además de CCR, que tiene entre sus socios a Camargo Correa y Andrade Gutierrez, también blanco de la operación Lava Jato. Ahora todas miran la fiesta desde afuera.
Los más optimistas -como el presidente de Sinduscon de Sao Paulo, José Romeu Ferraz Neto– creen que las constructoras pequeñas y medias de Brasil tienen condiciones de asumir las obras públicas que sean licitadas en el futuro. Pero mientras ese momento llega, bien parece que tras la ola de transparencia que recorre a Brasil tras el Lava Jato, las empresas extranjeras sacarán una buena tajada en el negocio de la infraestructura.