Elizabeth Fuentes (ALN).- Si bien Rufino Tamayo, Frida Kahlo, Pablo Picasso y Joan Miró siguen siendo apuestas seguras a la hora de invertir en arte, conviene conocer también quiénes son los creadores iberoamericanos menos famosos pero que están muy bien cotizados debido a las exitosas ventas de sus obras en años recientes. Entre los europeos destaca el español Santiago Carbonell y en cuanto a los latinoamericanos mandan siete mexicanos y dos venezolanos, César Andrade y Rafael Barrios.
En mayo de 2016, la casa de subastas Phillips anunció un aumento del 305% de su volumen de negocios en arte latinoamericano, básicamente por la venta de obras de artistas consagrados como Wifredo Lam, Rufino Tamayo y Jesús Soto, de quien hubo una importante retrospectiva en el Museo Carnegie que duró hasta enero de 2017. Christie’s de Nueva York logró récord de ventas por un cuadro de Rufino Tamayo, ‘Sandías’, que recaudó 2,16 millones de dólares mientras otra obra suya, ‘Sandías y Naranjas’, logró 2,29 millones de dólares, esta vez subastado por Sotheby’s en Nueva York.
La recaudación en ventas globales de arte ascendió a 5,2 billones de dólares a escala global en seis meses
Pero a quienes buscan hacerse de pinturas o esculturas de alta factura, provenientes de artistas menos costosos pero que a mediano plazo se convertirán en una buena inversión, les conviene saber que en Latinoamérica hay muchos otros creadores que se cotizan con muchos menos ceros a la izquierda, pero pueden transformar la pared de cualquier hogar u oficina en una muestra de buen gusto y finanzas saludables.
Los especialistas de Mutual Art han elaborado su más reciente análisis semestral sobre el movimiento del arte, basándose en las ventas totales de las subastas, y llegaron a la conclusión de que “Las ventas de subastas para marzo-agosto de 2017 crecieron en valor durante el mismo periodo del año pasado, con una recaudación en las ventas globales de 5,2 billones de dólares a escala global”. Cifra gigante que incluye a los grandes de siempre y a los nuevos que pugnan por filtrarse en las listas de los mejor cotizados.
Los de arriba y los de abajo
De acuerdo con el ranking de Mutual Art, tanto de artistas europeos como de Latinoamérica, se evidencia que la venta de los europeos bajó 4%, con los franceses ubicados en primer lugar -el fotógrafo Henri Cartier-Bresson rompiendo récords en ventas-, Top Ten donde también se ubica Santiago Carbonell, nacido en Ecuador pero nacionalizado español y radicado en México, a quien se considera un precursor del fotorrealismo y cuyas obras han sido bien subastadas por Christie’s. Ha sido el pintor más joven que vendió el cuadro más caro vía Sotheby’s, “un cuadro chiquito”, como lo calificó Carbonell, que logró 68.000 dólares en la puja.
En cuanto al arte latinoamericano, si bien ha bajado 10% en ventas, Mutual Art ubica en su ranking a siete pintores mexicanos (Emilio Baz Viaud, Felipe Castañeda, Francisco Castro Leñero, Carlos Almaraz, Federico Cantú, Javier Arévalo y Fernando Castro Leñero), dos venezolanos (César Andrade y Rafael Barrios) y una colombiana, María Fernanda Cardoso.
Emilio Baz Vidaud ocupa el primer lugar en las ventas, con un promedio de 100.000 dólares cada creación. Y en cuanto a los venezolanos, César Andrade ocupa el quinto lugar en ventas de ese ranking. Se trata de un artista visual venezolano (1939), inscrito en la corriente del cinetismo. Ha tenido varias exposiciones y muchas obras suyas han sido vendidas en subastas, incluyendo ‘Puntigrama Bicromo’, vendido en Piasa ‘Arte Kinetic Light Show’ en 2015 por 13.726 dólares.
El otro venezolano destacado es el escultor Rafael Barrios (1947), con muchas exposiciones en galerías y museos, incluyendo el Rosenbaum Contemporary, Bal Harbour y el Art Mur, Montreal. Varias de sus obras han sido vendidas en subastas importantes, incluyendo su pieza ‘Movimiento vertical rojo vermillion’ que ofreció la casa Christie’s de Nueva York, adquirida por 9.200 dólares. Rafael Barrios ha realizado muchas obras de arte en plazas y edificios de su país y Estados Unidos, obras a gran escala que modifican el paisaje de la zona donde son ubicadas y, la mejor noticia, valorizan cada metro cuadrado de quienes no han gastado un céntimo por apreciar el trabajo del escultor.