Pedro Benítez (ALN).- Que la meteórica carrera política del candidato presidencial, diputado y economista anarco capitalista Javier Milei tarde o temprano se iba a desinflar era algo que la mayoría de los analistas de Argentina daban como un hecho. La pregunta era cuándo ocurría; si antes de la elección presidencial pautada en primera vuelta para el próximo mes de octubre o, en la eventualidad de ser elegido primer mandatario de esa nación austral, una vez que jurara el cargo.
En este último escenario lucía como cantado que sin un partido nacional que le diera mayoría en el Congreso y sin respaldo entre los gobernadores de las provincias (claves en la estructura del poder político argentino), el carácter personal y estilo políticamente poco ortodoxo de Milei lo llevaría a chocar fatalmente con las instituciones. De hecho, ante la pregunta que se le ha formulado sobre qué haría en el caso de que el Congreso no le aprobara su plan de dolarización, la respuesta del controversial candidato fue la de asegurar que le pasaría por encima convocando un referéndum. Pero según la constitución argentina, el Presidente no puede hacer eso sin aprobación del parlamento.
Es por ello que el prestigioso politólogo Andrés Malamud advirtió hace semanas que Milei estaba destinado a ser “el próximo Pedro Castillo”. De este modo estaríamos ante otro caso de un outsider que gana una elección criticando a “la casta política” (como la denomina Milei), pero que a la hora gobernar sino pacta con ella queda aislado y cae. Aunque en América Latina ha habido unos cuantos casos de políticos que llegaron al gobierno con ese discurso, y luego tuvieron la suficiente habilidad para crearse su propia base de poder sumando a factores de la elite que criticaron, el temperamento y trayectoria personal del controversial diputado no ha dado para buenos augurios.
Sin embargo, las más recientes encuestas, así como una sucesión de derrotas de los candidatos respaldados por Milei en las elecciones provinciales en Argentina, indican que ese escenario se aleja.
Luego de ser durante más de un año la estrella ascendente en la televisión y la redes sociales, en medio de una crónica crisis económica, golpeando por igual con sus ácidas críticas tanto al gobierno de Alberto Fernández/Cristina Kirchner, como a la oposición reunida en la coalición de Juntos por el Cambio (JxC) del ex presidente Mauricio Macri, desde hace un mes varios estudios de opinión indican que el ascenso de Milei no solo se ha detenido, sino que también empieza a perder apoyos entre la clase media de la ciudad de Buenos Aires, tradicional bastión del anti peronismo.
Las tres encuestas más recientes señalan que en la competencia entre bloques su grupo, La Libertad Avanza, alcanzaría entre el 18 y el 23% en la elección presidencial; mientras que Unión por la Patria (como se rebautizado la coalición kirchnerista) alcanzaría el 29% y JxC el 30%. En ese escenario es de suponer que el grueso de los votos de Milei iría a JxC en la segunda vuelta.
Curiosamente, esos datos también revelan que, mientras tanto, le ha venido quitando votos al kirchnerismo.
Ser el candidato de “la bronca” y antisistema le ha dado una buena ventaja para exhibirse por medio de un mensaje muy claro y atractivo que fácilmente capitaliza la molestia de los más golpeados por la crisis y de los desencantados. Pero al mismo tiempo pone de manifiesto sus debilidades y sus limitaciones.
Animado por su buena posición en las encuestas Milei decidió otorgar su respaldo a diversos candidatos en las numerosas elecciones provinciales que se han efectuado este año en Argentina, con la intención de ir ampliando la base de apoyo de su partido. No obstante, en La Rioja, Jujuy, Misiones, Mendoza, Corrientes, Tucumán, Córdoba, San Juan y San Luis, provincias en la que se eligieron gobernadores, vicegobernadores, intendentes, concejales y diputados, esos candidatos quedaron muy por debajo de lo esperado. Por lo general fueron reelegidos gobernadores peronistas, y en aquellos en los que perdieron, como San Juan, fueron derrotados por candidatos de JxC, coalición que aun donde no ganó demostró ser la única alternativa competitiva ante el peronismo.
De paso, las sucesivas derrotas de los aspirantes de La Libertad Avanza han puesto de manifiesto las profundas contradicciones de un grupo que se ha organizado a la carrera, con orígenes disímiles, en muchos casos de gente proveniente de la política tradicional…exactamente lo contrario de lo abomina Milei en su discurso. Entre otros incidentes, eso ha dado pie a una acusación sobre la presunta venta de candidaturas que la Fiscalía argentina tiene en estos momentos en investigación.
Así las cosas, no está claro que Milei pueda repetir el resultado que consiguió Jair Bolsonaro en 2018, cuando capitalizó todo el voto de protesta en Brasil contra su clase política.
A diferencia de lo que pasó en éste país con el caso Lava Jato y en Chile con la crisis que arrancó en octubre del 2019, en Argentina las estructuras políticas desarrolladas en los últimos 20 años no han sido barridas; se mantienen firmes. Desde 2003 el bipartidismo argentino se ha reconstruido, a diferencia de lo que ha pasado en buena parte de la región. Por un lado, la pareja Kirchner creó una coalición peronista de izquierda, con un estilo bastante similar al chavismo. Y del otro, Macri armó una coalición que ha incluido a su propio grupo, Propuesta Republicana (PRO), la centenaria Unión Cívica Radical (UCR), la Coalición Cívica y el autodenominado peronismo republicano. Ésta alianza, en su peor momento, obtuvo el 40% de la votación nacional cuando Macri perdió su reelección presidencial en 2019.
Además, el eje político en la Argentina en los últimos 70 años ha sido entre peronismo y antiperonismo, no entre izquierda y derecha como lo plantea Milei.
Otro factor que le juega en contra es el ascenso de la ex ministra Patricia Bullrich en las preferencias. Con un discurso duro, similar al de Milei, pero dentro de su coalición, de ser elegida candidata de JxC en las primarias abiertas y obligatorias a efectuarse el 13 agosto Bullrich se llevaría buena parte de sus potenciales votantes.
De modo que la única oportunidad que tiene Milei en esta elección es que JxC se divida y eso le permita pasar a la segunda vuelta. O, que el kirchnerismo llegue de tercero, él también pase a la siguiente fase y ocurra el insólito caso de que la izquierda peronista le vote para que no gane sus JxC. En política todo es posible.
Sin embargo, más allá de los rocambolescos giros del destino, Milei viene a ser otro ejemplo de que la política tiene una implacable lógica que tarde o temprano se impone.