(EFE).- Para Rita, de avanzada edad y residente en Alepo, la toma de la ciudad por parte de los insurgentes islamistas en la ofensiva lanzada la semana pasada le pilló por sorpresa. No conoce apenas gente y se apoya en la Iglesia, que sólo le ha dicho: «Rezad y quedaos en casa».
«Estábamos en casa cuando de repente escuchamos que el área fue tomada por otras fuerzas. No sabíamos qué hacer, no sabíamos si era verdad, si podíamos salir o no. No estábamos preparados para eso», afirma a EFE Rita, cuyo nombre ha sido modificado para proteger su identidad, en una conversación telefónica.
El pasado miércoles, una coalición liderada por el Organismo de Liberación del Levante (Hayat Tahrir al Sham o HTS, en árabe) -grupo respaldado por Turquía y heredero del Frente al Nusra, antigua filial de Al Qaeda en Siria- inició una ofensiva contra posiciones del Gobierno sirio del presidente Bachar al Asad.
Sólo les tomó dos días para entrar a Alepo, la segunda ciudad más grande del país que acoge una importante minoría cristiana, y controlar gran parte de la urbe y muchas zonas de la provincia homónima.
Huir o no
Algunos de los vecinos de Alepo se plantean si huir o no, teniendo el Líbano -actualmente en un alto el fuego tras dos meses de dura ofensiva israelí- como uno de sus posibles destinos, aunque los caminos para huir están o bien bloqueados o son muy peligrosos.
«No soy joven y no conozco a mucha gente, más allá de la Iglesia que no está muy receptiva. Hemos intentado llamarles y lo que dice es: quedaos en casa y rezad», relata Rita, que es libanesa y ha vivido la guerra civil en el Líbano (1975-1990) y se quedó durante la guerra en Siria, iniciada en 2011.
Samer, de 28 años, asegura a EFE por teléfono que la situación es «desconocida en extremo».
«Nos dicen que nos quedemos en casa por nuestra seguridad pero fuera hay mucha gente. No estábamos seguros de si salir o no después de verlos llegar al barrio a través de nuestro edificio, no sabemos si debemos huir. Si es así, ¿cómo y dónde? Es tan caótico que estamos congelados en nuestras casas», señala.
Dice que nadie les habla «excepto los coches que pasan con altavoces y cánticos de liberación del país, pero la verdad es que ya no nos importa, sólo queremos vivir».
Tiendas cerradas
Lo que más le asusta, al igual que a Rita, es «lo que vendrá después, no lo que está pasando ahora».
«Hoy he ido con el coche por la zona, parece que es otro día normal pero muchas tiendas están cerradas. Sólo esperamos sobrevivir a lo que se avecina», subraya.
Temen que ocurra lo mismo que durante la batalla de Alepo (2012-2016), que sufrió un asedio y una destrucción masiva por los ataques de Siria junto a sus aliados Irán y Rusia, que acabaron expulsando a los insurgentes de la urbe.
Ahora, el Ejército sirio, que admitió que se replegó de Alepo, está preparando un contraataque para eliminar a los que han capturado la ciudad, el que era el corazón financiero e industrial de Siria. Y ya han empezado a bombardear posiciones dentro de la urbe.
Atrapados en su casa y sin pan
Rita cuenta que hay un toque de queda, impuesto por los insurgentes por «la seguridad» de los ciudadanos, por lo que no saben si salir o no, aunque ven igualmente a gente en la calle.
Ha podido comprar algunos vegetales, pero «hasta ahora nadie ha venido a darnos pan», solamente gracias a familiares que viven fuera del país que se movilizan a través de organizaciones para hacerles llegar lo básico, relata.
Ante esta situación, Fouad Sayed Issa, director de Violet -ONG que responde junto a otras organizaciones internacionales, incluida la ONU, a las crisis en zonas que escapan al control de Damasco-, apunta a EFE que «la gente lleva unos días atrapada en su casa, y no hay pan, agua ni necesidades básicas».
«Estamos trabajando para llevar diariamente el pan y otras cosas básicas a la gente», dice.
Gran carencia
Aunque están intentando hacer «todo lo posible», lamenta que hay una «gran carencia» y una «brecha» entre los recursos y sus capacidades.
De acuerdo al Observatorio Sirio de Derechos Humanos, ONG con sede en el Reino Unido pero que cuenta con una amplia red de colaboradores en el terreno, más de 400 personas han muerto, entre ellas más de 40 civiles, desde el inicio de la ofensiva.
Según la oficina de coordinación humanitaria de la ONU en Siria, la situación en la provincia de Alepo es «volátil, impredecible y evoluciona rápidamente».
Aunque no da una cifra de desplazados, destaca que, según «informes», hay «desplazamientos masivos y daños a propiedades e infraestructuras civiles».
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