Pedro Benítez (ALN).- El PSUV, el alto mando de la Fuerza Armada Nacional de Venezuela, e incluso Cuba deberían tomar en serio la negociación que Donald Trump, por medio de su enviado especial Elliott Abrams, les ofrece. Después de todo siempre es preferible un mal acuerdo a una buena pelea. En esta última tienen todas las de perder, y Trump y Abrams no están jugando.
Se le atribuye al primer ministro británico Winston Churchill la genial frase según la cual “siempre se puede contar con los estadounidenses para hacer las cosas de manera correcta después de que hayan intentado todo lo demás”. Para contribuir a llevar a Venezuela a un cambio político que culmine con la salida de Nicolás Maduro del poder, Donald Trump, el pragmático, el magnate inmobiliario que ejerce el cargo de presidente de Estados Unidos, ha decidido intentarlo todo, incluso jugarse la carta de la negociación.
Esa carta tiene nombre y apellido: Elliott Abrams. Este, en su condición de “enviado especial” para tratar la situación venezolana, ha persuadido a Trump (por ahora) de esa estrategia.
Ayer el veterano funcionario republicano la expuso claramente en su intervención ante el Atlantic Council. Su mensaje tuvo dos destinatarios: el chavismo como movimiento político y el alto mando de la Fuerza Armada Nacional venezolana (FAN).
Supporters of the late Venezuelan president, Hugo Chávez, should have a place at the table in a democratic Venezuela, US Special Representative for Venezuela Elliott Abrams said at the Atlantic Council in Washington on April 25.https://t.co/UBAUr29Zgk
— Atlantic Council (@AtlanticCouncil) 25 de abril de 2019
El reconocimiento por parte de Estados Unidos del papel que el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) y la FAN ocuparían en la Venezuela post Maduro son los puntos fundamentales de una posible negociación que les dé garantías si facilitan la transición a la democracia.
El argumento de Abrams es que para esos actores es preferible salir de Maduro a intentar mantener la situación actual y arriesgarse a otro tipo de desenlace.
Esta es una oferta que los interesados no deberían despreciar porque, por ahora, Estados Unidos apuesta por la negociación. Hágase hincapié en el por ahora.
Después de todo, hasta los más pragmáticos partidarios de ese tipo de desenlace saben que algún tipo de intervención militar norteamericana en Venezuela es una posibilidad real que no puede descartarse. El chavismo y la FAN no deberían hacerlo.
“Creemos que el régimen de Maduro debe terminar para que Venezuela recupere la democracia y la prosperidad. Pero al igual que todos los ciudadanos del país, el PSUV tiene el derecho de desempeñar un papel en la reconstrucción de su país”, dijo Abrams.
Abrams también se dirigió a los militares, cuyo alto mando juró lealtad a Maduro: “Creemos que la transición en Venezuela dependerá de buenos militares”.
Abrams enunció lo que a su juicio son los tres elementos de cambio en Venezuela, en los que incluyó “la participación política, el papel de los militares y el progreso económico”.
La Voz de América
Nunca un presidente de Estados Unidos, con el comando de la mayor fuerza militar que ha conocido la historia humana hasta hoy, va a desestimar esa opción. Trump no lo está haciendo.
Tampoco la presión económica sobre las finanzas del régimen de Maduro ni las de sus aliados cubanos.
En la clásica estratagema del policía malo y el policía bueno, donde el primero intimida y el segundo pretende ser razonable pero advirtiendo sobre la amenaza de su compañero (cuando en realidad los dos están coordinados) Trump está cumpliendo el rol del policía malo y Abrams (sorpresas de la vida) el del bueno.
Con un solo detalle: Trump y Abrams no están jugando. Ya lo advirtieron. Las fuerzas que dentro y fuera de Venezuela sostienen a Nicolás Maduro en el poder deben considerar esto seriamente.
La pregunta es con quién es preferible entenderse. La respuesta parece obvia. Trump puede perfectamente cambiar mañana de idea e intentar forzar la salida de Maduro por otros medios.
Los chavistas probablemente no lo quieran reconocer, pero Abrams es hoy su mejor amigo.
Funcionarios y exfuncionarios de la Administración estadounidense declaran con absoluta confianza sobre la masiva superioridad militar de la máquina de guerra de ese país, que podría pasar fácilmente por encima de la fuerza militar leal a Maduro, incluso si esta tuviera respaldo ruso. El exembajador estadounidense en Caracas, William Brownfield, lo ha recordado hace pocas horas.
Pero incluso, antes de llegar allí, Estados Unidos le va a seguir subiendo, por ejemplo, la presión a Cuba, hasta demostrarle a Raúl Castro que puede perder más persistiendo en el respaldo a su pupilo en Caracas que lo que de todas maneras va a perder (que es mucho) retirándole el apoyo.
No puede pasarse nunca por alto que, pese a la resistencia que Maduro está demostrando, Venezuela y Cuba son países arruinados, y los respectivos regímenes que les dominan están carcomidos por dentro.
US Special Representative for Venezuela Elliott Abrams said that “the time to join a free debate about the future is now, and it must include young Chavistas before this regime tries to silence them as well.”https://t.co/UBAUr2rA7S
— Atlantic Council (@AtlanticCouncil) 26 de abril de 2019
De modo que la lógica de Abrams es mantener la presión pero abriendo juego a la negociación a fin de fracturar la resistencia dentro del régimen al cambio. En esa línea, todo lo que contribuya a cohesionar la coalición cívico-militar chavista que sostiene a Maduro en el poder es contraproducente. Por eso Abrams hace todo lo contrario.
En una transición acordada, el chavismo puede mantener sus espacios de poder en gobernaciones, alcaldías e incluso en la Asamblea Nacional. Eso es preferible a perderlo todo.
Por otro lado, para Estados Unidos es más práctica y barata una negociación puesto que el continente necesita una Venezuela estable. Un colapso del régimen de Maduro por un detonante interno o por coacción militar externa no es garantía de estabilidad.
No obstante, un acuerdo pasa inevitablemente por la salida de Maduro del poder. En cualquier escenario (negociación, colapso o coacción militar externa) ese es un hecho del cual no hay escapatoria posible.