Ysrrael Camero (ALN).- Tras días consecutivos de protestas en las calles catalanas, bloqueo de carreteras, vías de tren, aeropuertos, incendios de contenedores, confrontación con los Mossos y llamados a huelga, crecen los votos y los escaños posibles para Vox a nivel nacional, al tiempo que se incrementa el apoyo en Cataluña para la CUP. La dirigencia independentista catalana no se desliza hacia una ruptura republicana sino hacia un suicidio político irresponsable.
Esto parece conducir a un callejón sin salida al catalanismo. El independentismo representa, consistentemente, cerca de la mitad de los votos en Cataluña, lo que se repite en cada elección, pero no sólo tiene un sólido rechazo en el resto de España, sino que ha radicalizado progresivamente la posición política de los mismos catalanes que se oponen al procés: en las elecciones generales de noviembre Vox podría tener diputados catalanes, al beneficiarse del derrumbe de Ciudadanos y de la ausencia efectiva del PP en esta Comunidad Autónoma. En el otro extremo se ha incrementado el apoyo electoral a la CUP, movimiento radical que se vincula con mucha dificultad con la dirigencia conservadora catalana.
En el promedio de las encuestas, publicadas también en Electomanía, el PSOE permanece liderando con 27,4%, el PP se acerca con 21,8%, UP desciende a 12,9% seguido de Vox con 10,6% y Cs con 9,8%. En número de escaños, de acuerdo a los trackings del 16 de octubre, el PSOE llegaría a 123, el PP a 98, Vox a 34, UP a 33, y Cs se quedaría con 16. La CUP obtendría tres diputados, JxC quedaría en seis y ERC llegaría a 14 diputados.
En España el PSOE no sólo ha dejado de crecer en las encuestas, sino que empieza a retroceder. A pesar de que seguirá siendo la fuerza más votada y con mayor cantidad de escaños con mucha dificultad aumentará su representación respecto a las generales de abril. El Partido Popular sigue subiendo, llegando al centenar de escaños. Pero el crecimiento de Vox parece acelerarse con las protestas catalanas, pudiendo convertirse en el tercer partido representado en el Congreso a partir de noviembre, superando en escaños a Unidas Podemos y a Ciudadanos.
Esto de acuerdo a sondeos de Sigmados para El Mundo, publicados por Electomanía, con tendencias similares a lo mostrado por trackings recientes. En el promedio de las encuestas, publicadas también en Electomanía, el PSOE permanece liderando con 27,4%, el PP se acerca con 21,8%, UP desciende a 12,9% seguido de Vox con 10,6% y Cs con 9,8%. En número de escaños, de acuerdo a los trackings del 16 de octubre, el PSOE llegaría a 123, el PP a 98, Vox a 34, UP a 33, y Cs se quedaría con 16. La CUP obtendría tres diputados, JxC quedaría en seis y ERC llegaría a 14 diputados.
Lo dicho en la sentencia era previsible, así como las movilizaciones de protesta en Cataluña. Lo novedoso no sólo ha sido la radicalización y agresividad de las manifestaciones sino la creciente percepción de que la dirigencia tradicional del independentismo catalán parece haber perdido el control de sus propias bases movilizadas.
El diputado Gabriel Rufián, como vocero de una Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) que dominará el espectro independentista luego de las elecciones de noviembre, se ha desmarcado de la violencia de las protestas, pero también ha cargado contra el rol de los Mossos en su represión. Con Carles Puigdemont en Bruselas y un decaído Quim Torra, la dirigencia de Junts per Catalunya vive sus peores momentos, estando aún en el gobierno.
Elecciones en España: El PP y Vox pueden cambiar el escenario del poder
Este movimiento independentista, iniciado en su momento bajo el gobierno autonómico de Artur Mas, ha demolido el sistema político catalán, y ha deslizado al sistema democrático español a nuevos niveles de tensión. La destrucción de Convergencia i Unió, coalición del catalanismo moderado que fue pivote de la democracia española, fue el primer paso en la dislocación de las fuerzas políticas catalanas, seguido por el debilitamiento del Partit dels Socialistes de Catalunya.
Un nuevo mapa parece consolidarse para las elecciones generales de noviembre. Un bipartidismo atenuado con unos bloques ideológicos polarizados. Con una diferencia, la estrategia de crecimiento de Vox, que le ha resultado fructífera, se alimenta de la crispación identitaria entre españolismo y catalanismo, por lo que podría impulsar una deriva del PP hacia posiciones más intransigentes respecto a la crisis territorial. Así, Vox tiene una fuerza gravitatoria sobre las posiciones del PP que ya no tiene Unidas Podemos sobre las del PSOE.
A pesar de que las últimas encuestas muestran que Unidas Podemos ha podido resistir el impacto negativo de sus divisiones internas, la última de las cuales protagonizó Íñigo Errejón con Más País, no deja de ser una fuerza menguante y de difícil colocación en el tema de la crisis catalana. Justamente, la posición de UP frente al independentismo marcó el inicio de su debilitamiento como fuerza política. Por todas esas razones su posibilidad de marcar la agenda del PSOE es muy escasa.
Para hacer frente a la crisis catalana, el gobierno instalado en Madrid, probablemente de Pedro Sánchez, tendrá que mantener una línea de comunicación con la ERC, estando su presidente, Oriol Junqueras, sentenciado a 13 años de presidio por sedición y malversación.
La posibilidad de un indulto parece alejarse en la medida en que se prolonga el ambiente crispado en Cataluña. Una acción de esa naturaleza generaría un gran rechazo en la opinión pública en estos momentos. Es probable que Sánchez necesite de la abstención del PP para formar gobierno, lo que condicionaría cualquier decisión respecto al tema catalán.
El puente que vincula al gobierno de Madrid con Barcelona pasa por tres fuerzas, primero por el PSC de Miquel Iceta, segundo por Catalunya en Comú de Ada Colau y, en tercer lugar por los sectores de ERC que estén dispuestos a privilegiar el realineamiento progresista frente a una apuesta identitaria infructuosa. Pero los dos primeros eslabones de este puente se debilitan si prosiguen las protestas en las calles de Barcelona.
Para el catalanismo este deslizamiento es suicida, y por ende irresponsable, ya que pone en riesgo todo lo que han alcanzado bajo la democracia española, con la Constitución de 1978 y con el Estado Autonómico. ¿Quién puede detener ahora la apuesta por una ensoñación autodestructiva?