Ysrrael Camero (ALN).- La posibilidad de formar gobierno en España sigue bloqueada tras las elecciones generales de este 10 de noviembre. El PSOE vuelve a ganar, pero se queda muy lejos de obtener la mayoría necesaria para gobernar. El ascenso de la extrema derecha de Vox, que alcanza los 52 diputados, le limita el margen de maniobra al Partido Popular, aumentando los costos de una negociación entre los dos bloques.
A pesar de que el PSOE de Pedro Sánchez ratificó su victoria perdió tres diputados respecto al mes de abril, retrocediendo a 120 escaños, y perdiendo 700.000 votos. Unidas Podemos, que viene siendo su incómodo aliado natural, también retrocedió en votos y escaños, pasando de 42 a 35 diputados y descendiendo igualmente otros 7.000 votos. La iniciativa impulsada por Íñigo Errejón apenas alcanzó tres diputados, dos por Madrid y uno por Valencia, tras sumar 500.000 votos. De esta manera el bloque de izquierdas alcanzaría apenas 158 diputados, lejos de los 176 necesarios para constituir un gobierno efectivo.
Pero el bloque conservador tampoco tiene ánimo de celebración con estos resultados. Las encuestas señalaban que el Partido Popular podía llegar al centenar de escaños, recuperando su carácter hegemónico dentro de las derechas, pero no sólo se quedó por debajo de estas expectativas, alcanzando los 88 diputados, sino que ahora se encuentra retado por el vertiginoso ascenso de Vox, que incrementó, en más del doble, su presencia en el Congreso, pasando de 24 a 52 diputados.
Ante este escenario las negociaciones para formar gobierno ya han de haber empezado, al menos informalmente. Las posibilidades de romper el bloqueo dependen, en gran parte, de las expectativas de los partidos ante la posibilidad de unas nuevas elecciones generales en abril. A la pregunta de quiénes ganan y quiénes pierden de repetirse los comicios cada organización responde desde sus propias esperanzas y miedos.
El gran crecimiento de Vox le disputa la agenda a los populares en el bloque conservador. Lo que quedó claro en el discurso de Santiago Abascal es que va contra el Partido Popular, disputándole la iniciativa y la vocería de la derecha. Vox no sólo se ha convertido en tercera fuerza, beneficiándose del derrumbe de Ciudadanos, obteniendo más de tres millones y medio de votos, sino que trabajará para imponer su agenda radical a sus socios conservadores, como ya ha hecho en Andalucía y está haciendo en Madrid.
En contraste, el derrumbe de Ciudadanos es demoledor, y representa el cierre del ciclo político de Albert Rivera, que ha dimitido.
No sólo han perdido dos millones y medio de votos respecto al mes de abril, herencia que ha sido repartida entre Vox y los populares, sino que se ha difuminado su espacio político, por lo que su capacidad de recuperación es muy escasa. Tal parece que Ciudadanos ha tomado el camino que una vez recorrieron la UCD de Adolfo Suárez y la UPyD de Rosa Diez, la dispersión de sus liderazgos y de sus apoyos, atomizados por todo el espectro político.
La sumatoria del bloque conservador también se encuentra lejos de los 176 escaños necesarios para sacar a Sánchez de La Moncloa. Entre PP, Vox y Cs apenas alcanzan los 150 diputados, e incluso agregando los dos diputados de Navarra Suma, se torna lejana la posibilidad de gobernar.
Entre uno y otro bloque ideológico se encuentra la representación de las fuerzas regionales y los nacionalismos periféricos, donde las mudanzas han sido relativamente escasas.
En el centro del debate político se encuentra Cataluña, donde el independentismo no alcanza la mitad de los sufragios. Esquerra Republicana ratificó su dominio dentro del bloque independentista, con más de 800.000 votos y 13 diputados, aunque pierde dos escaños respecto a abril. JxCat llega a ocho diputados, incrementando su apoyo en 30.000 votos. Los radicales de la CUP, con 200.000 sufragios, entran al Congreso con dos diputados. Es importante destacar que el PSC queda segundo en esta Comunidad Autónoma, con cerca de 800.000 votos y 12 diputados, que el PP obtuvo dos diputados, lo mismo que Vox y Ciudadanos.
En el País Vasco no tienen representación el PP, ni Vox, ni Ciudadanos. La mayor representación la obtuvo el Partido Nacionalista Vasco, que incrementó a siete sus diputados al Congreso. Bildu mantuvo sus cuatro escaños, lo mismo que el Partido Socialista de Euskadi y uno más que Podemos.
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En Galicia tampoco obtuvo Vox ningún tipo de representación. Populares y socialistas lograron una decena de diputados cada uno, frente a los dos de Podemos y al diputado del Bloque Nacionalista Galego (BNG).
El PSOE ha ganado en la mayor parte de las Comunidades Autónomas, desde Andalucía, Extremadura, Castilla-La Mancha, Asturias, Aragón, La Rioja, Canarias y Baleares, así como Madrid, pero ha perdido con el PP en Castilla-León, Cantabria y Galicia, y con Vox en Murcia, donde los socialistas habían ganado en abril.
Ante este escenario las negociaciones para formar gobierno ya han de haber empezado, al menos informalmente. Las posibilidades de romper el bloqueo dependen, en gran parte, de las expectativas de los partidos ante la posibilidad de unas nuevas elecciones generales en abril. A la pregunta de quiénes ganan y quiénes pierden de repetirse los comicios cada organización responde desde sus propias esperanzas y miedos.
En el centro de esta interrogante se encuentra ahora el Partido Popular. La posibilidad de una gran coalición, como la de Alemania, parece lejana, ya que los populares serían sometidos al chantaje de Vox desde su derecha si aceptan compartir gobierno con los socialistas. Pero unas nuevas elecciones generales, en un clima de mayor hartazgo de la población, podrían derivar en un ascenso de la votación para la ultraderecha: el temido sorpasso. Esta posibilidad amenaza al Partido Popular, al que no le interesa por ende que se repitan los comicios. Esto abre la posibilidad de que Pablo Casado decida facilitar la formación de un gobierno de Sánchez, en una segunda votación, con la abstención del PP, para garantizar la gobernabilidad de España.
Por otro lado, en un tono retador, con 35 diputados, Pablo Iglesias volvió a plantear un gobierno de coalición con el PSOE. Pero si los números no daban en abril mucho menos son suficientes tras estos resultados.
Al parecer, en un escenario sin un bipartidismo claro, no se puede gobernar España sin los nacionalistas periféricos, de allí la importancia que asumen formaciones como el PNV o la ERC. El rol de liderazgos como el de Aitor Esteban, quien ha confrontado con la pretensión de la ultraderecha de ilegalizar a los partidos nacionalistas, o del mismo Gabriel Rufián, quien ha tendido la mano de ERC para permitir gobernar al PSOE, podrían ser determinantes para lograr la gobernabilidad en España.
Esta búsqueda de gobernabilidad podría requerir de un nuevo aprendizaje para la dirigencia política española. Por más de 40 años han sido pocas las ocasiones de mayorías absolutas, por lo que las negociaciones para gobernar han sido recurrentes, pero no ha habido gobiernos de coalición. Quizás ese es el aprendizaje necesario para salvar a la democracia española de la deriva radical que parece estar extendiéndose por el mundo.