Antonio José Chinchetru (ALN).- La proclamación de la república catalana el 27 de octubre supuso el encallamiento y parcial hundimiento del barco independentista. El capitán de la nave, Carles Puigdemont, y otros dirigentes separatistas quedaron como náufragos que por el momento no pueden volver a su tierra. Unos saltaron rápido del barco, y huyeron a Bélgica, otros se encuentran en prisión. En cualquier caso, no pueden pisar la tierra firme de la campaña electoral.
Carles Puigdemont y otros dirigentes separatistas convencieron a una parte importante de la población catalana de que pilotaban una nave que les llevaría a la fundación de una república separada de España. Llegada la hora de la verdad, no llegaron al puerto prometido y encallaron en la realidad y la legalidad.
Cual mal capitán de barco en un hundimiento, el expresidente de la Generalitat fue el primero en abandonar el buque con parte de la tripulación. Otros quedaron atrapados, presos de la Justicia y de sus propias responsabilidades. Son los náufragos del desafío independentista, cinco fugados de la acción de los tribunales en Bélgica y otros cuatro en prisión preventiva mientras se les investiga por diversos delitos.
Los náufragos del proceso independentista no han podido participar de una forma normal en la campaña para las elecciones de este jueves
Los náufragos del proceso independentista no han podido participar de una forma normal en la campaña para las elecciones de este jueves, a pesar de que nueve de los 10 se presentan a los comicios. Eso sí, algunos lo han hecho mediante conexiones de vídeo en directo o llamadas telefónicas realizadas violando las normas penitenciarias.
Siete de ellos eran miembros del anterior gobierno autonómico, destituido en aplicación del artículo 155 de la Constitución española después de que el Parlamento regional proclamara ilegalmente una república catalana que no fue reconocida por nadie y que ni tan siquiera intentaron poner en marcha de forma efectiva. Los otros dos eran los máximos responsables de dos organizaciones independentistas que tuvieron un especial protagonismo en el acoso durante 23 horas a miembros de la Guardia Civil y una agente judicial.
Los fugados a Bruselas
Francesco Schettino se hizo tristemente célebre en toda Europa en enero de 2012, cuando encalló y se hundió parcialmente el crucero italiano Costa Concordia frente a la costa toscana. Él era el capitán del barco, pero huyó de este antes de comenzar el rescate de los pasajeros, 23 de los cuales fallecieron. Su apellido se convirtió entonces en sinónimo de cobardía en el Viejo Continente. Tras la fuga de Carles Puigdemont a Bélgica, no faltaron artículos donde se le comparaba con Schettino.
Dos días después de la proclamación de la república catalana el 27 de octubre, tras la cual ni tan siquiera se arrió la bandera española de la sede del Gobierno de la Generalitat, y ante la inminente acción de los tribunales, Puigdemont viajó en secreto hasta Bruselas. Igual camino siguieron algunos de sus consejeros (ministros regionales). No todos se quedaron allí. En estos momentos le acompañan cuatro de ellos.
Se trata de los responsables de Salud, Antoni Comín; de Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentación, Meritxell Serret (ambos de Esquerra Republicana de Catalunya, ERC); de Cultura, Lluís Puig (del Partido Demócrata Europeo Catalán, PDeCAT, de Carles Puigdemont); y de Enseñanza, Clara Ponsatí. Esta última no está oficialmente adscrita a ningún partido, si bien concurre a estos comicios en la lista de Junts per Catalunya, la marca electoral que ha decidido usar el PDeCAT. En la anterior lo hizo con Junts pel Sí (que agrupaba a PDeCAT y ERC) y procedía de la organización independentista Asamblea Nacional Catalana (ANC).
Todos ellos son prófugos de la Justicia, que les acusa de los delitos de rebelión, sedición, malversación de fondos públicos, prevaricación y desobediencia.
Los cuatro encarcelados
Los mismos cargos pesan sobre dos de los cuatro encarcelados. Mientras que Puigdemont y varios miembros de su Gobierno actuaban según el ejemplo del capitán Schettino, otros se quedaban en España para hacer frente al seguro llamamiento de los jueces. Para todos ellos, menos uno, se dictó prisión provisional, si bien tan sólo se mantiene en la actualidad para dos de ellos. Se trata del exvicepresidente catalán Oriol Junqueras, líder de ERC, y el exconsejero de Interior, Joaquim Forn, del PDeCAT.
La Justicia les acusa de los delitos de rebelión, sedición, malversación de fondos públicos, prevaricación y desobediencia
Diferente es el caso de los líderes de las organizaciones independentistas ANC, Jordi Sànchez, y Òmnium Cultural, Jordi Cuixart. Fueron los primeros en entrar en prisión, acusados del delito de sedición. Se les juzga por su papel en el acoso a miembros de la Guardia Civil y una secretaria judicial, a los que una masa humana rodeó unas 23 horas sin dejarles salir de las instalaciones que estaban registrando. Durante los hechos además se destrozaron dos vehículos del citado cuerpo de seguridad e incluso se robó armamento de los agentes, que posteriormente fue devuelto.
Cuixart es el único de estos náufragos que no se presenta a los comicios del jueves. Sànchez lo hace como número dos de Carles Puigdemont en la lista de Junts per Catalunya por Barcelona.