Antonio José Chinchetru (ALN).- Al margen de las polémicas sobre la reforma sanitaria que está impulsando Donald Trump, en el proyecto presidencial hay un aspecto que puede hacer de Estados Unidos un mercado atractivo para las aseguradoras médicas de terceros países, entre ellos España y Chile. El sistema sanitario estadounidense ha sido durante décadas uno de los más caros e ineficientes del mundo. La Ley de Protección al Paciente y Cuidado de Salud Asequible (PPACA, por sus siglas en inglés), conocida popularmente como “Obamacare”, no solo encontró la oposición frontal por parte del Partido Republicano y amplios sectores de la población de EEUU. Además, no puso coto a algunos de los problemas e incluso incrementó los gastos públicos y privados (en algunos estados se llegó a duplicar el precio de las pólizas de la mayor parte de los clientes) sin que hubiera mejoras de gran calado.
La reforma que está impulsando Donald Trump se enfrenta a niveles de rechazo político y popular similares a la de Barack Obama. Hasta el Partido Republicano se ha dividido entre los que quieren abolir de golpe el “Obamacare” y quienes optan por una reforma paulatina. Todo ello hace muy difícil saber cuál va a ser el resultado final.
Millones de estadounidenses decidieron desobedecer y pagar la multa
El aspecto más polémico de la PPACA fue el llamado “mandato individual”. Se trata de la obligación de adquirir un seguro médico para todos los ciudadanos y residentes legales en EEUU que no lo poseyeran y que no trabajaran en empresas obligadas a ofrecérselo. Tan solo quedaban exentos de esta obligación aquellos que cumplieran las condiciones para acogerse a la cobertura gratuita ofrecida por los programas Medicare (para la tercera edad y personas con minusvalías graves) y Medicaid (para las franjas de población más pobres).
En el caso del Medicaid se amplió la cobertura a todos aquellos que no alcancen unos ingresos superiores al 133% del umbral de la pobreza federal (situado en 24.000 dólares, 22.565 euros, anuales para una familia de cuatro miembros en 2015). Además, quienes ganen hasta cuatro veces ese mismo umbral, pueden recibir subsidios para pagar el seguro médico privado. Trump no parece querer poner punto y final al aumento de personas que se pueden acoger al Medicaid, pero sí eliminar las subvenciones a quienes quedan fuera de él. En su lugar quiere implantar un sistema de desgravaciones fiscales, pero basadas en la edad en vez del nivel de ingresos.
Adiós a la obligación de contratar un seguro
El plan de salud de Obama dejó muchos asuntos sin resolver / Wikimedia Commons
Otro de los puntos fuertes de la reforma que impulsa el actual presidente de Estados Unidos es la eliminación del “mandato individual”. Los críticos con el “Trumpcare” aluden a que esto, unido al final de las subvenciones para contratar los seguros, provocará que muchos ciudadanos decidan dejar de contratar cobertura médica privada. Desde las filas más afines a Trump se niega este extremo, confiando en la responsabilidad individual de cada persona. Además, la obligatoriedad es algo que choca con una mentalidad de desconfianza hacia las imposiciones desde el poder muy extendida en amplios sectores de la población. De hecho, muchos estadounidenses decidieron desobedecer el “mandato individual” y pagar la multa que se les imponía por ello.
Al margen de otros importantes cambios que supuso, el “Obamacare” no tocó uno de los aspectos que hacen del sistema de salud estadounidense uno de los más caros e ineficientes del mundo. Las aseguradoras médicas están sometidas a limitaciones territoriales en su actividad, dependiendo de licencias de cada estado para poder funcionar. En muchas zonas, algunas compañías funcionan en régimen real de monopolio o de oligopolio, sin incentivos para mejorar su cobertura o bajar precios. Además, en cuanto un asegurado sale de su estado de residencia, o incluso su condado, pierde la oportunidad de ser atendido por su compañía.
Trump quiere poner fin a este problema histórico acabando con esas limitaciones territoriales. En una intervención ante el Congreso a principios de mes dijo que su intención en este sentido es permitir la creación de “un mercado nacional realmente competitivo que mejorará los costos y los servicios”. El presidente proteccionista quiere de esta manera acabar con el proteccionismo intraestatal existente en el sector de los seguros médicos estadounidenses. Esto sí puede repercutir en una mejora de la atención y una bajada de precios.
Poca preparación ante la competencia
Es un problema para las compañías de seguros estadounidenses, acomodadas a trabajar en un régimen de monopolio o de oligopolio. Por el contrario, puede suponer una oportunidad para empresas acostumbradas a competir en mercados más libres. Es el caso, por ejemplo, de las chilenas. En Chile el sistema es de aseguramiento obligado, pero con libre elección de compañía por parte de cada ciudadano que paga sus cuotas sanitarias. En concreto, 12 firmas privadas compiten con la estatal. Es un modelo similar al que funciona en algunos países europeos, como Suiza, Holanda y Eslovaquia, entre otros.
El presidente proteccionista quiere acabar con el proteccionismo en el sector de los seguros médicos
También puede ser una oportunidad para las españolas. En España existe una sanidad pública universal que coexiste con un sistema privado. En este último compiten muchas empresas ofreciendo sus servicios a aquellos ciudadanos que quieren reforzar su atención con médicos y hospitales no públicos.
Antonio José Chinchetru es periodista en Madrid.
Las aseguradoras médicas de Chile, España y otros países pueden tener una buena oportunidad de entrar en EEUU gracias al “Trumpcare”. Su experiencia en mercados mucho más competitivos puede ser un punto muy importante a su favor para ganar clientes ante unas firmas anquilosadas por años de proteccionismo.