Leticia Núñez (ALN).- Momento delicado para la izquierda latinoamericana, cercana al chavismo. En los dos últimos años fueron electos el empresario Mauricio Macri en Argentina y el exbanquero Pedro Pablo Kuczynski en Perú. Mientras, en Brasil asumió el poder Michel Temer, tras la destitución de la presidenta izquierdista Dilma Rousseff. Ahora, Piñera, de centro derecha, está a un paso de regresar al poder tras ganar la primera vuelta en Chile. Se medirá el 17 de diciembre al oficialista Alejandro Guillier.
El giro a la derecha en América Latina no se detiene. El conservador Sebastián Piñera fue el vencedor en la primera vuelta de las elecciones chilenas que se celebraron este domingo. Se impuso con el 36,6% de los votos y se medirá al candidato oficialista, Alejandro Guillier (22,6%), en la segunda vuelta, prevista para el 17 de diciembre. De confirmarse la victoria del expresidente chileno (2010-2014), Michelle Bachelet se vería obligada a entregar la banda presidencial a una derecha que gana adeptos no sólo en Chile, sino en toda América Latina.
Aunque el triunfo de Piñera se situó por debajo del 44% que pronosticaban las encuestas, de cara a la nueva cita con las urnas, el expresidente contará con el apoyo del ultraconservador José Antonio Kast, una de las sorpresas de la noche al obtener el 7,9% de los votos y quedar en cuarto lugar. “Chile no resiste otro Gobierno de izquierda”, manifestó Kast en rueda de prensa.
Aunque la suma de Piñera y Kast no supera el 50%, expertos consultados por el diario ALnavío sostienen que el expresidente sigue como favorito para diciembre. Dicen que el rival de Piñera, Alejandro Guillier, se verá obligado a hacer un discurso más de izquierda para atraer los votos del Frente Amplio (la otra gran sorpresa de la primera vuelta al conquistar el 20% de los votos) y prometer reformas incluso “más fuertes” que las de Bachelet y eso podría suponer una fuga de votos por el centro hacia Piñera.
El kirchnerismo fue derrotado por Mauricio Macri hace justo dos años
A la espera de lo que suceda finalmente en Chile el próximo 17 de diciembre, el denominado “socialismo del siglo XXI” no hace sino acumular fracasos. El kirchnerismo fue derrotado en Argentina por Mauricio Macri hace justo dos años, después de más de una década en el poder. Apenas dos semanas después (en diciembre de 2015), la oposición venezolana ganó las elecciones legislativas.
Asimismo, en febrero de 2016, Evo Morales perdió el referéndum en el que se preguntaba a los bolivianos si querían permitir un cuarto mandato del mismo presidente. Cuatro meses después, el exejecutivo del Banco Mundial Pedro Pablo Kuczynski ganó las elecciones presidenciales en Perú tras imponerse a Keiko Fujimori. Y en septiembre de ese mismo año, la órbita chavista amplió la lista de reveses con la destitución de Dilma Rousseff en Brasil y la llegada de otro líder de centro derecha al poder, Michel Temer.
Los Chávez, Lula, Kirchner, Evo y compañía, cada uno con su estilo, han dado paso a opciones de distinto signo político, que han sabido capitalizar el hartazgo de la ciudadanía con la corrupción, la inseguridad y el populismo, según se refleja en el Latinobarómetro. Figuras clave de la década pasada, como el brasileño Luiz Inácio Lula da Silva y la argentina Cristina Fernández de Kirchner, están acusados de corrupción ante la justicia. El primero fue condenado en julio a nueve años y medio de prisión por aceptar sobornos de 1,1 millones de dólares por parte de una constructora, blanquear dinero y diseñar el entramado corrupto de Petrobras. Mientras, la segunda hace frente a cuatro procesamientos por corrupción. En el último, un juez la acusa de formar una asociación ilícita para lavar dinero público a través de una empresa familiar.
La lista de traspiés para el llamado “socialismo del siglo XXI” continúa. El expresidente de Uruguay José Mujica, a quien Hugo Chávez definió como “un verdadero amigo y ejemplo de las luchas verdaderas”, expresó en su biografía, publicada en 2015 bajo el título Una oveja negra al poder, que siempre le dijo al bolivariano que no compartía su modelo de socialismo, pues, en su opinión, conducía a un fracaso seguro. “No construyó un carajo”, señaló Mujica, quien gobernó Uruguay entre 2010 y 2015, periodo en el que se mostró cercano al chavismo. También apoyó a Nicolás Maduro, pero después terminó diciendo que está “loco como una cabra”.
En Ecuador, que se unió a la órbita de los países afines al proyecto chavista en 2007, con la llegada de Rafael Correa a la Presidencia, las cosas también han cambiado. El nuevo presidente, el oficialista Lenín Moreno, ha evitado apoyar de manera abierta a Maduro. De hecho, calificó de “preocupante” la situación de Venezuela. Busca una identidad propia más allá de ser el sucesor de Correa.
Dos bloques de poder
Mientras, al chavismo le quedan aliados como Evo Morales en Bolivia. También la Nicaragua de Daniel Ortega, con quien celebró el décimo aniversario de la Alianza Bolivariana de los Pueblos de Nuestra América (ALBA). Y, cómo no, sigue contando con el apoyo del Caribe y, sobre todo, de Cuba, una relación de socialismo y petróleo en la que soplan vientos de incertidumbre tras la muerte de Fidel Castro en 2016 y el anuncio de Raúl Castro de que se retirará en febrero de 2018.
Venezuela, la punta del iceberg, vive una crisis política, económica y social sin parangón, con la inflación por las nubes y en plena reestructuración de una deuda externa que ronda los 150.000 millones de dólares.
El expresidente de Uruguay José Mujica, sobre Hugo Chávez: “No construyó un carajo”
Así está la geopolítica de América del Sur tras el triunfo en primera vuelta de Piñera en Chile. Dos bloques de poder bien definidos a los que habría que añadir otros dos factores: la beligerancia del presidente colombiano, Juan Manuel Santos, respecto a la crisis venezolana y la beligerancia mostrada por el propio Piñera como candidato.
Santos, quien se ha convertido en uno de los gobernantes más activos en la denuncia de la represión chavista, ya dijo la semana pasada que su peor “pesadilla” es Venezuela.
Por su parte, Piñera fue “uno de los personajes internacionales más severos contra Maduro al hablar de dictadura y señalar con toda claridad las violaciones de los derechos humanos que estaban ocurriendo en Venezuela”, como recordó Fernando Gerbasi, exembajador venezolano en Colombia, Italia, Brasil, Alemania y ante Naciones Unidas y las Comunidades Europeas, en declaraciones al diario ALnavío.
Por eso, un triunfo final de Piñera elevaría la presión sobre Maduro. El expresidente se sumaría al eje derechista que forman Macri y Kuczynski, muy combativos con el mandatario venezolano. “Perú tiene una postura sumamente activa. Indiscutiblemente que la relación bilateral Argentina-Chile va a ser muy importante, sobre todo con dos presidentes con una visión desde el punto de vista económico y político bastante similar y eso va a influir para que la política exterior de Piñera tienda a las alianzas, para así actuar de manera más enérgica frente a la dictadura de Maduro”, expuso Gerbasi.
Y todo ello teniendo en cuenta que 2018 será un año nuevamente intenso en cuanto a citas electorales en América Latina. México, Brasil, Colombia, Venezuela y Paraguay elegirán presidente.