Alonso Moleiro (ALN).- Una escrupulosa estrategia de jardinería verbal, que toma todos los cuidados y nunca anda hablando de más, acompaña el contenido e intereses del presidente de Argentina. Su cuenta de Twitter solo emana perfumadas cápsulas informativas de su gestión de gobierno. Desde el inicio de los tiempos, los seres humanos suelen atenerse a una cláusula personal, consagrada como recurso universal, tenida incluso como un haber en el terreno procesal, que prescribe no caer en la tentación de hablar mal de uno mismo. No perder el control discursivo; no quedar extraviado en territorio enemigo gracias a un inoportuno acceso de sinceridad.
Es el famoso “precepto constitucional” que permite a cualquier acusado inhibirse de formular consideraciones que puedan perjudicarlo ante la ley. Para eso fue que inventaron a los abogados, pues todo ser humano, mucho más si es un dirigente político, tiene derecho a aspirar al decoro; si a usted una cosa no le ha salido bien, nadie puede obligarlo a medrar en ociosidades para terminar ganándose goles en la portería propia.
Si a alguien en este mundo le podemos reconocer que atiende de forma escrupulosa este criterio, ese es el presidente argentino, Mauricio Macri, y su cuenta personal, certificada en Twitter. Aquella es, antes que un espacio de contenidos, una primorosa colección de postales de su obra de gobierno. Lo que quiere comunicar Macri parece ser una cosa: gestión. Se trata de exhibición de rendición de cuentas, envuelta en el celofán de la pertinencia y la corrección, que el Presidente argentino le muestra a los interesados. Tal y como si se tratara del álbum de fotos de la graduación de su hija.
Las oraciones del poder
Macri suelta sus apostillas enhebrando una fraseología breve, afeitada, en muchas ocasiones desprovista de verbos, con tono de telegrama. Si los hechos no lo exigen, solo irán el sujeto, el verbo y el predicado. Parecen mensajes publicitarios emitidos durante un partido de fútbol. No hay acá nada adjetivo: lo que quiere Macri es llegar al grano. Ofrecer, y propagar, la idea de que está honrando los compromisos inherentes a su chamba.
Así pues, el 3 de febrero, fue anunciada, con la correspondiente foto, una “reunión de coordinación de gobierno en Olivos”, la residencia presidencial argentina. Cada cierta cantidad de días, la reunión de coordinación de gobierno de Macri será colocada en su cuenta de Twitter.
Aquella es, antes que un espacio de contenidos, una primorosa colección de postales de su obra de gobierno
El 1º de febrero, Macri había asentado: “Recibí hoy en Casa Rosada” -el Palacio de Gobierno en la ciudad de Buenos Aires- a Jean-Yves Hocher, director ejecutivo de Crédit Agricole”. El 31 de enero, anunciaba que estaba recibiendo a los miembros de la Unión Cívica Radical, la histórica formación política local, en este trance aliados de Macri al integrar, en las pasadas elecciones, la coalición electoral Cambiemos.
Macri no se detiene en florituras. No habla de más. La obra de gobierno, dirá él, no puede detenerse en lo periferico. El poco sensual tono de “paper” económico sigue gobernando la semántica de sus anuncios: “Esta mañana recorrimos las obras de pavimentación de la ruta provincial 14 en Quilmes” (25 de enero); “Homenajeamos en Mendoza al General San Martín y a su ejército a 200 años del Cruce de los Andes (25 de enero); “Recibimos a representantes del Consorcio Exportadores de Carnes Argentinas” (23 de enero);
Esta mañana recorrimos las obras de pavimentación de la ruta provincial 14 en Quilmes pic.twitter.com/WnhbAZpnTn
— Mauricio Macri (@mauriciomacri) 25 de enero de 2017
Anunciamos la firma de 16 nuevos contratos para la generación de energías renovables pic.twitter.com/syNZnoVLOi
— Mauricio Macri (@mauriciomacri) 24 de enero de 2017
“Firmé el traspaso de competencias judiciales a la Ciudad de Buenos Aires, una medida para avanzar hacia un sistema más eficiente y accesible (19 de enero). Mauricio Macri ofreció su primera conferencia de prensa del año el pasado 17 de enero, y para salir bien en la foto, colocó un tuit en el cual nos informa dónde estaba a la hora del almuerzo (17 de enero): como Barack Obama, podemos ver a Macri, tomando su bandeja y esperando ser atendido, como si formara parte del equipo de mesoneros de la Casa Rosada.
Lo de Macri es la precisión. La cantidad de palabras necesarias, acompañadas convenientemente de fotos, para ofrecer lo que necesita, esto es, idea de gobierno. Se supone que en Argentina, con todos los problemas que podamos registrar, hay un presidente en funciones. El que quiere buscar dónde es que está lo malo no lo va a encontrar aquí. Tendrá que ir a conversar con periodistas.