Oscar Medina (ALN).- La celebración arrancó el pasado domingo con una función transmitida en vivo por pantalla gigante y en otros teatros de Argentina, Chile y Brasil. En mayo de 1908 el Teatro Colón abrió las puertas con la obra de Verdi y hoy vuelve a ser recreada en siete noches por el aniversario de una de las salas operísticas más importantes del mundo.
El 25 de mayo de 1908 la ciudad de Buenos Aires estrenó una de sus edificaciones emblemáticas: el Teatro Colón. Y para esa gala inaugural La Gran Compañía Lírica Italiana hizo una función de Aída, de Giuseppe Verdi. 110 años más tarde, con Verdi y con Aída los argentinos celebran el aniversario de este imponente centro cultural y artístico.
Se trata de una fiesta operística de siete funciones que arrancó el pasado domingo 27 de mayo con la puesta en escena transmitida en directo en la pantalla gigante de la Plaza Vaticano (un espacio público integrado al Colón), en 12 salas del país y al mismo tiempo en el Teatro del Lago de Frutillar, en Chile; y en el Teatro Municipal de Sao Paulo, Brasil. La agenda incluye funciones los días 29, 30 y 31 de mayo y también el 2, 3 y 5 de junio.
“Los tres cuerpos estables del Teatro Colón se unifican en esta poderosa versión, con la dirección musical del maestro argentino Carlos Vieu al mando de la Orquesta Estable, la participación del Coro Estable bajo la dirección de Miguel Martínez y del Ballet Estable dirigido por Paloma Herrera. La producción tiene además vestuario de Aníbal Lápiz, coreografía de Alejandro Cervera e iluminación de Rubén Conde”, explica la web del Teatro Colón.
Y hay aquí otro elemento importante: la participación de Aníbal Lápiz. En 1966 el maestro Roberto Oswald, leyenda de la escenografía, concibió una versión de Aída para el Colón que hizo historia. Lápiz fue el vestuarista de este y otros montajes junto a Oswald. Y hoy su amigo se ha basado en ese trabajo para recrear –con el mismo vestuario de entonces- la Aída con la que se festejan los 110 años del teatro.
En una entrevista para el diario Clarín le preguntaron a Lápiz si se trataba de una reposición literal: “No, es una reposición con cosas nuevas. Si uno pudiese ver una y después ver la otra, te resultarían familiares, pero de pronto hay muchas cosas que cambian, porque cada uno tiene una personalidad. Y lo mismo pasa con los artistas, los internacionales y los locales. Cada uno tiene una manera de moverse, de cantar, de expresarse. Tienen que acatar lo que yo marco, pero hay una serie de cuestiones corporales que cada uno siente de manera diferente. Además, han pasado 30 años. La vida cambió, las puestas cambiaron. Si tengo que establecer una diferencia con el trabajo de Oswald, me parece que yo manejo a los artistas desde otro lugar. No es ni mejor ni peor, es diferente. Miro mucho el acento de los gestos de los cantantes. No me gustan los grandes gestos, las exageraciones. Hoy le señalaba a alguien, no importa a quién: ‘Ojo que esto se lo estás diciendo a Aída, no al público’. ¿Me explico?”.
“Esta producción cuenta con tres elencos a lo largo de sus siete funciones”, explica la web del recinto: “La soprano americana Latonia Moore será Aída en las funciones del 29 y 31 de mayo como así también en las del 3 y 5 de junio, acompañada por Riccardo Massi en el rol de Radamés. En las funciones del 27 de mayo y 2 de junio los roles principales serán interpretados por Mónica Ferracani y Enrique Folger; mientras que la función del 30 de mayo tendrá como protagonistas a Haydée Dabusti y Fernando Chalabe”.
Lo mejor de lo mejor
La relación de Aída con el Teatro Colón es de larguísima data. En Buenos Aires se montó por primera vez el 4 de octubre de 1873 en la primera sede, que se ubicaba donde hoy se encuentra la Casa Central del Banco de la Nación, en Plaza de Mayo.
Allí funcionó el Colón desde 1857 hasta 1888, cuando cerró las puertas mientras se construía un nuevo edificio. El proyecto debía estar listo en octubre de 1892, coincidiendo con los 400 años del descubrimiento de América. Diseñado originalmente por el arquitecto Francesco Tamburini, terminó pasando por diferentes manos y prolongados retrasos y no fue sino hasta mayo de 1908 cuando estuvo listo con los trazos del arquitecto belga Jules Dormal.
A finales de 2006 volvió a bajar el legendario telón para emprender un plan de recuperación. Y fue reinaugurado, finalmente, el 25 de mayo de 2010. La superficie del Colón abarca 58.000 metros cuadrados y la sala principal en forma de herradura cumple al pie de la letra con las normas del teatro clásico italiano y francés. Tiene capacidad para 2.478 espectadores (sentados) y en el foso de la orquesta se pueden ubicar hasta 120 músicos.
El Colón está considerado entre los teatros de ópera más importantes del mundo, a la par de la Scala de Milán, la Ópera de París, el Covent Garden de Londres y el Metropolitan de Nueva York.
“A lo largo de su historia, ningún artista de importancia del siglo XX ha dejado de pisar su escenario”, apunta la web: “Baste mencionar a cantantes como Enrico Caruso, Claudia Muzio, María Callas, Régine Crespin, Birgit Nilsson, Plácido Domingo, Luciano Pavarotti, a bailarines como Vaslav Nijinski, Margot Fonteyn, Maia Plisetskaia, Rudolf Nureyev, Mijaíl Barishnikov, a directores como Arturo Toscanini, Herbert von Karajan, Héctor Panizza, Ferdinand Leitner, entre decenas más”.