Daniel Gómez (ALN).- José Catelar Caior, más conocido como Cueto, lleva toda la vida torciendo habanos. Puros en ocasiones gigantes que le han valido para coleccionar cinco récord Guinness y, también, para recorrer el mundo. Ahora está en Madrid, en Fitur, donde cuenta todos los detalles de su profesión a ALnavío.
Al cubano José Castelar Cairo lo llaman Cueto. “Así me conocen en todos lados”, dice a ALnavío. De 74 años, suma 60 haciendo puros. Es un torcedor y sus manos lo delatan. Sus dedos anchos como robles enhebran hojas de tabaco con una pericia impropia de esas dimensiones.
Aunque pareciera que como Cueto hay muchos en Cuba, tabaqueros habilidosos que tuercen habanos en un abrir y cerrar de ojos, no es así. La prueba es que colecciona cinco récords Guinness y va camino del sexto.
El primero lo consiguió en 2001. Cueto, quien nació en Sagua la Grande, en la provincia de Villa Clara, vivió y trabajó en un lugar apartado de la ciudad. “Entonces decidimos hacer algo llamativo para que la gente acudiera a visitarnos”, comentó.
Su ocurrencia no fue otra que torcer un tabaco de 11,4 metros. Si le sorprende la medida esto no es nada porque lo que viene a continuación es simplemente espectacular: en 2003 se lanzó con un habano de 14,86 metros. En 2005 con otro de 20,41 metros. En 2008 llegó hasta los 45,31 metros. Y en 2011 torció uno de 81,80.
Esto opina Cueto sobre tramitar un récord Guinness: “¡Es un jaleo terrible!”, clama. “Tengo que tener testigos presenciales. Testigos impresos. Testigos grabados. Además de gente responsable, con autoridad, que asegure que lo hice”
He ahí sus cinco récords. Y a la espera está el sexto, un puro de 90 metros que torció en 2016 con motivo del 90 cumpleaños del expresidente Fidel Castro, y que todavía está pendiente de validar.
“¡Es un jaleo terrible!”, clama Cueto. “Tengo que tener testigos presenciales. Testigos impresos. Testigos grabados. Además de gente responsable, con autoridad, que asegure que lo hice”.
Los procesos de validación de los Guinness, a cargo de la editorial británica HIT Entertainment, son tediosos por eso mismo: porque requieren una burocracia increíble. Por suerte para Cueto, la Embajada de Inglaterra siempre le ayudó.
“Siempre me han ayudado mucho. Van los funcionarios ingleses a mi taller a comprobar el proceso. Y para medir el tabaco acude incluso el embajador”, comentó.
De Cuba hasta China
A Cueto los Guinness le otorgaron fama mundial. Tal es así que en la Feria Internacional de Turismo (Fitur), que se celebra esta semana en Madrid, él es la estrella de la delegación cubana.
Cuando no se toma fotos con los visitantes, Cueto tuerce algún habano, recita los récords de memoria y no para de sonreír. A cualquiera le chocaría lo blancos que lucen sus dientes de no ser porque, reconoció, apenas fuma. No miente. En su espeso bigote no existe ese rastro amarillento tan propio de los amantes de los puros.
“Gracias a los récords he conocido Inglaterra, Portugal, Chipre, San Martín, Italia, China, Rusia… Me siento muy orgulloso. Muy tranquilo. Realizado. Esto es lo que a mí me gusta. Fíjese si es así que a mis 74 años sigo torciendo tabaco”.
Aprendió en un chinchalito
Con 14 años Cueto comentó a torcer puros. Al lado de su casa había una fábrica de tabaco pequeña, con apenas tres trabajadores. “Eso allí lo llamamos un chinchal, un chinchalito”.
En el chinchalito fue tomando experiencia, y no fue hasta 2001 cuando tuvo la iniciativa que le cambió la vida. Aunque no mucho porque sigue torciendo tabaco. Eso sí: en ocasiones bate algún récord.
Para conseguir el puro de 90 metros, que puesto en pie es casi el doble de alto que la Torre de Pisa, de 54 metros, tardó 11 días. Cada uno de ellos trabajando 12 horas sin descanso.
“Para conseguir un puro así, sobre todo, hay que dominar muy bien la técnica de hacer tabaco. También prepararse muy bien, contar con todo el material a mano, además de tener ayudantes tabaqueros muy experimentados”, explicó.
Ahora le toca “el jaleo” del récord. El sexto Guiness del tabaquero que se ha recorrido el mundo haciendo lo que le apasiona.