Antonio José Chinchetru (ALN).- Venezuela se ha convertido en una jaula de oro para Nicolás Maduro. El autócrata está preso de sí mismo en su propio país. Tras haber realizado innumerables viajes cuando era el canciller de Hugo Chávez, y durante sus primeros años como presidente, ya no tiene prácticamente ningún gobierno extranjero que quiera recibirle. Ha sido vetado por Perú en la próxima Cumbre de las Américas, y Colombia ha desmentido su afirmación de que el presidente Santos le haya invitado a un encuentro. Trata de compensar el aislamiento con viajes al mundo musulmán y asistencia a cumbres islámicas. Otros lugares donde todavía es bien recibido son Rusia y Cuba.
El Gobierno de Perú ha vetado la presencia de Nicolás Maduro en la VIII Cumbre de las Américas que se celebrará en Lima en abril. El autócrata venezolano ya es el apestado del continente, y en el resto del planeta son pocos los gobiernos que le quieren como huésped. Lejos quedan los tiempos en los que, siendo canciller (de agosto de 2006 a enero de 2013), visitaba numerosas capitales de todo el mundo, sobre todo latinoamericanas. Su actual actividad viajera es también muy inferior a la que tuvo en los primeros años como presidente de Venezuela.
La ministra de Asuntos Exteriores de Perú, Cayetana Aljovín, informó por carta este martes a su par venezolano, Jorge Arreaza, la retirada formal de la invitación a Maduro al encuentro que tendrá lugar en Lima el 13 y el 14 de abril. El presidente venezolano reaccionó el jueves pasado diciendo en rueda de prensa que irá a la capital peruana “llueva, truene o relampaguee”.
La respuesta del gobierno de Pedro Pablo Kuczynski no se hizo esperar. La primera ministra de Perú, Mercedes Aráoz, dijo en una entrevista concedida a Radio Programas del Perú: “No puede entrar al suelo ni al cielo peruano. Él no puede entrar porque no puede ser bienvenido”. El veto, por tanto, es absoluto. Se le prohíbe incluso ir a bordo de un avión que penetre en el espacio aéreo del país que acoge la cumbre.
Aunque como invitado incómodo, Nicolás Maduro todavía pudo participar en la anterior Cumbre de las Américas
Es el mejor reflejo del aislamiento internacional de Maduro. Aunque como invitado incómodo, todavía pudo participar en la anterior cumbre, celebrada en Panamá en abril de 2015. Aquel encuentro estuvo marcado por la Declaración de Panamá, firmada días antes por 26 presidentes y expresidentes de los gobiernos de Bolivia, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, El Salvador, España, México, Panamá, Perú y Uruguay, criticando la deriva dictatorial del régimen chavista y exigiendo la liberación de los presos políticos.
Tras eso, Maduro tan sólo ha acudido a otro encuentro de alto nivel internacional: la apertura del periodo de sesiones de la Asamblea General de la ONU en septiembre de 2015. En las de 2016 y 2017, donde fue uno de los principales protagonistas no presentes debido a las duras críticas contra él vertidas por otros mandatarios, estuvo representado por su canciller.
Maduro también se ha convertido en otro de los grandes ausentes de las Cumbres Iberoamericanas. No ha asistido a ninguna de las tres que se han celebrado desde que es presidente: Panamá en 2013, Veracruz en 2014 y Cartagena de Indias en 2016. En su etapa de canciller sí participó en varias, en representación de Hugo Chávez.
Como ministro de Asuntos Exteriores, Nicolás Maduro fue un gran viajero. No sólo participaba en cumbres internacionales representando o acompañando a Chávez. Se desplazaba constantemente a numerosas capitales latinoamericanas y caribeñas donde era bien recibido. Anunciaba las jugosas ayudas a los gobiernos del ALBA y otros en forma de acuerdos de distribución de petróleo a precios irrisorios y en condiciones muy favorables para la otra parte. Era el canciller, que siguiendo los planes de Chávez y el régimen cubano de Fidel Castro y Raú Castro, compraba apoyos y voluntades a cambio de riqueza petrolera o monetaria destinada a diferentes fines.
También realizó algún viaje más llamativo. En 2009 llegó a acompañar al depuesto Manuel Zelaya en su trayecto por tierra desde la capital de Nicaragua, Managua, hasta la frontera con Honduras. No entró, sin embargo, junto con Zelaya en territorio hondureño.
La apuesta islámica frente a la soledad en América
Todavía en sus primeros años como presidente tuvo bastante actividad viajera. De hecho, en los 27 primeros días de 2015 tan sólo pasó nueve jornadas en Venezuela. En las cuatro primeras semanas de ese enero acudió a la toma de posesión de Dilma Rousseff en Brasil. Acto seguido hizo una gira, en la que intentó conseguir aliados para subir el precio del petróleo, que le llevó a Rusia, China, Irán, Arabia Saudí, Qatar, Argelia y Portugal. Luego fue a la toma de posesión de Evo Morales en Bolivia. Era el canto del cisne. Desde entonces ha viajado mucho menos.
En los dos últimos años ha visitado los pocos países americanos en los que cuenta con gobiernos aliados, como son los de Bolivia, Cuba y Nicaragua. Fuera de su continente, en 2016 y 2017, viajó a Rusia y Bielorrusia (que es una dictadura alineada con Moscú) y diversos países musulmanes de nula o dudosa tendencia democrática. Los destinos de este tipo han sido Azerbaiyán, Argelia, Turquía e Irán.
Maduro acudió a dos cumbres de la Organización de Cooperación Islámica en septiembre y diciembre del año pasado
Es en los países cuya religión oficial o mayoritaria es la musulmana donde Maduro ha encontrado una vía de escape a su aislamiento internacional. Marginado de los grandes encuentros americanos e iberoamericanos, en septiembre y diciembre del año pasado acudió a las cumbres de la Organización de Cooperación Islámica (OCI) celebradas en Astaná (Kazajistán) y Estambul (Turquía). En el encuentro en la capital kazaja pidió, y logró, el ingreso de Venezuela en la OCI como miembro observador.
El aislamiento internacional de Maduro, en especial en América Latina, ha llegado a tal extremo que el mandatario rompe las más elementales normas diplomáticas. No sólo dice que acudirá a una Cumbre de las Américas en la que está vetado, en un intento de imponer su voluntad sobre la del anfitrión. También intenta forzar al presidente de un país vecino a un encuentro bilateral no previsto.
Este miércoles, en la inauguración del año judicial dijo: “Recibí una carta del presidente (Juan Manuel) Santos, se la voy a contestar, invitándome a unas conversaciones sobre unos temas de interés mutuo”. La oficina de la Presidencia de Colombia salió al paso con un comunicado en el que desmentía esto. La nota explica que Santos había enviado el pasado 14 de diciembre una misiva a los gobernantes de Bolivia, Brasil, Ecuador, Francia (por la Guyana Francesa), Perú, Surinam y Venezuela invitándoles a trabajar de manera conjunta “en la protección del medio ambiente” en la Amazonia. El texto concluye: “No se trata, por lo tanto, de una comunicación en particular al presidente Maduro”.