(EFE).- La pandemia de coronavirus aumentó en España los factores de riesgo asociados al suicidio, especialmente en los adolescentes, y dejó al descubierto graves carencias de la atención a la salud mental, ya que solo se destina a esta cuestión un 5 % del presupuesto sanitario global, frente al 7 % de media europea.
El Día Mundial para la Prevención del Suicidio, que se celebra hoy, coincide con un aumento de la preocupación de los españoles por esta problemática.
Según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), en 2019 hubo en España 3.671 suicidios y, aunque no hay datos definitivos del 2020, se sabe que entre los meses de enero y mayo (coincidiendo con el confinamiento más duro por la pandemia) se mantuvo como la primera causa de muerte no natural.
«La pandemia ha aumentado los factores de riesgo asociados con el suicidio, que van desde crisis económicas, incertidumbre o problemas de acceso a la atención médica», explicó a EFE el presidente de la Sociedad Española de Psiquiatría, Celso Arango.
Pero el suicidio es un problema global, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), cada 40 segundos una persona muere por suicidio en el mundo, es decir, casi un millón cada año y desde el año 2008 es la primera causa de muerte externa (no natural), por encima de los accidentes de tráfico.
LOS ADOLESCENTES, LA POBLACIÓN MÁS VULNERABLE
Hay evidencia de que en este segmento de la población las hospitalizaciones por ideaciones suicidas aumentaron y expertos del Colegio Oficial de la Psicología de Madrid apuntan que crecieron un 250 % las consultas sobre suicidio en adolescentes a causa de la pandemia.
«El adolescente magnifica las cosas, es incapaz de proyectarse ante el futuro: piensa que o todo va a ir muy bien o todo va a ir muy mal. Los sentimientos de desesperanza de que las cosas nunca van a volver a ser como antes, el estar encerrado y no poder estar con el novio o la novia o los amigos y el futuro incierto han tenido que ver con los cuadros de ideación suicida», indica Arango.
El suicidio es la principal causa de muerte no natural entre jóvenes de 15 a 29 años.
DIFICULTADES AÑADIDAS EN LA PANDEMIA
En España más de la mitad de las personas con trastorno mental que necesitan tratamiento no lo reciben y un porcentaje significativo no recibe el adecuado, según los expertos.
Hay que tener en cuenta que este país tiene 6 psicólogos clínicos por cada 100.000 habitantes, frente a los 18 de media de la Unión Europea, y respecto a los psiquiatras, la ratio es un 40 % inferior a la media europea, según la Sociedad Española de Psiquiatría
Con estos datos, los especialistas consideran que el sistema sanitario español no está preparado para atender el daño añadido de la COVID-19.
En los meses más duros de la pandemia, en el segundo trimestre de 2020, en España se suspendieron las consultas médicas presenciales y cayó en picado la detección de los problemas por parte de los médicos de atención primaria, los más próximos a los ciudadanos.
LA PREVENCIÓN, CLAVE PARA REDUCIR SUICIDIOS
Ante este escenario, el presidente de la Sociedad Española de Psiquiatría mantiene la esperanza de que esta pandemia sea un revulsivo para mejorar el sistema sanitario y en concreto la atención a la salud mental.
España no está entre los 38 países que, según la Organización Mundial de la Salud, cuentan con planes nacionales de prevención del suicidio.
«Y tiene que estarlo. Del suicidio se pueden dar muchos datos, pero el más importante de todos es que se puede prevenir y que las políticas ambiciosas ayudan. En Dinamarca tenían una de las tasas de suicidio de las mayores de Europa y ha pasado a ser de las menores», explica.
Otra cuestión importante, según los expertos, es una correcta formación de todos los profesionales sanitarios, incluidos los enfermeros y la Atención Primaria, que les permita detectar el riesgo de conductas suicidas en los pacientes.
Los especialistas remarcan que las muertes por suicidio nunca tienen un único detonante, sino que son el resultado de factores psicológicos, biológicos y sociales que tienen tratamiento.
En España, las personas con conductas suicidas y sus allegados tienen a su disposición servicios sanitarios y teléfonos de emergencia donde pueden recibir ayuda.