Daniel Gómez (ALN).- Se agota el tiempo. México, EEUU y Canadá no llegan a un acuerdo y la amenaza de que Donald Trump se levante de la mesa gana fuerza. Nadie lo quiere. Por eso, el presidente del Consejo Coordinador Empresarial de México y miembro del equipo negociador, Pablo Castañón, sugiere que se suavicen las posturas en lo que respecta a las reglas de origen de los autos. A ello se acogió Ildefonso Guajardo, líder de la delegación de México y ministro de Economía.
En las reglas de origen está la clave. En las reglas de origen para los autos fabricados en México, Estados Unidos y Canadá en virtud del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN).
El acuerdo vigente, firmado hace 24 años, dice que la producción de vehículos en Norteamérica debe ser del 62,5%. El gobierno de Donald Trump quiere elevar la tasa hasta el 85%. También quiere que el 50% de esos automóviles se ensamblen en las fábricas de su país. Sobre este segundo punto no hay nada que negociar. Nadie lo acepta. Sobre el primero, en cambio, sí hay más margen.
Si en principio los negociadores de México se mostraron intransigentes con las cuotas de producción regional, el pasado jueves, un peso pesado del sector empresarial de México sugirió que esa postura podría suavizarse.
“Es importante ver las reglas de origen y en dado caso tiene que haber un periodo de adaptación. Todavía es una conversación que tenemos al interior con la industria. Estamos avanzando en ese sentido”, dijo Pablo Castañón, presidente del Consejo Coordinador Empresarial, grupo que representa los intereses del sector privado mexicano en las conversaciones del TLCAN, como reseña la agencia Reuters.
Dicho y hecho. La sugerencia de Castañón fue tenida en cuenta por el equipo negociador. De inmediato, el líder de la delegación mexicana, el secretario de Economía de México, Ildefonso Guajardo, empezó a hablar en otros términos sobre las reglas de origen.
“Los coches de hoy son muy distintos a los de 1992, cuando se firmaron estas reglas. Tenemos la obligación de revisar y tener una visión de futuro sobre cómo serán estas normas. La propuesta norteamericana de partida no gustaba ni a la propia industria americana, pero es parte de nuestra negociación. No estoy cediendo; en una negociación nadie se queda en su punto de partida”, dijo Guajardo al diario El País en una entrevista publicada en la madrugada del viernes, hora española.
¿Por qué tanta presión de Trump sobre las reglas de origen?
La sexta y penúltima ronda de negociaciones será en Montreal, Canadá, entre los días 23 y 28 de enero. El tema más áspero será el de las famosas reglas de origen. La insistencia en subir la tasa de producción en México, Estados Unidos y Canadá no es más que una medida de presión por parte de Donald Trump para hacer cumplir su programa.
El mandatario prometió potenciar la industria del acero y el aluminio en Estados Unidos. La mayoría de los automóviles están fabricados con estos materiales. Por eso el ansia de fabricar el 50% de los autos norteamericanos en suelo estadounidense.
Esta petición, ignorada por los negociadores de México y Canadá por “irracional”, así la tildó el ministro mexicano, no es lo transcendental. La batalla para salvar el TLCAN se libra en las reglas de origen.
Lo que persigue Trump es asestar un golpe a un enemigo político: China
Ni México ni Canadá están de acuerdo en llegar al 85%. Tampoco el sector automotor. No obstante, lo que persigue Trump es asestar un golpe a un enemigo político.
Los autos de hoy cuentan con sofisticadas piezas, inexistentes cuando se firmó el tratado hace dos décadas. Utensilios que no se contemplan en el TLCAN y que, de acuerdo a los expertos del mercado, conviene incluir. Es el caso de las baterías eléctricas.
Para ahorrar costos, las multinacionales de coches compran esas baterías en China, donde los precios son más competitivos que en Estados Unidos. Y Trump, que tiene al Gobierno de Pekín en el punto de mira, quiere cerrar ese grifo de millones hacia el mercado asiático limitando las compras de la industria a Norteamérica.
Entonces llegan los daños colaterales. Y uno de ellos afecta directamente a México, cuya industria tecnológica no está preparada para cumplir las demandas de los nuevos autos. Por eso hay tanto miedo a elevar las reglas de origen.
Si Washington se sale con la suya, supondría un grave revés para la economía mexicana. Pero, ¿tan grave como que se rompa el acuerdo? Esa misma pregunta es la que la delegación mexicana se está haciendo en estos momentos, mientras prepara la sexta ronda en Montreal.
Cuando los negociadores canadienses avisaron que Estados Unidos podría retirarse de la mesa del TLCAN no fue más que una advertencia. “Hay que tomarlo en serio”, señaló el pasado jueves la ministra de Relaciones Exteriores de Canadá, Chrystia Freeland. Y tomarlo en serio es lo que ha hecho México.
Se rompa o no el tratado, el país ya está estrechando lazos con China y con la Unión Europa, suscribiendo nuevos y actualizando viejos acuerdos con ambos bloques. Hay un plan alternativo con independencia del resultado del TLCAN. No obstante, el deseo del Ejecutivo de Enrique Peña Nieto es uno solo: actualizar el tratado, y que así ocurra antes de las elecciones federales del 1 de julio de 2018.